Una tendencia que se agudiza. Los conflictos empresa por empresa por despidos o cierre se multiplican en un una nueva agudización de la crisis. El importante trabajo que han hecho los partidos de clase y otros sectores en estos años puede ser negativo, si no hay entendimiento y unidad en los métodos.
Por Horacio Meguira, Director del Departamento Jurídico de la CTA.
El sindicato-empresa conoce perfectamente esta dinámica: Burocracia vs. comisiónes internas. Los 60 y los 70 tuvieron esa dialéctica.
Al momento de la votación de autoridades, «los aparatos», o bien ganan con los votos de los «indiferentes», con los que necesitan «la obra social», con los»jubilados» o bien recurren al fraude con la complicidad del Ministerio de Trabajo.
En época de crisis con la colaboración de esas direcciones los patrones «limpian» a los rebeldes y opositores y nuevamente se afirman las cúpulas vinculadas con el PJ, con los patrones o directamente con las autoridades del Ministerio de Trabajo.
Por otra parte en los 60 y 70 con plena ocupación, con empresas «fordistas» de gran concentración de trabajadores y baja proporción de contratación y sub-contratación, era entendible que el trabajo en el «interior» de los grandes sindicatos podría ser eficaz y tener saldo organizativo. Era comprensible «ganar los sindicatos».
Hoy con una gran proporción de trabajadores no registrados, cuentapropistas, contratados y subcontratados, desocupados y sub-ocupados (50% de la fuerza de trabajo) los conflictos que se producen en empresas que no superan los 200 trabajadores no provocan un efecto multiplicador ni se gana poder desde la clase. Sin menoscabar el ejemplo que produce en otros sectores, tiene efecto relativo al momento de convertir la conciencia en organización.
Cada vez con más intensidad, en un capitalismo que muta, que se deslocaliza, que produce en locales con baja empleabilidad y una amplio sistema de redes de pequeñas y medianas empresas, debe contar con sindicatos democráticos, de clase y que asocie a todos los sectores de las redes, sin exclusiones de «profesionalidad», «actividad» u oficio. Es decir, un sindicalismo de clase y autónomo que agrupe a todos/as los trabajadores .
Esta rebeldía en «focos» de empresa no resulta eficaz al momento de las reivindicaciones generales. Sólo aglutina (no es menor pero es insuficiente) en los momentos extremos (despidos, rebajas salariales, accidentes graves).
Por otra parte las direcciones de los conflictos están descentralizadas. Dependen de que «partido» las intente conducir. No hay coordinación, por el contrario hay disputa por la hegemonía.
La CTA no es un encuadramiento. Es una central. Por lo tanto nuestra intención es (desde los años 90) agrupar a los trabajadores de todos los sectores, cualquiera sea su condición (ocupado, sub-ocupado, desocupado contratado, estable) independientemente de la ideología, o la pertenencia partidaria.
Crecemos con colectivos que en su gran mayoría han pasado por ser una agrupación interna en sus sindicatos o bien han sido excluidos o no aceptada su afiliación. Ojala podamos convencer a los denominados «partidos de clase» que ese es el espacio y las puertas están abiertas (con dificultades y defectos).
Que la disputa contra las direcciones de los sindicatos-empresa no tiene posibilidad de tener saldo organizativo como clase, es un desgaste inútil. Salvo que la intención sea modesta: Solo formar cuadros en la lucha y votos en las urnas.