No sólo porque gastamos miles de millones de dólares en importar combustibles; no sólo porque hay muchos ciudadanos sin red de gas ni luz; sino también porque no se avizora en pleno fin de ciclo una alternativa para superar la crisis. En este escenario es más urgente que los trabajadores desarrollemos nuestra propia plataforma.
La Argentina tiene un grave problema, el camino emprendido con la privatización nos llevó a un escenario que ni los más pesimistas imaginaron. Hoy dedicamos más de 14 mil millones de dólares en importar combustibles y gas, es un costo altísimo que tiene que pagar el pueblo argentino para mantener la tasa de ganancia de las empresas. El rojo energético es un grave problema para el desarrollo del país, de la industria, del empleo y el bienestar social general. No es una situación coyuntural lo que nos llevó a esa dependencia a las importaciones de energía, sino que es un problema estructural de un sistema energético parado bajo los cimientos de la privatización y la extranjerización.
YPF representa un poco más del 30% del total de la producción de hidrocarburos de todo el país. Es la única empresa que viene aumentando sus números de producción y extracción. El 70% restante, que pertenecen al sector privado, produce menos. Esto está sin discutirse. Obtienen millones de dólares en ganancias sin una política estratégica detrás que apunte al beneficio del país. ¿Para qué extraen hidrocarburos esas empresas? ¿Por qué no se debate qué hacer con el petróleo y el gas que pertenece a los argentinos?
Desde los sectores dominantes, todo indica que se va a seguir igual o se va a profundizar aún más el modelo de privatización y extranjerización, pero con el nuevo escenario de Vaca Muerta como promesa. Ninguna de estas salidas apunta a una verdadera soberanía energética y nacional. No quieren debatir, por ejemplo, sobre las nuevas técnicas de extracción como el fracking (o fractura hidráulica) que tanta resistencia y cuestionamientos genera por las consecuencias ambientales que trae.
Problemas y propuestas populares: cuestión de prioridades
1- Tenemos una matriz energética extremadamente dependiente de los hidrocarburos
No se puede salir de esta crisis, que en parte es una crisis de dependencia a los hidrocarburos (combustibles fósiles), apostando a más hidrocarburos como fuente exclusiva. Más del 90% de nuestra matriz depende del gas (54%) y del petróleo (33%).
Es necesario cambiar este rumbo. Debemos darle lugar a otras fuentes –ya hay avances con el complejo nuclear y nuevas promesas en el ámbito de la energía hidroeléctrica-. Necesitamos apostar seriamente a las energías que van a ser el aporte principal de la revolución energética para nuestro planeta, como la eólica, solar, mareomotriz, entre otras.
Necesitamos impulsar con fuerza a las agencias de investigación y universidades nacionales para pasar de energías complementarias a ser desarrollos nodales concretos que puedan cubrir las necesidades sociales.
La diversificación de nuestra matriz energética es posible y necesaria. Pero falta voluntad política. Es responsabilidad de los sectores populares impulsarlo.
Necesitamos la derogación de la llamada “Ley Corta” (2006), devolviendo el dominio jurisdiccional del subsuelo al Gobierno Nacional. Esta es la única forma de tener una política hidrocarburíferas nacional e integral.
Necesitamos declarar como servicio público la provisión de los combustibles sólidos y líquidos, el gas, la electricidad, el agua y los servicios sanitarios.
Necesitamos estatizar totalmente (100%) YPF S.A.: necesitamos convertirla en YPF Sociedad del Estado y otorgarle la exclusividad en la gestión operativa del sector hidrocarburos líquidos, transformando las actuales concesiones de explotación en contratos de operación.
Necesitamos realizar una exhaustiva evaluación independiente de las empresas de las reservas hidrocarburíferas,
Necesitamos formular un plan de corto y mediano plazo tendiente a recomponer paulatina y sensatamente el autoabastecimiento, enmarcado en una renovación de la matriz energética.
2. La extranjerización y privatización de nuestros bienes energéticos
La privatización y extranjerización permitió el saqueo energético ocurrido en nuestro país. Pasamos de autoabastecernos a tener que destinar millones de dólares en importar combustibles. Esto se produjo porque el sector privado hace y deshace lo que quiere. No hay visión estratégica estatal. O, mejor dicho, la visión estatal es a través de las empresas privadas.
Necesitamos emprender un proceso que revierta esa situación, que ponga al Estado como actor protagónico, pero que incorpore a la gestión y conducción de las políticas y las empresas a diversos sectores sociales de nuestro pueblo, como los trabajadores y las organizaciones sociales. Esta es la única forma de recorrer un camino hacia la verdadera soberanía.
Necesitamos que Edenor, Edesur, Edelap y todas las empresas privatizadas en todo el sistema eléctrico del país pasen a manos del estado. Pero estatización no como un fetichismo estatal, sino que necesitamos que estén dirigidas hacia los intereses de los sectores populares y con gestión de calidad.
Necesitamos reintegrar la cadena del gas (producción y transporte), creando una nueva empresa estatal única; Gas del Estado S.E.
Necesitamos reformular todo el sistema tarifario de los servicios, de modo de establecer una jerarquía progresiva, uniformidad para todo el territorio nacional y valores subsidiados para la población de bajos ingresos.
Necesitamos reformar los marcos regulatorios del gas y la electricidad y establecer los de los demás servicios, reconvirtiendo los entes reguladores en organismos estatales, no independientes, con direcciones idóneas. Necesitamos re-estatizar el despacho unificado de cargas de la electricidad.
Necesitamos fijar precios y/o márgenes de utilidad en los distintos subsectores de las cadenas de valor.
Necesitamos re-jerarquizar a la Secretaría de Energía de la Nación (hoy cumpliendo un diminuto papel en cuestiones de política energética) ampliando su rol planificador y su dotación de personal calificado.
Hay otros aspectos que debemos atener, entre ellos un cambio en el consumo, favoreciendo el uso responsable de energía. Esa concepción en sí misma es inconducente para los sectores populares, sobre todo si tenemos en cuenta que hay miles de hogares que ni siquiera acceden a los servicios básicos. Pero si la concepción que se tiene de la energía deja de tener peso de “commodity” y pasa a ocupar un rol estratégico como base fundamental de sostén de políticas sociales, como ocurre en Venezuela o Bolivia, otro consumo necesitamos tener. Otro vínculo y otro uso de la energía necesitamos construir como sociedad. Para eso hay que terminar con la privatización.
Necesitamos entender que la energía en un derecho humano y un problema de todos. No tendremos solución a la actual crisis energética repitiendo los pasos fallidos ya transitados.