Compañeras de las mesas de conducción de la CTA Autónoma Nacional y de Capital participaron ayer por la tarde de la Segunda Asamblea Feminista de Trabajadoras en Cuarentena, conovocada y organizada por la Escuela de Feminismo Popular Norita Cortiñas y por la Asociación de Historia de las Mujeres y Estudios de Género de Argentina.
* Por Daniela Rodriguez
A pesar del boicot de sectores anti
derechos que buscaron impedir la Asamblea, a pesar de la brecha
tecnológica y problemas de conectividad y la sobrecarga de tareas
que afecta a muchisimas trabajadoras, compañeras de diversos
sectores, de todo tipo de trabajos y de distintas provincias, se
reunieron para compartir información y estrategias de resistencia
frente a la cuatentena.
Participaron de la misma compañeras
referentes de las CTAA de Salta, Santa Cruz, Misiones y compañeras
militantes de la Central porteña. Estuvieron presentes también, la
secretaria General Adjunta de la CTAA Nacional, Claudia Baigorria y
en representación de la CTAA Capital, la secretaria de Géneros e
Igualdad de Oportunidades, Clarisa Gambera y la secretaria Gremial,
Hebe Nelli.
La secretaria General Adjunta de la CTA
Autónoma Nacional aportó acerca de la importancia de defender el
derecho a la licencia por responsabilidad parental y por violencia de
género, denunciando las presiones de las patronales sobre las
trabajadoras que muchas veces están a cargo de sus hijes
exclusivamente y planteó la necesidad de estudiar el impacto del
encierro para la salud mental en clave de género, porque no afecta
de la misma manera a varones y mujeres.
Por su parte, la secretaria de Géneros
de la Central porteña, Clarisa Gambera, compartió “la emoción
que genera encontrarnos a través de nuevos medios mientras que no
podamos hacerlo en las calles, con toda la diversidad de lo que somos
y sosteniendo nuestras fuertes redes feministas.”
Durante su participación en la
Asamblea, Clarisa hizo hincapié en: la falta de insumos de
bioseguridad para las trabajadoras de la salud y falta de garantias
para el uso de licencias; el problema de conectividad que dificulta a
las compañeras trabajadoras comunitarias participar de este tipo de
espacios y la falta de reconocimiento de sus tareas como trabajo
esencial que debería ser pago y bonificado; las serias falencias de
los recursos para combatir la violencia de género, como la linea 144
en distintas provincias; la problemática del encierro y las
infancias, agravada en situación de pobreza y precariedad
habitacional, que impide el cumplimiento de la cuarentena y favorece
a la exposición de les niñes a situaciones de violencia y abuso,
sin contar con espacios como el de la escuela para su contención y
denuncia.
Por su parte, la secretaria Gremial, Hebe Nelli, puso en común la gravísima situación que están viviendo las trabajadoras de la Obra Social Docente (OSPLAD), quienes no reciben su sueldo entero desde hace meses, por lo que una vez más están llamando a paro. Con respecto a la falta de insumos de bioseguridad, la entrega de insumos de baja calidad y la falta de protocolos adecuados, su reflexión fue contundente: “son signos de un profundo desprecio por la vida de las y los trabajadores, sus tareas son esenciales pero no así sus propias vidas”.
La Asamblea Feminista de Trabajadoras continuará reuniéndose para seguir fortaleciendo las voces de las compañeras en un espacio horizontal y de intercambio amoroso. La próxima será el jueves 30 de abril, en la víspera del Día Internacional de las y los Trabajadores.
Los infectados del personal sanitario representan un 15% de total de casos confirmados en el país y ya se registraron cuatro muertes. El reclamo por los equipos de protección y la falta de personal para hacer frente a la pandemia, más latente que nunca.
Los últimos números oficiales que dio
a conocer el Ministerio de Salud hablan de al menos 431
profesionales de la salud infectados con COVID-19.Según el sistema
de vigilancia epidemiológica, 130 contrajeron el virus trabajando en
establecimientos de salud, y el resto tienen antecedentes de viaje o
son contactos estrechos de los mismos.
Por otra parte, ya son cuatro los
profesionales que murieron por la enfermedad. La cantidad de
infectados representa el 15% del total registrado en el país, uno
de los porcentajes más altos a nivel mundial, ya que el promedio que
se conoce es del 10%.
Desde que iniciaron los contagios, las
distintas centrales sindicales insistieron en la provisión de
equipos de protección personal para quienes se encuentran en la
primera línea de batalla contra este virus. Sin embargo, en muchas
provincias se reportó la faltante de estos elementos. Incluso el
mismo Ministerio de Salud lo reconoció.
Esta semana, ATE, Fesprosa y la
Comisión Ejecutiva Nacional de la CTA Autónoma, presentaron al
Presidente de la Nación, Alberto Fernández, y al ministro de Salud,
Ginés González García, la propuesta titulada “Bases para un
Programa Nacional de preservación de los trabajadores de la salud”.
“En el marco de las dimensiones que
adquiere la pandemia en la Argentina, la salud de los trabajadores de
Salud ha pasado a incorporarse a las más críticas. No hay
posibilidad de un saldo positivo de todos esfuerzos puestos en juego
en esta contingencia, si quienes asistimos cada día a nuestra
población perdemos nuestra salud y replicamos la enfermedad”,
detallaron desde los gremios.
El monitoreo en tiempo real de las y
los trabajadores, la provisión de EPP y la ejecución de protocolos
en establecimientos públicos y privados de salud, conforman los ejes
centrales del programa sugerido al Gobierno.
Lo cierto es que el carácter
asintomático de muchos de los pacientes que asisten a las guardias
hace que los trabajadores de la salud se contagien sin saberlo. “Esto
tiene que ver con que el protocolo es muy escueto respecto al uso de
los elementos de protección personal porque sólo se utiliza en caso
de sospecha”, comentó a Canal Abierto Soledad Díaz
Ayala, enfermera del Hospital Aeronáutico Central de la Ciudad de
Buenos Aires.
El protocolo señala dos kits de
protección. El 1 para ser utilizado en caso de sospecha de COVID-19,
y el 2 para cuando hay confirmación del caso. “Si el paciente que
entra no es sospechoso al momento y después presenta sintomatología
propia del COVID-19, entramos todos los que estuvimos en contacto con
él en sospecha y cuarentena preventiva hasta que se nos haga el
hisopado. Hasta que no se compruebe que no estamos contagiados no
podemos volver al puesto de trabajo. Es todo un equipo de trabajo que
sale de circulación para atender pacientes. Ese protocolo no
funciona”, manifestó la enfermera.
