maxresdefaultOmar Giuliani, coordinador del Hogar Ruca Hueney de General Rodríguez en la provincia de Buenos Aires, dialogó con ACTA acerca de las problemáticas relacionadas con la situación de pobreza y criminalización a la que son empujados un número cada vez más grande de niños y niñas.

-¿Cómo ves el panorama de la niñez en relación al contexto de pobreza y las políticas que se da el Estado?

- Lo que venimos observando es la agudización de algunos problemas sociales que empujan a los niños y niñas a la exclusión y a la marginalidad. Esto hace que un sector cada vez más grande de nuestros pibes y pibas sean empujados, y queden atrapados, en una realidad de la que difícilmente puedan escapar porque pasan a formar parte de una estructura de pobreza. Es decir, no es que “quedan fuera del sistema” sino que están dentro, pero determinados estructuralmente a ser criminalizados y asimilados al negocio del narcotráfico y del delito en general. Pero claro, esto no se dice como tampoco se dice que en esto participa la policía y funcionarios judiciales. Que el crimen organizado existe por la complicidad del Estado que hace esto posible, que la trata de pibes y pibas es posible por eso. Todo esto, pese a los discursos oficiales, es cada vez más agudo.

-¿Qué hacen ustedes frente a esto?

- Primero dejame definir algo: Creemos que tenemos que construir un Poder que ocupe el territorio y dispute a la manera en que “ellos” lo ocupan. Es decir, la realidad de violencia y exclusión que vivimos en los barrios no es una consecuencia no deseada del capitalismo. Hay un poder que genera este contexto que es parte de la estrategia que aplican como control social. Lo que vivimos es “la política” que tienen para dominar el territorio. Criminalizar a los pibes y pibas, violentarlos, obligarlos a trabajar para los narcos o la policía es parte de la estrategia para asegurar la permanencia de un modelo social.

-¿Entonces, qué hacemos?

- Nosotros en Ruca Hueney con nuestro trabajo con los pibes y pibas demostramos que, pese a los pocos recursos, se puede hacer algo distinto. Somos un espejo donde el Estado podría mirase si es que quiere tener políticas públicas beneficiosas para la niñez. Si organizaciones como las nuestras pueden, cuánto más podría el Estado. Porque nosotros decimos: está bueno tener comedores y merenderos pero tenemos que construir también, a largo plazo, un horizonte para los pibes. Por eso es que además tenemos la comunidad como espacio convivencial y los pibes viven acá. Además tenemos la escuela primaria y la escuela agrotécnica, porque queremos que se apropien del conocimiento y de los medios de producción.

Pensamos en resolver las cuestiones a largo plazo, pero el Estado no parece dispuesto a hacer algo más que, en el mejor de los casos, tener alguna tibia intervención asistencialista.

Por eso es que tenemos que apostar a la Central y asumir esta tarea como prioritaria. Porque en definitiva estos pibes son los hijos de nuestra clase. Si decimos que somos parte de un proyecto emancipador, tenemos que tener una línea de acción sostenida para defender la vida de nuestros pibes y pibas, que ellos además sean parte del proyecto. Insisto, estos pibes y pibas son el resultado del cierre de fábricas y todo el desastre que provocó el neoliberalismo y por eso este es un tema que tenemos que tomarlo como una cuestión de clase.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *