Según el diputado nacional de la CTA por Unidad Popular (UP), Claudio Lozano, “hay pobres porque hay pobreza, a pesar de los intentos oficiales inútiles para ocultarla, y hay pobreza porque hay una organización social complejamente articulada de la producción que así lo requiere”.
Se transcribe una síntesis del trabajo “De nada sirve tapar al sol con un dedo… La pobreza existe por más que la “tinta oficial” se resista a admitirlo”, elaborado por el equipo de investigación del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), coordinado por Claudio Lozano presidente del bloque Unidad Popular y Tomás Raffo.
Para Lozano, “pese a lo que reconozca o no la tinta oficial, el cuadro social argentino atraviesa por un ajuste que el Gobierno Nacional aceleró fuertemente este año a través de una devaluación de la moneda local a fines de Enero, junto con el establecimiento de un techo que en paritaria pretende fijar salarios retrasados respecto de la inflación y con el aumento de las tasas de interés que frena la actividad económica. Situación que exige realizar una “radiografía” de la situación social que permita dimensionarla y caracterizarla, como insumo clave para llevar adelante las transformaciones necesarias que permitan superar los niveles de desigualdad y pauperización que atraviesa la población argentina”.
Este material, en cuya elaboración participaron también Ana Rameri y Agustina Haimovich, se realizó mediante una medición alternativa de la pobreza y la indigencia, que no sólo incluye una pauta inflacionaria distinta a la del INDEC sino que también utiliza una metodología superadora propuesta, incluso, por los mismos técnicos del organismo con anterioridad a la intervención y que a causa de la misma nunca llegó a implementarse.
De hecho, desde este espacio hemos presentado ya en el año 2006 los resultados de tal medición, mostrando que, incluso cuando los precios aún no estaban manipulados, la metodología utilizada por el INDEC llevaba a subestimar la magnitud de pobreza e indigencia[1]. Es por ello que en esta ocasión actualizamos nuestra medición, cuya brecha con los datos del INDEC se fue ampliando cada vez más a causa de la burda manipulación del IPC.
Algunas conclusiones del Informe:
Hay pobres porque hay pobreza, a pesar de los intentos oficiales inútiles para ocultarla, y hay pobreza porque hay una organización social complejamente articulada de la producción que así lo requiere.
Conforme a una valorización real de las canastas mencionadas, se observa a partir de la estructura de ingresos de la EPH, que al II trimestre del año 2013, la pobreza afecta a 15,4 millones de personas, es el decir al 36,5% de la población total. La indigencia indica que al menos 5 millones de personas están pasando hambre, es decir, un 12,1% de la población. Esta realidad demuestra que la “tinta oficial” pretende ocular a nada menos que 13,4 millones de pobres de los cuales 5 millones son indigentes.
Al observar lo ocurrido en el año comprendido por el II trimestre 2012 – II trimestre 2013, surge que la tasa de pobreza aumentó casi 4 puntos porcentuales, pasando de 32,7% a mediados de 2012 a 36,5% a mediados de 2013, sumiendo así bajo la línea de pobreza a 1,8 millones de personas más.
La indigencia, en el mismo período, se mantuvo prácticamente estancada, aunque a causa del crecimiento demográfico, se sumaron 7 mil personas al conjunto que está pasando hambre. Sin embargo, si se considera sólo lo ocurrido en los últimos seis meses del período analizado, se observa un incremento del 6,3% en la tasa de indigencia, es decir, 355 mil personas que se sumaron a la población indigente con respecto a fines del 2012.
La geografía del hambre y la pobreza muestra una realidad nacional heterogénea debido a las enormes disparidades. Las provincias más afectadas son Chaco (61,6%), Formosa (55,2%), San Juan (54,5%) y Corrientes (50,9%). Chaco es así mismo la más golpeada por la indigencia (30,4%), seguida de Corrientes (23%), Misiones (21,7%) y Santiago del Estero (20,8%). En el otro extremo, la menor incidencia de la pobreza e indigencia se encuentra en Ciudad de Buenos Aires (13,4% y 2,9%), Tierra del Fuego (14,9% y 5,5%) y Santa Cruz (22,4% y 3,3%).