Ya hubo numerosos contagios. El
Sanatorio De la Providencia, en el barrio porteño de Balvanera, que
debió cerrar tras comprobarse que 34 profesionales que
trabajaban allí habían dado positivo de Covid-19. Tres médicos del
Centro de Salud del Norte, de Villa Adelina, y una enfermera, una
empleada administrativa, y la jefa de mucamas, también fueron
infectadas en los últimos días. El Hospital Manuel Belgrano
tiene 15 personas que integran el equipo de salud con coronavirus. El
Hospital Italiano de Buenos Aires difundió un comunicado en el cual
notificó de 19 casos positivos por COVID-19. Mientras, en
Cipolletti, 14 trabajadores se infectaron en el Sanatorio Río Negro,
lo que obligó a su cierre.
De hecho, Díaz Ayala estuvo en
una cuarentena preventiva. Cuando llamó al número de
referencia que les dieron para el COVID-19, le dijeron que la fiebre
no era la suficiente y que los dolores de cabeza no alcanzaban. “Pero
hace unos días sacaron un nuevo protocolo para sospecha de COVID y
entraban los síntomas que yo presentaba. Como en ese momento no me
hicieron hisopado, yo no sé si lo cursé”, comentó.
En este sentido, la enfermera del
Hospital Aeronáutico Central, señaló: “El hecho de que a
nosotros se nos restrinjan los elementos de protección en base a
protocolos muy escuetos en cuanto a la sintomatología hace que se
contagie con mayor facilidad el personal de salud, y son equipos
irremplazables al menos por dos o tres días. De dar positivo,
son 15 días que sacamos de circulación un equipo que puede ser de
dos médicos, tres enfermeros, dos técnicos de rayos y algún
administrativo que haya estado en contacto con el paciente”.
En Chaco la situación alarma. Del
total de infectados, el 52,7% -105 personas- son trabajadores de
salud. El mayor número de contagios corresponde al Hospital
Perrando, el cuya propia directora resultó uno de los primeros casos
autóctonos de Covid-19. En este establecimiento se registraron hasta
el momento 60 contagios entre médicos y administrativos.
Si bien el pico de esta pandemia aún
no llegó al país, en estos momentos no hay personal suficiente para
hacerle frente. Los contagios entre los trabajadores sanitarios
empeora la situación porque implica hacer cumplir dobles turnos a
los que están disponibles.
La cuestión salarial y contractual es
otro de los reclamos que se elevaron desde los sindicatos. “El
trabajador de salud generalmente está sobreocupado, casi siempre con
dos o tres trabajos. Si yo necesito cubrir la guardia de la noche, a
la enfermera de la mañana no le puedo pedir que se quede otras seis
horas porque a la tarde tiene que ir a cumplir horario a otra
clínica. El estatal casi siempre tiende a trabajar también en el
sector privado porque el promedio de lo que paga el Estado suele ser
la mitad de lo que se cobra en el ámbito privado. El desfasaje es
notorio, sin contar que hay mucha precarización”, aseveró Díaz
Ayala.
En este momento, la planta de
enfermería del Aeronáutico tiene 25 enfermeras monotributistas.
“Las plantas vegetativas existen. Había gente en planta permanente
que se jubiló y no abrieron concurso para que esas monotributistas
tuvieran acceso a esa planta”, detalló la enfermera.
También, para cubrir las guardias
de enfermería y los hoteles de cuarentena, el gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires destinó entre 10 y 15 enfermeros de los
hospitales. “La salud pública ha venido en deterioro progresivo
los últimos años. El hambre por hacer de nuestros hospitales un
negocio inmobiliario ha llevado al vaciamiento, a una pérdida
salarial importante. Así, el Estado deja de ser competitivo para el
profesional. Vienen más por el amor a la patria y a haberse formado
en un hospital público que por lo que se les paga de salario”,
expresó Díaz Ayala.
La enfermera, como muchos, agradece los
aplausos de las nueve de la noche, pero siente que son insuficientes.
“Si supieran que muchos de los compañeros a los que aplauden no
tienen vacaciones, aguinaldo o elementos de protección personal se
darían cuenta que con los aplausos no alcanza. Deberíamos elevar la
voz y pedir por el reconocimiento al menos de la planta permanente.
Eso ya sería un resarcimiento a tanto esfuerzo puesto en la salud
pública y en el bien de la comunidad”.
En este sentido, la enfermera reflexionó: “Se celebra más al personal y a los auxiliares de salud como mártires que como héroes, porque si el aplauso no viene con mejora en las condiciones de trabajo son mártires. Está en conocimiento el riesgo que corren y aún así lo hacen. No hay que celebrar hacerlos bandera después de caídos, hay que cuidarlos para cuidarnos nosotros también”.
La Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha -dentro de la cual participa el Frente de Bachilleratos Populares de la CTAA Capital- le reclamó nuevamente al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a través de una carta enviada a la Dirección de Jóvenes y Adultos del Ministerio de Educación, que ponga a disposición los recursos con los que cuenta el distrito, para atender las necesidades de la población estudiantil y garantizar el derecho a la educación y a la alimentación.
A continuación se
difunde la carta presentada por la Coordinadora de Bachilleratos en
Lucha:
Segunda Carta
Abierta a Horacio Rodríguez Larreta
Buenos Aires, 18 de
abril de 2020
Al Señor Jefe de
Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
El día 13 de abril
el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires (MECBA) nos
ha notificado a los Bachilleratos Populares que nos ha negado la
petición de Canastas Escolares Nutritivas para nuestrxs estudiantes
y la inscripción a las Becas de Inclusión Escolar.
En el marco de la
grave crisis social, económica y sanitaria que vive la ciudad, donde
nuestrxs estudiantes viven en una situación de vulnerabilidad
social, el MECBA ha rechazado nuestro pedido.
El distrito más
rico del país, ¿no puede asignar recursos para paliar la situación
de hambre y necesidad de los y las miles de estudiantes que están
inscriptos e inscriptas en la Ciudad de Buenos Aires?
En fechas 28 y 30 de
marzo del corriente año, los Bachilleratos Populares pertenecientes
a la Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha (CBPL)
peticionamos ante las autoridades de la Dirección de Jóvenes y
Adultos (DEAYA) del Ministerio de Educación de CABA, área de la
cual dependen los bachilleratos, la provisión para estas
instituciones educativas de “canastas escolares nutritivas” para
el conjunto de sus estudiantes, la reanudación de las inscripciones
on-line a las Becas de Inclusión Escolar, suspendida unilateralmente
por el Ministerio, su pago en una sola cuota, la entrega de elementos
de limpieza y protección y la designación de dos auxiliares
docentes en los bachilleratos que no cuentan con nombramiento
docente, auxiliar y directivo alguno, a los efectos de realizar la
recepción y entrega de las canastas.
Sólo tres
bachilleratos recibieron las canastas. Veintidós instituciones
educativas no fueron tenidas en cuenta en la distribución de las
mismas, incumpliendo el Gobierno de la Ciudad en garantizar el
derecho a alimentación de 2.087 estudiantes del Área de Jóvenes y
Adultos.
Ninguna de las
veinticinco instituciones recibió artículos de limpieza y de
protección para enfrentar la pandemia.
