images-150Peteco Carabajal anda festejando sus 40 años con la música. Más precisamente de su relación laboral con la música, que arrancó a fines de los ’70, cansado ya de quedarse dormido sobre las guillotinas de la imprenta de Villa Luro donde trabajaba.

Comenzó a cantar con su hermano Roberto. Vinieron después el Santiago Trío y Los Carabajal, junto con Kali, Cuti y Muscha Carabajal. A fines de los ’80, formó Los Santiagueños, con Jacinto Piedra y Juan Saavedra, y desde 1991 se lanzó como solista de la mano de su disco Encuentros.

Este gran artista, heredero de la tradición santiagueña que trazaron Los cantores de Salavina y su padre Carlos, comprometido con la cultura del pueblo, dio testimonio con su presencia en los festejos por el vigésimo aniversario de la recuperación de ATE en el micro estadio de Ferro, hace diez años atrás.

-¿Recordás, Peteco, tu participación en aquel acto?

- Sí, claro, y también recuerdo el acompañamiento que ATE ha hecho a referentes de la cultura. ATE ha sido, entre otras instituciones, una de las más movilizantes.

– Cumplís 40 años con la música y decidís festejarlo con varias presentaciones. ¿Es el cierre de una etapa o la apertura de una nueva?

- Bueno, 40 años no son lo mismo que 39, 37 ó 34; es una cifra redonda. No es que uno cierra una etapa, pero para los próximos 50 años quién sabe qué va a pasar. Haber llegado hasta aquí es muy importante, y lo quise compartir con dos discos nuevos: un DVD de tango que se llama Peteco de Buenos Aires, y un CD con temas nuevas de folclore que saldrá en febrero y se denominará Los Caminos Santiagueños, cuyo repertorio vengo interpretando en mis últimos espectáculos.

-¿Qué tangos elegiste? He seleccionado temas de Carlos Gardel, principalmente en dupla con Le Pera, pasando por Troilo, Manzi, Homero Espósito, Mariano Mores, hasta Piazzolla. Todos clásicos que están en la memoria del pueblo argentino. Y lo hice para expresar la cultura de Buenos Aires que vivo tan intensamente como la santiagueña. La cultura de Santiago está más arraigada en mí por haber nacido allí, pero a la de Buenos Aires también la siento propia. He pasado aquí toda mi vida

-¿Cuáles son aquellos momentos de tu trayectoria que tenés más presentes?

- Mi vida no ha tenido acontecimientos puntuales que hayan sido definitivos. He ido haciendo de a poco. En mis diez años de trabajo con Los Carabajal hice cosas importantes, pero al momento de hacerlas nadie se daba cuenta de su importancia. Por ahí estábamos en Cosquín durante dos o tres años seguidos a las seis de la mañana, y nadie nos registraba, pero estábamos haciendo la historia. Hasta que la gente se dio cuenta que éramos generadores de cosas que luego interpretaron la gran mayoría de los artistas que conforman el panorama argentino. No he surgido de un festival, de una actuación, no he sido un impacto de pronto. Pero he ido pasando el tiempo. Hoy no me acuerdo de qué manera llegué a esto, pero me acuerdo de todo.

-¿Cuáles son tus influencias más penetrantes dentro de ese gran árbol que es el folclore de Santiago?

- Las más fuertes están en mi familia, en mi viejo, pero en la música santiagueña en general

-¿Te considerás una bisagra?

- Sí, absolutamente, pero no por haber roto escrituras o patear tableros, sino porque aparecí en una etapa en la que se hacía poco o que faltaba un eslabón. Aquí ha pasado algo que fue la dictadura, que ha cortado violentamente el desarrollo del arte popular. Mi anhelo cuando arranqué allá por el ’79 era hacer una zamba que venga a cumplir la función que hasta ese momento tenía en el repertorio. No quería hacer algo distinto, trataba de hacerlo lo mismo que se había hecho, pero que había desaparecido. Lo distinto era mi energía nueva.

-¿Con qué artistas compartiste un disco, un escenario?

- Uno de los primeros fue León Gieco, quien abrió el juego, espacios con músicos que a él le gustaban, que supo compartir. Recuerdo de una juntada linda con Sixto Palavecino, Jacinto Piedra y Alfredo Ávalos. Después compartí discos con Charly García, Divididos, Los Piojos, Hilda Lazarazu, Claudia Puyó, con Pappo, Juanse

-¿Qué características tiene Santiago que la hacen tan prolífera en la producción folclórica, o por lo menos que la convierten en cuna de la chacarera?

- Me parece que hay que valorar de los artistas santiagueñossu intento por elevar la calidad, y no tanto el impacto en busca del éxito comercial. El artista santiagueño intenta hacer crecer la poesía, atendiendo siempre a lo que conoce, a lo que le es propio. No se entrega fácilmente a las demandas de la industria. Recuerdo cuando nosotros, Los Carabajal, le presentamos al director artístico del sello Polygram nuestro disco. Fuimos con guitarras y bombos, nada de demos. Le cantamos un par de temas, dentro del que estaba Mi abuela bailó la zamba. ‘Está linda la zambita’, nos dijo el productor, ‘pero le falta algo más’. En realidad nos pedía algo más vendedor para las chicas. Mirá si le hubiéramos hecho caso

-¿Quiénes integran la nueva generación del folclore que te gusta?

- En Santiago hay varios: mi hermano Demi, Marcelo Mitre, Raly Barrionuevo, Roberto Cantos de los Coplanacu. De los grupos con gran predicamento entre la juventud de Santiago está Vislumbre del Esteko, con Santiago Suárez a la cabeza. Lo que pasa en Santiago es que vamos juntos todos. Esta generación quizás va adelante, pero desde Los Manseros Santiagueños hasta Los Carabajal, vamos detrás, haciendo cosas nuevas, convocando, pasando el trapo por donde quieras.

-¿Y por fuera de Santiago?

- En la región de Jujuy sobresalen Los Tekis, y en La Rioja Galleguigo, pero no es lo que más me apasiona. No hay mucho.

-De más está decir que sos un artista del pueblo y que le has cantado a sus grandes referentes, como a Eva Perón. Nos enteramos que ahora te gustaría producir en cine la vida de Mario Roberto Santucho…

- Estamos trabajando con una productora y la familia de Santucho, a través de su hermano Julio, y Florencia, su hija. Esperemos que el guión, que próximamente ingresará al INCAA, sea aprobado. Deberemos entonces encontrar un director y comenzar a grabar en Santiago, seguramente. La intención es que la película responda a una visión santiagueña en todo sentido. Queremos hacer hincapié en el Santucho santiagueño, en el Santucho anterior al que todos conocemos.

Fuente: Revista el Trabajador del Estado, correspondiente al mes de diciembre de 2014, editada por la Asociación Trabajadores del Estado (ATE-CTA)

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