“La Infantilización de la Pobreza” se manifiesta en el hecho de que la mitad de los pobres son chicos y la mitad de los chicos son pobres. En nuestra Argentina habitan 7,3 millones de chicos y chicas pobres (el 53,8% del total desde grupo poblacional) de los cuales 2,7 millones están pasando hambre (20%, es decir, 1 de cada 5 chicos).
El rasgo característico que hace ya varios años viene definiendo a la pobreza y mostrando su cara más cruel es “La Infantilización de la Pobreza” que se manifiesta en el hecho de que la mitad de los pobres son chicos y la mitad de los chicos son pobres. En nuestra Argentina habitan 7,3 millones de chicos y chicas pobres (el 53,8% del total desde grupo poblacional) de los cuales 2,7 millones están pasando hambre (20%, es decir, 1 de cada 5 chicos). En diez provincias Argentina el flagelo de la pobreza infantil supera el 60%: en Chaco, el 79,5% de los chicos son pobres y el 46,4% están pasando hambre, por lejos la tasa más alta de indigencia; en San Juan casi el 70% de los chicos son pobres; seguida de Santiago del Estero (68,3%) y Corrientes (68,1%). Estas dos últimas, junto con Misiones, presentan asimismo los más elevados niveles de indigencia, afectando a más de un tercio de los chicos. Nuevamente, la incidencia de la pobreza y la indigencia es menor en los casos de Tierra del Fuego, Ciudad de Buenos Aires y Santa Cruz, aunque su situación no deja de ser preocupante.
Para acercarnos a abarcar el carácter multidimensional de la pobreza es preciso por lo tanto ampliar el concepto con otras dimensiones como la posibilidad de acceso a una vivienda digna, al uso de los servicios básicos, al sistema de salud y de educación entre otras cuestiones. De esta manera surge que a mitad del año 2013, la realidad social daba cuenta de:
Educación: En el nivel inicial hay un tercio que no logra acceder al sistema educativo. En el nivel medio, se observa un problema de deserción escolar que implica que entre los chicos pobres, la cobertura descienda 10 p.p. con respecto al nivel primario, llegando al 89,9%, mientras en el caso de los chicos no pobres el porcentaje llega al 94,5%. Por otro lado, la mitad de los jóvenes de 18 a 24 años no estudia (54,2%), y entre quienes sí lo hacen (45,8%), una cuarta parte debe además trabajar. Por otra parte, entre los jóvenes que no estudian, el 41% tampoco trabaja, esto es, el 22,1% del total de jóvenes (cerca de un millón de personas entre 18 y 24 años) no estudia ni trabaja
Condiciones habitacionales: Si consideramos a la población total, resulta que el 34,8% habita viviendas sin cloacas, mientras el 33,5% no tiene gas de red y el 11,3% no tiene agua corriente. Por otra parte, el 13,5% habita zonas inundables y el 8,3% vive cerca de basurales. También se destaca que el 9,2% tiene baños precarios a la vez que el 6,1% vive en situación de hacinamiento. En su conjunto, el 55,7% de la población atraviesa alguna modalidad de precariedad en las condiciones de su vivienda. Este porcentaje se eleva al 75,4% entre la población pobre.
Salud: Un tercio de la población argentina carece de cobertura sanitaria (32,3%), esto es, 13,6 millones de personas que dependen del sistema público de salud para atenderse. Si tenemos en cuenta a los niños, niñas y adolescentes, el porcentaje sin cobertura se eleva al 40,4%, abarcando a 5,5 millones de chicos, de los cuales el 80% son pobres.
Mortalidad Infantil: Según el Anuario Estadístico del Ministerio de Salud, en nuestro país mueren por año 8.227 niños y niñas menores de un año, de los cuales 5.176 (el 62,9%) se deben a causas reducibles, es decir, que pueden evitarse en función de los conocimientos y capacidades existentes. Dicho de otra manera, mueren por día 23 niños y niñas, de los cuales 14 podrían seguir viviendo.
De no realizarse transformaciones estructurales y verdaderos replanteos a la cuestión productiva, del empleo y la social y de continuar haciendo pesar los efectos del ajuste del poder económico sobre las espaldas de los trabajadores y los sectores populares, no hacemos otra cosa que continuar hipotecando el futuro.