Ninguno de los
quince bachilleratos, que hace años no cuenta con personal alguno
remunerado, recibió designaciones de personal auxiliar para efectuar
las tareas necesarias para el reparto de las canastas.
Los Bachilleratos
Populares que recibieron un bolsón de comida que ustedes entienden
como ¡CANASTA ESCOLAR NUTRITIVA! y que cubriría las necesidades
durante el plazo de 15 días de un/a estudiante, consta escasamente
de: 400 gramos de leche en polvo, 4 unidades de naranjas, 5 saquitos
de té, 5 de mate cocido, 5 barritas de cereal y 5 paquetes de
galletitas.
Quisiéramos saber
cuál es el criterio para DENEGAR nuestro pedido.
Quisiéramos saber
por qué se sigue realizando esta DISCRIMINACIÓN a los Bachilleratos
Populares.
Quisiéramos saber
por qué en el marco de la situación de emergencia alimentaria no
somos escuchados y escuchadas.
Quisiéramos saber
de qué manera piensan suplir las carencias que genera la situación
actual cuando miles de estudiantes están por fuera de la canasta
escolar nutritiva.
Quisiéramos saber
por qué no se pueden adelantar las becas (cuyo presupuesto ya está
asignado en la partida) en un solo pago. El Ministerio de Educación
debería efectuar el desembolso extraordinariamente en un solo pago,
de modo tal que ayude a mitigar los efectos de la crisis económica
por la que atraviesan les estudiantes.
En la actual
situación de pandemia y cuarentena, desde el gobierno se dice que
“las escuelas siguen educando” de modo virtual por diferentes
canales y plataformas. Nosotros le decimos que difícilmente sea
posible dicha continuidad si les estudiantes jóvenes y adultes no
fueron provistos por el Estado de los elementos informáticos
(tablets o computadoras) indispensables para efectuar tales
actividades. Si bien la mayoría de nuestrxs estudiantes cuentan con
teléfono celular, son pocos los que disponen de computadora o
tablet. Quienes sí los poseen, en la mayoría de los casos, deben
compartir ese dispositivo con sus familiares. El Estado debería
realizar la provisión de aparatos informáticos (tablets o netbooks)
para garantizar la continuidad pedagógica
Además, la
conectividad a internet en los barrios populares es notablemente
deficiente, lo cual obliga a los estudiantes a utilizar sus datos
móviles limitados desde sus celulares, que les acarrea importantes
gastos a su empeorada economía familiar. Para la mayoría de elles
la suspensión de sus trabajos informales les hace imposible afrontar
los costos que acarrea la educación por canales virtuales. El
gobierno debería mejorar los sistemas de conexión a internet y
establecer la gratuidad de los mismos.
Los bachilleratos
populares sostenemos desde hace 15 años experiencias de educación
reconocidas por el Ministerio de Educación de la Ciudad y atendemos
las necesidades de la población joven y adulta más vulnerable de la
Ciudad en los barrios y barriadas más pobres.
Por lo expuesto, es
necesario EXIGIMOS que el gobierno de la Ciudad arbitre los medios
para:
1) realizar
la entrega de “las canastas escolares nutritivas” a los
estudiantes de los bachilleratos que aún no las recibieron;
2) disponer
la composición y entrega de una nueva canasta que satisfaga
realmente la alimentación de les estudiantes y sus familias para
enfrentar la crisis alimentaria por la que atravesamos;
3) garantizar la
entrega de dispositivos informáticos para lxs estudiantes:
computadoras o tablets
4) garantizar la
conectividad de lxs estudiantes en todos los barrios excluidos de la
ciudad: con Wi Fi gratis en sus domicilios, puntos fijos de
conexiones barriales, carga de datos en sus celulares.
5) entregar
a las instituciones elementos de limpieza y protección;
6) reanudar
la inscripción al programa de Becas de Inclusión Escolar y efectuar
un solo pago de las mismas; y
7) efectuar
el nombramiento de dos auxiliares docentes en los bachilleratos que
no tienen personal alguno designado.
Ante la urgencia y
falta de respuesta hacia el conjunto de Bachilleratos que integramos
la Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha, intentamos por
este medio apelar a su persona, y que tenga a bien dar curso a los
medios a su alcance para subsanar esta situación. Esperando una
pronta resolución de estas peticiones. Saludamos atentamente.
Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha (CBPL)
Bachilleratos
Populares: Chilavert, 20 Flores, Alberto Chejolán, Bartolina Sisa,
Berta Cáceres, Carlos Fuentealba, Darío Santillán Barracas, Darío
Santillán Constitución, IMPA, Ernesto ‘Che’ Guevara, Farmacoop,
Germán Abdala, Graciela Acosta, Independencia, Maderera Córdoba,
Marielle Franco, Miguelito Pepe, Parque Patricios, Paulo Freire,
Puños de Libertad, Raymundo Gleyzer, Salvador Herrera, Sergio
Karakachoff, Sol del Sur, Vientos del Pueblo, Voces de Latinoamérica.
Con el respaldo de la CTAA, la Asociación de Trabajadores del Estado junto a la Federación de Profesionales de la Salud, enviaron una nota a los fines de hacerles llegar la propuesta titulada “Bases para un Programa Nacional de preservación de la salud de las y los trabajadores de la salud”. A continuación, ACTA reproduce la carta.
En nombre y representación del Consejo Directivo Nacional de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina (FeSProSa) y de la Comisión Ejecutiva Nacional de la Central de Trabajadores de la Argentina – Autónoma (CTA-A), tenemos el agrado de dirigirnos a Ud., en el marco de la Pandemia del COVID-19, a los fines de hacerles llegar nuestra propuesta titulada “Bases para un Programa Nacional de preservación de la salud de lxs trabajadorxs de la salud” y que detallamos a continuación:
En el marco de las dimensiones que adquiere la pandemia en la Argentina, la salud de lxs trabajadorxs de Salud ha pasado a incorporarse a las más críticas. No hay posibilidad de un saldo positivo de todos esfuerzos puestos en juego en esta contingencia, si quienes asistimos cada día a nuestra población perdemos nuestra salud y replicamos la enfermedad. La tendencia creciente, según información pública emanada del mismo Ministerio de Salud de la Nación del porcentaje de los infectados totales del país correspondientes a personal de salud, nos exige la necesidad imperiosa de reiterar lo ya manifestado por nosotrxs en los ámbitos de coordinación con el gobierno y de extremar los dispositivos y procesos para preservar la salud de nuestras compañeras y compañeros.
Es necesario monitorear en tiempo real la salud de las y los trabajadores, proveer todos los EPP para su oportuno uso, y ejecutar los protocolos en tiempo real, en todos los establecimientos de Salud tanto públicos como privados. Apelamos a que el gobierno fortaleza su rol de rectoría en ese sentido, en el marco de una fuerte democratización de la Gestión de crisis con la presencia de las representaciones gremiales y sociales en los ámbitos de toma de decisiones.
