Desde la Secretaría de Género e Igualdad de Oportunidades de la CTA Capital y la Secretaría de Formación de ATE Capital continúan dando un proceso de formación y profundización del debate en torno a alguno de los ejes políticos gremiales que vienen impulsando desde la organización. El pasado miércoles 16 de octubre se realizó una charla – taller en la sede de ATE Capital.
El trabajo invisible recae en las mujeres y profundiza la desigualdad
Compañeras de diversos sectores de ATE y referentes de organizaciones de la CTA Capital y cercanas a ésta, debatieron y pusieron en común aportes para construir colectivamente estrategias que permitan instalar en la agenda gremial la necesidad de distribuir el trabajo no remunerado y el remunerado entre varones y mujeres.
Empleo, derechos y cuidado
En este caso la propuesta de Charla-taller contó con la presencia de Corina Rodríguez Enríquez, investigadora del Conicet y del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEPP). Con un equipo de trabajo y en conjunto con el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) vienen investigando e impulsando los debates intersectoriales en torno al uso del tiempo de las mujeres.
De esta manera hacen visible que aún siguen siendo mayormente éstas quiénes asumen las tareas de cuidado de niños/as y personas enfermas o mayores y otros aspectos de la reproducción de la vida, ocasionando desigualdad en el acceso al trabajo y en la posibilidad de acceder a sueldos más altos dado que terminan por elegir puestos más precarios porque necesitan cierta flexibilidad para compatibilizar cuidados y empleo. También las tareas domésticas hacen que las mujeres tengan menos tiempo libre y condiciona la participación política.
El uso del tiempo de las mujeres
Durante casi tres horas de trabajo compañeras de diversos sectores de ATE y referentes de organizaciones de la CTA Capital compartieron su experiencia en relación al uso del tiempo, coincidiendo en que las mujeres dedicamos la mayor parte del día al trabajo aunque sigue siendo necesario visibilizar que mucha de esa labor es lo que se conoce como trabajo no remunerado.
Estos espacios permiten “cuestionarnos el lugar que tenemos en la sociedad y la desigualdad que nos impone el patriarcado” aportaba una delegada gremial en su intervención. Las compañeras coincidieron en la necesidad de replicar estos debates en los lugares de trabajo y en otros espacios del sindicato y también en los barrios, donde las mujeres en las organizaciones y en sus casas reproducen la división sexual del trabajo y la desigualdad que esto genera.
“Los temas de las trabajadoras y el cuidado como responsabilidad asignada a las mujeres no suelen ser parte de la agenda del movimiento de mujeres, explicaba Corina Rodríguez Enríquez, insistiendo con la pregunta: ¿Por qué no reconocemos como trabajo aquel que no es remunerado? Porque socialmente es un trabajo no valorado”.
Los datos no dejan dudas, en las pocas encuestas sobre uso del tiempo que han sido realizadas en nuestro país los resultados determinan que los varones dedican más tiempo al trabajo que se paga y las mujeres al trabajo sin salario. Este trabajo no remunerado sin embargo es fundamental para reproducir la fuerza de trabajo, por lo tanto debería cuantificarse su valor.
De lo que se trata es de demandar políticas públicas de cuidado que tiendan a que el trabajo del cuidado se distribuya de manera más equitativa entre varones y mujeres para tender a condiciones más igualitarias en la distribución del trabajo remunerado.
Actualmente son las mujeres las que tiene más dificultades para acceder al empleo, hay más desocupadas mujeres que varones. También las mujeres son las que acceden a los puestos de empleo peor pagos, las que están en condiciones más precarias, las que tiene más dificultad para acceder a los cargos más altos.
Las compañeras también expresaron que debía ser contemplado que muchas veces la distribución de las tareas domésticas no es posible porque las mujeres son jefas de hogar, lo que significa que están solas para cuidar a sus hijos/as. Además, al cuidado de la primera infancia hay que sumar la complejidad del cuidado de los/las adolescentes que actualmente están expuestos a situaciones de riesgo “como las drogas y que son las mamás las que están tratando de contenerlos”. En este sentido el Estado tiene un papel indelegable. El cuidado es un derecho y una obligación y el Estado debe garantizar las condiciones para que sea posible. Hoy esto se resuelve en el mercado cuando se tiene acceso y no se resuelve cuando no se cuenta con los recursos económicos “lo que reproduce el círculo de la pobreza”. Las mujeres más pobres siguen sin poder acceder al trabajo, o a la educación porque les resulta imposible compatibilizar el cuidado de los hijos/as con el trabajo remunerado y otras veces son los más chiquitos/as los que se ven expuestos a la falta de políticas de cuidado quedando al cuidado de hermanos mayores, o vecinas o accediendo a lugares de cuidado con condiciones muy precarias.
“La voz sindical es clave”
Debemos construir una agenda de demanda gremial que aborde esta problemática. Ampliación de licencias para padres, licencias de cuidado parentales que se extiendan en el tiempo, transferibles para que puedan ser asumidas por varones o mujeres, jardines en los lugares de trabajo o el reintegro, extensión de licencias para las madres que las soliciten, adecuación de los horarios de los jardines y escuelas a los horarios de trabajo, ampliación de la cobertura de los jardines garantizando lo que aparece en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires como un derecho que es la educación y el cuidado a partir de los 45 días de vida. La realidad hoy es que en la Ciudad faltan miles de vacantes en escuelas de nivel inicial.
Otro aspecto que quedó planteado con las intervenciones de las presentes fue que, como militantes gremiales y políticas, tenemos la responsabilidad de generar y exigir las condiciones para que muchas mujeres que “están en sus casas, cuidando a sus hijos/as y haciendo tareas domésticas” puedan participar porque esa será la manera en que las necesidades y reivindicaciones de las mujeres aparezcan con fuerza en las agendas político gremiales, «Las compañeras necesitan el tiempo, la formación para sumarse a los espacios de participación concretos».
Llegando al final, una compañera agregó como reflexión que «está tan naturalizado nuestro rol de madres y cuidadoras que suelen ser el lugar desde el que pensamos nuestras iniciativas y que es un buen comienzo pero es importante abrir la mirada» para incluir todas las formas de ser mujeres y otras identidades no hegemónicas que permanecen invisibles en las organizaciones barriales y sindicales.
Eran las 8 de la noche, hora prevista para cerrar la actividad, el debate quedó abierto e instalado. Todas las compañeras coincidieron en que este no debe ser un tema de las mujeres sino del conjunto del sindicato “aunque es lógico que seamos nosotras las que le demos impulso dado que somos las perjudicadas y en cambio para los varones suele ser un privilegio que seamos nosotras las encargadas del cuidado”.
Según el estudio realizado por ELA en 2011, «De eso no se habla: el cuidado en la agenda pública». El 76% de las mujeres se encarga del cuidado de los hijos/as y el 50% lo hace de manera exclusiva.
Los datos que surgen de la Encuesta Permanente de Hogares dan cuenta de que los varones ganan en promedio un 36 % más que las mujeres. Ellos trabajan 44 horas por semana y ellas 33 horas lo que esto explica la brecha salarial promedio. Cuando vemos en qué usan el tiempo las mujeres en el cuidado de los hijos/as. Cuando crece el número de hijos/as a cargo disminuye la inserción de las mujeres en el mercado laboral.