Más de una tonelada de cocaína fue enviada a Portugal y España en bolsas de carbón blanco, a partir de 2012, procedente de Quitilipi, provincia de Chaco. La operatoria, en realidad, había comenzado en el año 2005 y para realizarla, los integrantes de la banda contaron con la colaboración de nichos corruptos de las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales, funcionarios de varias aduanas en la Argentina y otras tantas reparticiones, según la investigación del periodista Germán De Los Santos.
Por Carlos del Frade, Periodista. Agencia de Noticias Pelota de Trapo (APE).
La cocaína llegaba desde Bolivia y varias veces se alojó en distintos territorios de la provincia de Santa Fe, entre otras.
Hay casos comprobados de la salida de la cocaína desde el puerto de Rosario, entre otros lugares.
La vieja ruta inaugurada por las dictaduras de Argentina y Bolivia, ahora reciclada en pleno tercer milenio.
Todos estos datos fueron aportados durante los tres meses que duró la llamada causa “Carbón Blanco” y cuya sentencia se leyó a mediados de septiembre en la sala de audiencias del tribunal oral de Resistencia.
Fueron condenados los jefes de la banda, el abogado Carlos Salvatore y el empresario futbolístico Patricio Gorosito, que recibieron penas de 21 y 19 años, respectivamente; mientras que los otros imputados, Juan Carlos Pérez Parga y Héctor Roberto fueron sentenciados a 17 años, mientras que Rubén Esquivel fue condenado a 12 años.
El mito que circulaba en los tribunales federales de Resistencia es que éste era el cartel de la SIDE, uno de los negocios del ahora famoso Jaime Stiusso –le contó De Los Santos a esta agencia.
El ahora buscado integrante de los servicios de informaciones argentinos no hace más que repetir una vieja historia que comenzó a fines de los años setenta, como negocio paraestatal entre las dictaduras de Videla y Banzer, como alguna vez se afirmara en una de estas columnas (Ver “El origen del poder narco”).
El pasado sigue abierto en el presente, entre otras cosas, por la continuidad de los negocios ilegales de los gobiernos, como es el caso del narcotráfico.
Michael Levine trabajó para la DEA y la embajada norteamericana en la Argentina a partir de 1978 y, quince años después, en 1993, escribió parte de sus memorias en el libro titulado “La gran mentira blanca”.
Entrevistado por el equipo periodístico de Radio Futura de la ciudad de La Plata, Levine contó que varios de los represores argentinos eran pagados por la CIA.
“En la sede de la embajada de los Estados Unidos, los informantes decían qué oficina iban a visitar, y me di cuenta de que los informantes nuestros estaban visitando la CIA y después venían a mí”. Esta información no le habría requerido a Levine mayor atención de no haber sido por el narcogolpe en Bolivia.
Tras el encuentro con el narcotraficante Hugo Hurtado, el agente de la DEA envió a sus superiores toda la información recolectada, y pidió los recursos para capturar al boliviano. Sin embargo, se encontró rápidamente con una tenaz resistencia a que la operación avance, y sus informes no encontraron ninguna respuesta. Cuando finalmente Hurtado cayó detenido, Mario visitó a Levine una vez más. El militar argentino se negó a entregar el traficante a la DEA, pero le dio una cinta de la sesión de tortura donde confesaba y explicaba cómo se organizaba el golpe en Bolivia, incluyendo la participación de narcos, militares argentinos y la CIA.
“La confianza que le generó Levine a Mario y otros militares argentinos, fue el marco donde uno de ellos se tomó el tiempo para explicarle la situación que estaba presenciando: “un día trabajaba con uno de los informantes que era jefe de una división de milicos y me dice, ‘qué pasa con ustedes, ¿no sabe la DEA lo que está haciendo la CIA?, nos está pagando para apoyar los a traficantes porque son anti izquierdistas, y la DEA nos está pagándo para tumbarlos’. Los argentinos estaban recibiendo sueldos de ambas partes del gobierno”, sostuvo Levine en la nota realizada por los periodistas platenses.
De tal manera, aquella ruta inaugurada por los negocios paraestatales de las dictaduras de Videla y Banzer, es la misma por la que transitaba el carbón blanco de Stiusso. La matriz invicta de uno de cinco principales negocios del capitalismo, el narcotráfico.