BASES PARA UN PROGRAMA NACIONAL DE PRESERVACIÓN DE LA SALUD DE LXS TRABAJADORXS DE LA SALUD
– Declarar de interés nacional la preservación de la salud de lxs trabajadorxs de la salud en el marco de Pandemia por COVID19
– Eximir de prestar servicio laboral a los grupos de riesgo (embarazadas, mayores 60 años, etc.) según lo establecido en la norma nacional.
– Control de la salud de la/os trabajadores de salud Evaluación al ingreso laboral con prueba del olfato, control de temperatura y vigilancia de lesiones cutáneas (exantema) todos los días en todos los establecimientos y unidades de atención ambulatoria y con internación (CAPS, UPAS, UNIDADES SANITARIAS, HOSPITALES MODULARES, HOSPITALES DECUALQUIER COMPLEJIDAD, CENTROS PRIVADOS).
– Diagnóstico urgente de los trabajadorxs sintomáticos unificando laboratorios. Registro de datos específico para trabajadorxs de salud. Aislamiento temprano de casos con sintomatología compatible COVID-19 y de los contactos laborales (en guardias o servicios) y en casos de que no presentan fiebre realizar PCR a las 72 hs. Georeferenciamiento.
– Prueba rápida combinada COVID-19 Anticuerpo IgG / IgM validado, en muestreos estratificado del personal de salud que permita evaluar la circulación viral dentro de los centros de salud. Búsqueda de fuentes de contagio e identificación de factores de riesgo de infección para el personal de salud.
Provisión adecuada y oportuna del equipo de protección personal (EPP): en calidad según normas, y en cantidad para reemplazo. La provisión y distribución debe incluir a todos los niveles de atención en los subsectores privado y público (pluriempleo) y a todos los servicios. Se debe designar un/a profesional especializado/a para el control permanente de la recepción, calidad, disponibilidad de EPP y registro de uso / persona en cada institución. Se debe crear una unidad de monitoreo permanente de disponibilidad de EPP. Generar un efectivo proceso de Capacitación continuo y Monitoreo de uso del EPP.
– Proveer el barbijo quirúrgico para todos los trabajadores de la salud desde el ingreso y en el desempeño de todas las actividades en la institución de salud.
– Provisión de la ropa de trabajo por parte del Establecimiento empleador. Higiene, desinfección y reposición a cargo del Establecimiento.
– Extremar las medidas de higiene institucional según los protocolos vigentes (higiene húmeda, método del doble balde y doble trapo)
– Extremar la disponibilidad de insumos para lavado de manos y desinfección: jabón, toallas descartables, alcohol en gel / otras soluciones sanitizantes. Reformulación de formas de trabajo, horarios, turnos, espacios físicos (distancia > 1,5 m), circulación (debe establecerse acceso y circulación diferenciados para pacientes con fiebre y síntomas respiratorios), reducir las jornadas de guardia, establecer formas de atención a distancia, mejorar los sistemas de turnos (turnos espaciados), adecuar los espacios físicos de atención de las personas y de espera (en consultorio el médico asiste al paciente y en la sala de espera otro paciente esperando; tiempo para la de contaminación de las superficies y la higiene de manos entre pacientes).
– Fiscalización estatal en sanatorios privados para el cumplimiento de estas recomendaciones.
– Conformar un subprograma que se encargue de la atención de la salud mental de lxs trabajadorxs, durante la pandemia y luego de la misma. Habilitar un registro Público de Trabajadorxs afectadxs y en estudio. Información por separado en el contexto del Informe diario matutino y vespertino emitido por la autoridad sanitaria nacional.
– Habilitar un Comité de seguimiento ad hoc con la participación de autoridades, consultores y gremios.
– Incorporar a los Comités de Crisis en los distintos niveles territoriales a la representación de los gremios de trabajadorxs de la salud. Integración en el COFESA de las representaciones de trabajadorxs de la Salud.
– Intensificar la producción de EPP con una unidad centralizada de Monitoreo de disponibilidad y articulación con las unidades de producción de las fuerzas de seguridad, empresas y la solidaria a través de pymes, cooperativas y ciudadanos.
La peste despierta lo mejor y lo peor de los sentimientos humanos, decía Albert Camus. Asistimos diariamente a la entrega de los trabajadores de la salud, también al enfrentar de los riesgos por parte de muchísimos trabajadores nombrados por estos días como “esenciales», vemos cómo «se la bancan» los que necesitan ganarse la diaria y subsisten mediante el ingenio y la ayuda estatal. También aquellos que deben respetar el aislamiento social, lo hacen en la inmensa mayoría de los casos.
* Por Secretaría de Previsión Social de la CTAA Capital
Pero hay quienes ven en esta crisis la oportunidad de hacer negocios. Los desmedidos aumentos de precios sin ningún asidero en los costos de producción, la especulación, la decisión de los grandes empresarios -acompañados en muchos casos por sindicalistas traidores-, de hacer pagar el costo de la pandemia a los trabajadores en vez de ganar un poco menos; son todos ejemplos de este proceder.
Pero por otra parte la epidemia, con sus necesarias medidas de excepción, ha desnudado ideologías autoritarias y discriminatorias en sectores de la sociedad. Pero cuando esto se manifiesta dentro de los estamentos de gobierno o de poder, adquiere ribetes graves.
Hubo todo un intento de sectores políticos con respaldo mediático, para que se impusiera el estado de sitio en el país. Por resistencia popular esta medida fracasó, aunque seguimos asistiendo a reiterados abusos de las fuerzas de seguridad. Menos explícitos -y hasta apoyados por parte de la población-, los «toque de queda municipales» y hasta la «ley seca» en algunos distritos, muestran cómo, ante un problema real, lo primero que se les pasa por la cabeza a estos funcionarios es recurrir a la represión.
En esta línea está el anuncio del Gobierno de la Ciudad de prohibir a partir del lunes la circulación de los mayores de 70 años. El problema es real: los adultos mayores se mueren más cuando se infectan con el COVID 19, aunque no ciertamente por ser viejos, sino porque estadísticamente las enfermedades pre-existentes se incrementan con la edad. Ante esto, la «solución» del Gobierno de la Ciudad es represiva y discriminatoria.
Discriminatoria porque detrás de la aparente lógica de «si ya está restringida la circulación de todo el mundo, restrinjamos un poco más la de los viejos, así los protegemos», queda implícito el «viejismo» que hace unas horas denunciara el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, cuando advertía que con esta medida se fomentaba el estereotipo del «abuelo» que no se vale por si mismo, asexuado y hasta «débil mental». Lo discriminatorio de esto es que se plantea que el mayor de 70 -una población absolutamente heterogénea, con trabajadores, artistas, profesionales, heterosexuales, gays, lesbianas, jubilados, enfermos o con buena salud-, sea identificada como una cosa “distinta» por el conjunto de la población. Falta que nos obliguen a llevar una estrella amarilla con la inscripción +70, como propone en tren de protesta el ensayista e historiador del arte, José Burucúa.
