Y un día volvimos a Mar del Plata. Para ser miles y gozar, después de tres años, la fiesta del reencuentro. Nos volvimos a juntar para debatir fraternalmente la CTA que queremos para los próximos años. De cara a los compañeros, sin intermediarios.
Por Juan Carlos Giuliani, Secretario de Relaciones Institucionales de la CTA.
Entre todos, construyendo colectivamente para que lo extraordinario se convierta en cotidiano.
Volvimos a respirar el afecto y la militancia compartida.
Recuperamos la mística que riega la conciencia de unidad de la clase.
Volvimos a abrazarnos y reconocernos en el paisaje del país federal que se expresó el 4 y 5 de abril en todas las tonadas que retumbaron en el Polideportivo Islas Malvinas.
Estamos retomando el camino en el punto exacto donde lo dejó la historia.
A 38 años del genocidio que implantó el terrorismo de Estado.
A 23 años del “Grito de Burzaco”, nuestra partida de nacimiento como CTA.
A trece años del Frente Nacional Contra la Pobreza (FRENAPO), la iniciativa política más alta que supimos emprender en tiempos de defensiva y de las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.
A casi cuatro años de que hayamos ganado las elecciones en la CTA y que el poder político y económico no lo haya aceptado provocando la ruptura a través de la injerencia del Ministerio de Trabajo que designó una intervención que hoy deambula por los despachos oficiales mendigando alguna migaja del Gobierno.
A poco más de un año del Paro Nacional del 20 de noviembre de 2012 convocado conjuntamente con la CGT y que conmovió el país.
Estamos vacunados contra el “no se puede”. El posibilismo implica administrar lo dado. Nosotros queremos instalar una nueva institucionalidad constituyente que alumbre un proyecto de emancipación nacional.
Este Congreso Nacional Federal de Delegados de la CTA constituye un hecho histórico.
Estamos dando vuelta la página para inaugurar una nueva etapa en la Central.
Sabiendo que nuestro mejor futuro está en nuestra mejor memoria.
Decididos a afrontar el desafío de construir una organización de masas que esté en capacidad de aportar a una nueva experiencia de poder popular en la Argentina.
Sin aflojarle un tranco de pollo a los grupos de poder. A los que mandan. Desenmascarando a los gerentes que administran el status quo para garantizar la perpetuidad del régimen de saqueo y explotación.
Disputando la libertad y democracia sindical en los lugares de trabajo.
Canalizando la organización de los trabajadores de la ciudad y el campo, formales, precarios, tercerizados, activos, jubilados, públicos, privados, autogestionados, desocupados, de pueblos originarios, discapacitados.
Volvimos, sin permitirnos que la nostalgia paralice la fuerza liberadora de la energía que nos empuja a protagonizar este nuevo tiempo.
Renovamos nuestro compromiso con las banderas fundacionales de la CTA: Autonomía de los patrones, los gobiernos y los partidos. Una Central clasista, anticapitalista y antiimperialista que sea protagonista en la construcción de un nuevo Movimiento de Liberación.
Votamos el Paro Nacional del 10 de abril en el marco de nuestra estrategia de unidad de acción para frenar el ajuste.
Elegimos la Junta Electoral que fiscalizará el proceso electoral que desembocará el 29 de mayo -a 45 años del «Cordobazo»- con el acto electoral de la CTA en el que estarán habilitados par sufragar alrededor de 1.100.000 trabajadores de todos los oficios.
Otra vez recibimos el respaldo y el aliento del movimiento sindical mundial. Más de treinta dirigentes de quince centrales sindicales de Latinoamérica y Europa así lo atestiguan.
Volvimos a sembrar en el territorio fértil de la esperanza. Convencidos, como lo estamos, que otro país es posible.
El hambre es un crimen. Terminar con esa ignominia es la tarea prioritaria que debe acometer el movimiento popular.
Volver a las fuentes. A nuestra razón de ser.
Ser CTA.
Somos pueblo, somos trabajadores, somos CTA.
Esos somos. Parte de la historia que construye el futuro.