Pero además de discriminatoria, la medida es claramente represiva. La restricción a la circulación ya está establecida, tiene sus reglas claras dictadas por el Gobierno Nacional y éstas gozan del consenso de la población. La «sobreactuación» del Gobierno de la Ciudad podría ser reemplazada por un mayor esfuerzo de concientización, en lugar de la represión.
Los adultos mayores somos los que mayor interés tenemos en no enfermarnos. Cumplimos con las medidas de seguridad y somos los primeros en pedir ayuda si no podemos valernos por nosotros mismos. A pesar de la presencia de voluntarios que «harían las compras», esta medida no sólo es totalmente innecesaria y abusiva, sino casi imposible de cumplir por la gran cantidad de personas que están solos o en pareja -ambos mayores de 70 años-, que actualmente llevan una vida independiente y segura.
Desde la CTA-A Capital exigimos que la medida sea retirada.
Mujeres luchadoras por el agua de los barrios populares de la Ciudad, presentaron una acción de amparo para que el Gobierno porteño formalice el acceso inmediato al agua potable y a saneamiento, en el marco de la emergencia sanitaria por coronavirus y dengue. La ingeniera María Eva Koutsovitis, que acompaña la causa, sostiene que la crisis del agua es una violencia invisibilizada que clausura la autonomía de las mujeres pobres.
Desde que comenzó esta cuarentena, a las mujeres de los barrios populares les cuesta distanciarse como manda el aislamiento social preventivo obligatorio. El metraje individual no va con ellas cuando el hacinamiento se convierte en único perímetro posible y el hambre retumba entre mayorías cansadas de disposiciones y endeudamiento. Tampoco les hace mella que las fuerzas de seguridad las chuceen o que algunxs referentes políticxs las haya “reprendido” por tomar la calle sin barbijo. A los atrevidos les recuerdan que en los territorios no hay prevención que alcance cuando faltan servicios públicos, cuando poner el cuerpo significa exponerse a todas las crisis juntas y, sobre todo y en este escenario, cuando no existe el acceso formal al agua potable para beber, lavarse las manos o darse al menos una lavada una vez por semana. Para ellas y sus familias, salud es sinónimo de caminar de la mañana a la noche. Las carretillas que cargan con sachets de agua y reparten en alguna esquina, las canillas de uso compartido y el contacto con otras aguas de servicios precarios, muchas veces se mezclan con aguas servidas que habilitan la permanencia del coronavirus, por nombrar la enfermedad del momento entre tantas otras que vienen asolando hace décadas. O del dengue que gobierna en un escenario de pobreza estructural, donde cada quien recurre al almacenamiento de agua en baldes, cacerolas y tachos. Es en esa desprotección que mujeres referentes de estos barrios presentaron a la Justicia una acción de amparo colectivo para que el Gobierno porteño formalice el acceso inmediato al agua potable y el saneamiento cloacal en villas y asentamientos, como medidas esenciales de prevención del contagio por coronavirus y dengue. Una vez notificado, el Ejecutivo tendrá 48 horas para dar una respuesta que vislumbre alguna mejora.
“Se estima que lxs habitantes de las villas de la Ciudad representan el 15 por ciento de la población total de la ciudad. Las obras de infraestructura que allí se realizan para la prestación de servicios públicos, no responden a planes integrales de urbanización ni respetan la normativa local, nacional e internacional vigente”, sostiene la ingeniera sanitaria María Eva Koutsovitis, titular de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria de la Facultad de Ingeniería (FIUBA) y quien encabeza la carátula del expediente que firman organizaciones sociales y políticas, radicado en el Juzgado N° 8 Secretaría N° 15 en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad. “La Ley 3.295 de la Comuna reconoce como derecho humano el acceso al agua potable segura en cantidad y calidad suficientes para usos personales y domésticos, y garantiza el ejercicio de este derecho a todxs sus habitantes”, explica Koutsovitis. “Sin embargo, para quienes sobreviven en estos barrios su goce es una utopía.”
El 22 de marzo, Día Internacional del Agua y a 48 horas de decretado el aislamiento, desde todos los puntos del país se denunciaba a través de las redes una problemática que sufren más de cuatro millones de personas en zonas que carecen de acceso genuino a servicios públicos. En los 4.400 barrios populares argentinos, el 93,5 por ciento no tiene acceso formal a la red de agua potable, consigna Página/12 en una nota de Laura Vales. “Y el 85 por ciento de los hogares afectados son sostenidos por mujeres” -asegura la ingeniera-, mientras que en la Ciudad evidenciamos que 1 de cada 7 porteñxs no acceden formalmente a este servicio.”
Una serie de relevamientos técnicos de la Cátedra de Ingeniería Comunitaria junto con promotoras sanitarias y de las juntas vecinales, pudo determinar la contaminación bacteriológica en el agua de esos territorios. “A mediados de enero de 2019 había un fuerte olor cloacal en viviendas de las manzanas 24, 25 y 29 de la Villa 21-24, Comuna 4 del sur de la Ciudad, a la vera del Riachuelo y con ochenta años de historia, que no cuenta con servicios públicos formales como agua potable segura, saneamiento cloacal, tendido eléctrico seguro y gas de red”, describe Koutsovitis. Entrevistaron a familias de unos 550 hogares y se tomaron 110 determinaciones de presión y muestras del agua de consumo, que fueron analizadas en un laboratorio especializado donde se confirmó la contaminación.
“Con las mujeres elaboramos un mapa de riesgo sanitario que nos permitió cuantificarlo, individualizar las manzanas más críticas y confirmar la profunda crisis sanitaria y ambiental que atraviesa el barrio”, recuerda. “Armamos un expediente que llegó a incorporarse a la causa Matanza-Riachuelo, conocida como la causa Beatriz Mendoza, y presentamos en la Legislatura un informe con recomendaciones, pero no fueron abordadas por el Gobierno de la Ciudad. De haberlo hecho, el escenario frente al Covid-19, por lo menos en la Villa 21-24, hubiera sido muy diferente.”
En febrero de 2019, la Cátedra intervino en el Barrio Scappino, en Villa Lugano, frente al Ministerio de Desarrollo y Hábitat porteño. Sus vecinxs no cuentan con agua potable y resuelven el acceso al saneamiento cloacal con pozos ciegos, sin cámara séptica, en el interior de las viviendas. “Las mujeres estaban alarmadas por los problemas en la piel que presentaban lxs niñxs. Organizaron asambleas y relevamos el diez por ciento de las viviendas, con mediciones de presión en la red informal. Como ocurre en la Villa 21-24, el valor promedio de la presión es cinco veces menor que lo establecido, y eso aumenta la probabilidad de que el agua se contamine. Y logramos visibilizar el riesgo estructural al que están expuestas muchas viviendas, porque al extraer el líquido de estos pozos ciegos internos se pone en riesgo el sustento, ya que arrastra parte del suelo sobre el que están apoyadas.” El Barrio Carlos Mugica (ex Villa 31 y 31bis) es otro de los territorios que este verano soportó unas de las peores crisis del agua. “La falta de suministro comenzó en un sector y después se extendió hacia todo el territorio. Hubo una movilización masiva al local de la Comuna que funciona en el barrio, y allí lxs vecinxs se enteraron de que no existía ningún plan de contingencia para resolver la emergencia -remarca-. La particularidad es que en el último período de la gestión de Horacio Larreta se habían destinado unos mil millones de pesos para obras de urbanización infraestructura de agua, cloacas y sistemas pluviales. Con referentxs del Barrio Güemes, del sector de Bajo Autopista, hicimos un informe que las autoridades nunca quisieron recibir.”
Según Koutsovitis, la presión y la calidad del agua que se consumen en los barrios populares no son controladas por ningún organismo estatal. Lxs vecinxs, y en algunos casos las cooperativas de trabajo, se conectan mediante mangueras a las bocas que la empresa proveedora AySA dispone en las periferias, trazando débilmente las redes internas de agua. Cada vez que llueve, la ausencia de sistemas pluviales adecuados, el desborde de cámaras cloacales precarias y la contaminación de los suelos con metales pesados y sustancias peligrosas, provocan inundaciones que exponen a un catálogo de enfermedades asociadas. Este amparo colectivo es un grito desesperado frente al colapso sanitario y ambiental que implosiona en las casas y en los pasillos.
– ¿En qué consiste la demanda?
– En que AySA u otro organismo estatal presten el servicio de agua potable y saneamiento según los criterios normativos, y que sea regulado por los organismos de control que correspondan. Además, que se ordene al Gobierno de la Ciudad a implementar un Plan de agua potable y saneamiento cloacal para todos los barrios populares, que incorpore de manera integral y transversal la dimensión productiva, la participación comunitaria y la perspectiva de género y diversidad. Que contemple un programa de monitoreo ciudadano y un sistema tarifario social especial, que exima del pago de los servicios públicos a las familias a medida que regularicen los servicios, durante un período no inferior a quince años.
– ¿El plan dimensiona el trabajo con perspectiva de géneros para lxs habitantes de los barrios?
– Un eje central de la propuesta es la incorporación de un 25 por ciento de mano de obra local y que respete criterios de paridad de géneros, como establece la Ley Nacional 27.453, “Régimen de Regularización Dominial para la Integración Socio Urbana”. Del Relevamiento Nacional de Barrios Populares (Renabap) en el período 2016-2017, surge que el 65 por ciento de lxs responsables de hogar son mujeres y que el 85 por ciento de los hogares son monomarentales. La dimensión del trabajo es clave en la estrategia de integración e inclusión con perspectiva de género, diversidad e igualdad de oportunidades. En cada barrio deberá crearse un Registro de Mano de Obra Local donde se inscriban desde trabajadorxs de la construcción hasta promotorxs ambientales y de géneros, y que se implemente un programa de capacitación.
– ¿Cuáles son las medidas que las mujeres reclaman para la provisión de agua segura?
– En el amparo piden que se les garantice el acceso al agua potable para todos los usos, en el marco de esta emergencia sanitaria mundial y por dengue. Que en cada hogar haya un baño y dos canillas, con mantenimiento y destapación de cámaras cloacales y pozos ciegos. Para nosotras es fundamental poder contar con un cronograma del camión cisterna con recorrido, fechas y horario de entrega del agua. Las mujeres destinamos días enteros de incertidumbre a esperar la llegada del camión. También se solicitaron dos litros de agua envasada por persona todos los días, y que se garanticen de manera gratuita en cada hogar ocho litros de lavandina concentrada para higiene y la entrega de dos garrafas. Cuando el agua no es segura, una de las pautas es hervirla, pero para eso tenés que poder contar con garrafa.
Descacharrar para evitar el dengue pierde sentido cuando las vecinas de los barrios tienen que acopiar agua para vivir.
LEER MÁS Los mosquitos siguen picando | La epidemia del dengue crece a la sombra del Covid 19 Muchas veces las familias no tienen dónde juntarla, por eso la idea de descacharrizarse se cae a pedazos. El pedido judicial incluye que el Gobierno porteño instale tanques comunitarios abastecidos con agua potable y garantice tanques plásticos domiciliarios a todos los hogares que no cuenten con sistemas confiables de almacenamiento, para que cuando el camión cisterna entregue el agua, haya un lugar seguro de contención. Hoy vemos un sinfín de organismos que intervienen con competencias solapadas y responsabilidades difusas, y es muy difícil para las familias saber a quién recurrir. Tampoco hay un mecanismo de trazabilidad para los camiones cisterna en el punto de entrega de agua, que muchas veces presenta alta turbidez.
– ¿Qué significa la falta de agua en la economía de los barrios populares?
– Entre noviembre y diciembre de 2019, en un sector del Barrio Inta, supuestamente urbanizado por la Corporación Buenos Aires Sur, relevamos cuánto dinero se gasta para comprar agua, y concluimos que las familias destinan en promedio un 10 por ciento de los ingresos para abastecerse de agua potable envasada. Si agregamos el dinero que separan para la compra de garrafas, destinan entre el 15 y el 25 por ciento de sus ingresos para abastecerse de agua y de gas. Lo cual sitúa a esas familias en la categoría de pobres energéticos, una medición que utilizan en Europa para aquellos hogares que destinan más del 10 por ciento de los ingresos a pagar servicios. Otra preocupación es la ausencia de protocolos de manejo de agua. Algunas mujeres la hierven, otras le echan gotas de lavandina y otras, tratando de comprar filtros comerciales, quedan atrapadas en un circuito de endeudamiento.
– Una referente de Villa Inflamable dice que allí lxs niñxs nacen con un nebulizador y las pieles dañadas por las enfermedades hídricas.
– Las afecciones vinculadas a la falta de acceso al agua potable formal y segura son principalmente diarreas, parasitosis, enfermedades en la piel y enfermedades derivadas, como el dengue. El mapa de casos de dengue se superpone con el mapa de falta de acceso formal al agua y ahora con el coronavirus, que requiere de aislamiento e higiene personal. Pero en los barrios populares de la Ciudad hay un promedio de dos familias por vivienda, y la falta de agua obstaculiza cualquier medida lógica de higiene. Para las mujeres, en este escenario el acceso a un poco de agua no sólo significa que son ellas quienes invierten horas de sus vidas para obtenerla, sino que las obliga a quedarse en casa cuidando o recorriendo centros de salud porque sus hijxs sufren intoxicaciones severas, enfermedades respiratorias o dermatitis graves.
– No acceder al agua potable se convierte entonces en una violencia invisibilizada que clausura la autonomía de las mujeres pobres.
– Porque la posibilidad de poder desarrollarse en otros ámbitos de la vida está absolutamente limitada y sólo reproducen tareas de cuidados que tampoco son reconocidas como trabajo. La crisis del agua es una problemática invisible, porque somos las mujeres las que todos los días y de manera silenciosa le ponemos el cuerpo con infinidad de estrategias. Y es una violencia naturalizada, por lo tanto desarmarla no es fácil. Si lo pensamos desde el punto de vista estricto de la técnica, resolver el acceso al agua potable es una tarea de baja complejidad. Creo entonces que hay una definición política de no terminar con este tipo de violencia, que fundamentalmente impactan en el cuerpo de las mujeres. No encuentro otra explicación cuando una obra se ejecuta una, dos y tres veces mal. Implica también condenar a la precariedad a miles de hogares en el distrito más rico del país. Lamentablemente, la falta de agua potable es una de las violencias que aún no nos interpela como sociedad.
En los primeros minutos de ayer miércoles 15 de abril los medios de comunicación informaban que miembros de la Policía Bonaerense habían encontrado, en un descampado de Moreno, los restos de Camila Tarocco, la joven de 26 años que estaba desaparecida desde hacía 11 días. El hallazgo se produjo a solo cinco cuadras de la casa de la familia de su ex pareja, Ariel González, principal sospechoso por el femicidio.
* Por Valeria Garay
Este contexto de pandemia y de aislamiento obligatorio, que Camila cumplía para protegerse a ella y a sus hijos de 7 y 5 años, terminó siendo paradójicamente una trampa mortal, al verse obligada a convivir con su ex pareja, con quien ya mantenía un juicio por violencia de género.
“Ayer iniciamos otro día de esta cuarentena en la que los machos violentos no se toman descanso. Otro día en el que nos vuelven a arrancar a una mujer, una joven, una madre, una piba con proyectos y sueños, una piba de nuestros barrios. Otro día lleno de tristeza, bronca e impotencia porque parece que nuestros esfuerzos organizativos no alcanzan, no alcanzan los avances en las leyes ni en las políticas públicas, no alcanza el repudio generalizado, no alcanzan las denuncias”, reflexionó Daniela Rodríguez, secretaria de Formación de la CTAA Capital e integrante de Ñanderoga, la primera casa de la Central Porteña de acompañamiento feminista en situaciones de Violencia de Género.
“Cada 29 horas están asesinando a una mujer, unas cuantas horas menos que antes de la cuarentena. Muchas de ellas denunciaron a su agresor y son muchas más las que conviven con sus potenciales asesinos en este marco de aislamiento social. Pero todo eso que sentimos cada vez que nos matan a una de nosotras, tiene que seguir alimentando nuestra organización, nuestra resistencia y nuestros reclamos de justicia y políticas públicas efectivas e integrales sobre todo en esta cuarentena. En este sentido, es importante entender que la violencia de género no se trata sólo de golpes y maltratos. Es la violencia económica que genera que las mujeres y las disidencias sexuales seamos las más precarizadas y las que accedamos a peores ingresos. Es la violencia institucional que nos deja indefensas ante la Justicia machista y patriarcal que perdona y libera a los femicidas”, agregó Daniela en un día donde se conocieron dos nuevos femicidios -el de Priscila Martínez en Santiago del Estero y el de Jésica Minaglia en Santa Cruz, siendo 15 casos en lo que va del aislamiento obligatorio.
“La hermana de Camila hizo público que al asesino se le había concedido la prisión domiciliaria -por un hecho anterior de violencia de género- y que no se le colocó la tobillera porque no había. A Camila ni siquiera le avisaron ni le dieron el botón antipánico. La Justicia entera es responsable de su femicidio, por no cuidarla y por fomentar en cada acto la impunidad de los machos violentos, que nos matan y maltratan simplemente porque pueden hacerlo”, concluyó Daniela.
“No es una noticia, no son nombres y apellidos escritos en negrita con sus edades entre paréntesis, son mujeres que estaban vivas y ya no lo están, porque hay machos violentos, asesinos, femicidas, a quienes se les ocurrió matarlas, así de sencillo, porque se puede, porque hay un desorden social, cultural que los habilita, el horror es terrible y acostumbrarse es peor”, opinó por su parte Andrea Palacios, integrante del equipo de Ñanderoga.
Gessica Britez Ojeda, Promotora contra la Violencia de Género e integrante del Bachillerato Popular Alberto Chejolan, de la Villa 31, a su turno expresó: “Nos causa mucho dolor que cada día tengamos que sumar una piba más a la lista de femicidios. Estamos desamparadas, estamos al asecho de los violentos, las perimetrales en cuarentena nadie las controla, nadie acude al auxilio. Desde el Barrio 31 de Retiro pedimos justicia por Camila, pedimos Ni Una Menos, ya no queremos sumar más pibas a la lista negra, queremos vivir, queremos recursos del Estado para que nos proteja, para que no nos corten más las alas por el solo hecho de ser mujer.”
“¿Cómo podemos sobrevivir a esta pandemia femicida que nos ataca y quita la vida todos los días si el sistema patriarcal aprovecha la emergencia sanitaria que estamos pasando para liberar a uno de sus hijos para seguir perpetuando sobre nuestra cuerpa la injusticia machista que padecemos día a día? Nosotras, que vivimos en los barrios populares donde somos olvidadas, abandonadas por el Estado, debemos esforzarnos el doble con nuestras compañeras para que nuestras noticias salgan en los medios hegemónicos. En estos días de cuarentena nosotras no paramos, seguimos acompañando a las compañeras porque el violento no para nunca, está agazapado cual bestia esperando un segundo de soledad de esa mujer para atacar”, sentenció Lourdes Martínez, promotora de Ñanderoga en la Villa 31 e integrante del Bachillerato Popular Alberto Chejolán.
Por su parte, Ruth Sabanes, educadora del Bachillerato Popular Alberto Chejolán e integrante y promotora de Ñanderoga, agregó: “Pienso que las restricciones perimetrales no funcionan si las que tienen que avisar o controlar son las propias compañeras que están en la situación de violencia. Además, en cuarentena todo se complica y la violencia recrudece. El control debería ejercerlo el Estado sobre el violento. Las compañeras en los barrios son las que están sosteniendo las tareas comunitarias, especialmente los comedores y merenderos y son las más expuestas a las dos pandemias: la del coronavirus y la de la violencia machista”.
A su turno, Marilina Cibeira, integrante del Equipo Técnico de Ñanderoga, relató: “Ayer a la mañana leí la noticia sobre el femicidio de Camila y fue muy duro, una patada en el estómago que me dejó tratando de recuperar la voz y el aire hasta ahora. En este contexto de aislamiento se me hace y se nos hace más difícil aún lidiar con esto porque si hay algo que supimos revitalizar las mujeres es el abrazo, la escucha, la mirada y la empatía, ponemos el cuerpo y el corazón para sostenernos entre todas. Soy consciente de que hoy muchas mujeres y niños están en la peor de las situaciones, son los que primero sufren la violencia machistas y por otro lado me da bronca por la poco visibilidad que tiene este tema, no escuché ni al Presidente ni a nadie decir nada y lo que no se nombra, no existe y eso es terrible, es estar a la intemperie.”
Para finalizar, Clarisa Gambera, secretaria de Géneros de la CTAA Capital, agregó: “El contexto de encierro está recrudeciendo la violencia en todo el país y está sucediendo en el resto del mundo. Los hogares son para las mujeres lugares peligrosos, convivir con violentos 24 horas es peligroso, no hay una respuesta comunitaria que genere anticuerpos contra la violencia machista y eso se nota porque no está la gente y los vecinos saliendo a defender a las mujeres cuando escuchan los gritos y las políticas públicas no están llegando a todas las mujeres. Es muy desigual el alcance de las políticas públicas en los distintos territorios y viene de un enorme vaciamiento y de precarización de esas áreas de atención y ahora hay que dar respuesta de máxima a una situación de emergencia, la emergencia sanitaria y la emergencia en violencia, con un Estado que venía muy lento en el alcance hacia todas las mujeres.”
“Cuesta territorializar y en ese sentido tuvimos como CTAA Capital -en conjunto con otras organizaciones sociales- una reunión con la Doctora Agustina Ciarletta, Directora de la Dirección de la Mujer, que pertenece al Ministerio de Desarrollo Social y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires. Allí le planteamos la necesidad de multiplicar la estrategia de las promotoras para tener patas en el territorio más cercano a las mujeres que necesitan saber cómo denunciar y sobre todo poder anticipar las situaciones para que no lleguen a ser de máxima gravedad. Una detección temprana de indicadores de violencia genera que la situación sea menos grave cuando estalla y eso lo pueden hacer las referentes promotoras contra la violencia, que son compañeras referentas de los comedores, que están en los barrios y que las mujeres las conocen. Ese rol debería ser reconocido, coordinado por el Estado porque sino son compañeras ayudando solas y la idea no es organizar de manera autónoma, sino que estemos coordinadas, reconocidas y que sea una tarea jerarquizada”, explicó Clarisa, quien además agregó: “también le expresamos a Ciarletta que sin presupuesto iba a ser difícil territorializar la Dirección de la Mujer y que en los Comité de Crisis que están pensando la Emergencia Sanitaria tienen que estar sentadas las compañeras que vienen dando batalla contra la violencia, porque transversalizar la perspectiva de género y poner en agenda en este contexto la emergencia para pensar toda la situación de crisis permitiría que sean más eficaces las políticas que acompañan esta situación para nosotras.”
Mediante el mecanismo de compra directa, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires realizó otra compra de barbijos para atender la demanda de la emergencia, en este caso con un sobre precio del 100 por ciento, a dos empresas intermediarias dedicadas a la informática. Las compras consistieron en 6 millones de barbijos a empresas intermediarias con un 100% de sobreprecio.
Pablo Spataro, secretario General de CTAA Capital, aseguró que «El Gobierno de la Ciudad tiene que convocar a un Comité de Crisis para discutir con todos los sectores de la sociedad como se gasta y en qué se gasta los recursos que son de todos. Estamos ante una nueva presencia de compras de artículos de primera necesidad por encima del valor del mercado, creemos desde la CTA que los mismos barbijos pueden ser comprados a cooperativas y empresas recuperadas a un precio más barato y de mejor calidad».
En el siguiente informe realizado por la CTA Autónoma Capital, el Observatorio de Derecho a la Ciudad, Unidad Popular y el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, se detalla el mecanismo por el cual el GCBA pagó de forma inexplicable $207 millones de pesos por sobre el valor de mercado de los barbijos que hoy por hoy son un bien tan escaso como necesario para atender la salud de nuestro pueblo.
Desde la CTAA Capital vemos con profunda preocupación la información sobre la compra de 15 mil barbijos tipo 3M por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a $ 3000 por unidad, el triple de su valor de mercado, a la empresa Green Salud, propiedad de Ignacio Saenz Valiente, director del Grupo Clarín.
Esperamos que el gobierno trasparente
la adjudicación de ese tipo de barbijos lo antes posible y brinde
toda la información sobre dicha adjudicación. Así mismo,
insistimos en la necesidad de la conformación inmediata de la Mesa
de Crisis para hacer más eficiente la gestión de esta emergencia.
Por último, reiteramos que junto a
las cooperativas de los movimientos populares estamos en condiciones
de fabricar tapabocas y otros elementos que en este momento le faltan
a muchos trabajadores y trabajadoras que desarrollan tareas
esenciales y quienes habitan en la Ciudad de Buenos Aires.
La CTAA sostiene la necesidad de priorizar absolutamente la salud de la población frente a cualquier otra consideración de orden económico. En ese sentido, los recursos que pudieran hacer falta para sostener la vida de los sectores económicos más vulnerables ante el parate de las actividades deben salir de los sectores más pudientes, aquellos que según todos los indicadores muestran que tienen «espaldas» para sostener solidaria y excepcionalmente el peso de esta crisis y no apresurar en cambio el regreso al trabajo de múltiples capas de la población.
Debemos sin embargo prepararnos para la eventualidad de que el abandono del aislamiento social, que hoy rige en forma obligatoria para amplios sectores de la población, se relaje con anterioridad a que las condiciones sanitarias sean las óptimas para el regreso al trabajo en ambientes laborales con contacto social y físico entre trabajadores. También, hay trabajadores de actividades que se han catalogado como esenciales, que hoy están realizando tareas en oficinas, locales y la vía pública.
Para todo esto, los compañeros Marcelo Fiscina, Gastón Kalniker y Guillermo Defays, desde las Secretarías de Salud Laboral, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo y Previsión Social de la CTAA Capital respectivamente, elaboraron un documento y una serie de cartillas que describen procedimientos y precauciones que los trabajadores deben tener en los ámbitos laborales ante la epidemia. Éstos se refieren a ambientes laborales que no son del área de Salud. Para los distintos ámbitos como hospitales, sanatorios y centros de salud, se deberán tener consideraciones particulares que los compañeros de esa área están encarando.
Los compañeros remarcan que, más allá de que las empresas, los gobiernos y sus organismos, puedan implementar medidas en el mismo sentido de las que se señalan en las cartillas, la garantía de que éstas acciones contribuyan a proteger la salud y la vida de los trabajadores, debe estar en la actitud activa y propositiva de los compañeros que, por ello deben organizarse al respecto en cada ámbito laboral.
A continuación se comparten cinco cartillas que detallan los derechos de las y los trabajadores en distintos ámbitos -oficina, atención al público, trabajo de maestranza, trabajos en la vía pública y teletrabajo- y un texto general, todo elaborado por las secretarías mencionadas.