El siguiente documento expresa la posición de la CTA Capital ante el ballotage. A su vez anuncia lo que será una nueva jornada de lucha, convocada para el próximo 2 de diciembre.
Compartimos el escrito:
La llamada política de los 90 (década en la que nació nuestra Central), género no solo un empobrecimiento y pérdida de empleo de la población y un quiebre de la economía y deterioro de funciones del estado; sino también terror en la población, ante la posibilidad de volver a caer en estados de anarquía (con represión y muertes en 2001) y que, en la memoria colectiva, llevaba al recuerdo del caótico final del gobierno de Alfonsín. Este terror, era continuación y recreación de aquel otro terror dictatorial (1976-1983) como herramienta de control social, ahora bajo las condiciones democráticas.
Decíamos “no solo esto generó”. Los sectores dominantes (nativos y extranjeros) aprovecharon ese “terror” social para recuperar o avanzar en su voraz iniciativa para quedarse con la renta de los argentinos. Lo hicieron con la convertibilidad de los 90 y lo profundizaron, luego, con la mega devaluación del 2002. Hasta aquí una historia reciente conocida por todos.
Pero también pasaban otras cosas en el llamado campo popular (partidos progresistas u organizaciones que surgieron al calor de la lucha contra el menemismo). Quizás porque fuimos atravesados por ese terror instalado en la sociedad, se expandió como sentido común- traducido en ejes de discursos y gestión de gobierno- la creencia de que el “posibilismo” seria, desde ese momento, lo que marcaría los “avances” sociales. La CTA no ha sido una excepción, pero su nacimiento rupturista y transformador, aún la tensiona para recuperar ese origen. No es casual que hoy existan dos CTA, una que no ve más allá que su adhesión al gobierno de turno y la nuestra, Autónoma.
Cuando Aníbal Ibarra o Daniel Filmus (y una cantidad de organizaciones progres que los rodeaban) venían a buscar el apoyo de la Central; analizábamos que la aparición de la llamada “derecha macrista” fue una obra de los que tenían un buen discurso de “izquierda”, pero sus medidas eran de neto corte neoliberal y no solucionaban los más elementales problemas de la población. El progresismo posibilista, gesta condiciones para el avance de la derecha.
En este contexto y con estas características, aparece el kirchnerismo de 2003 a la fecha. En su primer etapa, “sedujo” a ese sector progresista con medidas y políticas que aparentaban de avance: la transversalidad, los DDHH, la universalización de derechos, la política de subsidios, etc. Del 2007 en adelante todo comenzó a cambiar. Tanto en lo político (acuerdos con el PJ feudal) como en lo económico (pago de deuda, nueva ley de jubilaciones sin 82% móvil, destrucción de estadísticas públicas, etc).Son años de recomposición de la ofensiva del capital contra los trabajadores: con flexibilización, precariedad, tercerización, caída del salario y empeoramiento de las condiciones de empleo, subempleo y desempleo.
Son años de recomposición de la ofensiva del capital contra la Naturaleza y el saqueo de los bienes comunes: con el proceso de extensión de la frontera agrícola para la exportación (sojización), la mega-minería a cielo abierto, la explotación de hidrocarburos – ahora los no-convencionales vía fractura hidráulica- la especulación inmobiliaria desenfrenada, que fagocita el suelo en las ciudades.
Son años de recomposición de la ofensiva del capital contra el conjunto de la sociedad, afectando la SOBERANÍA POPULAR.
También cambió el modelo productivo y este “Maldesarrollo” agravó sus peores características, alentando el saqueo, dilapidando nuestra riqueza y consolidando el consumismo. El consumismo viene acompañado de un mayor endeudamiento del Estado y de las familias, especialmente de nuestros trabajadores, inducidos a comprar y gastar en un mercado dominado por monopolios.
Se acerca la fecha del ballotage del 22 de noviembre para optar entre Scioli y Macri (71% entre ambos en las elecciones presidenciales del 25 de octubre). Son las caras de la misma moneda: la continuidad de un modelo de ganancias para las transnacionales y los grupos concentrados y, al mismo tiempo, de ajuste, exclusión, pobreza y menor capacidad de consumo para las capas medias y populares en la Argentina.
Gane quien gane el 22 de noviembre, la etapa que viene será un desafío para el movimiento obrero ya que el futuro escenario no parece nada alentador para los trabajadores y el pueblo argentino. Otro ejemplo que va en este sentido tiene que ver con la discusión que estamos dando en pleno siglo XXI para defender el derecho a huelga. Hace poco días la Corte Suprema de Justicia de la Nación realizo una audiencia para escuchar a las partes interesadas en el Derecho a Huelga, donde participó la CTA Autónoma.
Sí, todavía hoy es necesario reivindicar esa herramienta (ese derecho fundamental) que ha permitido incontables mejoras y conquistas para los trabajadores y la sociedad en su conjunto.
En la actualidad, los trabajadores nos enfrentamos a importantes desafíos, tanto en el plano mundial como en el local. En la OIT se desarrolla una ofensiva coordinada por el llamado «Grupo de Empleadores», que buscan eliminar todo vestigio del derecho a huelga de las normas internacionales del trabajo.
En nuestro país, esta ofensiva implicará no sólo intentos de avanzar con una mayor precarización laboral, sino también el surgimiento de discursos que plantean que no debemos profundizar nuestros reclamos ya que ello podría poner en riesgo el funcionamiento del modelo económico actual (para nosotros modelo extractivista y depredador). En otras palabras, quieren que nos quedemos conformes con la actual situación, quieren que no reclamemos nada.
En diciembre nos visita en la Argentina el titular de la OIT, invitado por la UIA, quienes pretenden potenciar la ofensiva contra el Derecho de Huelga.
En este contexto, defender el derecho de huelga es determinante, porque es un instrumento imprescindible para llevar adelante las iniciativas y luchas de las clases populares contra un sistema que excluye, empobrece y precariza a las grandes mayorías.
Por tal motivo, resultan fundamentales los debates en la propia CTA Autónoma, buscando la necesaria y fundamental opinión y decisión colectiva, que es muy importante en la hora actual. Debemos reforzar la autonomía y desarrollar más organización para enfrentar lo que viene.
Para el movimiento obrero, creemos que el gran desafío es poder resolver los temas que durante todo este tiempo no se han podido resolver, porque ha habido una negativa por parte del gobierno actual, que ha tenido una mirada y una actuación que se basó en convocar sólo a los amigos y a los que piensan igual al gobierno en el plano nacional, o no convocar a nadie, o solo convocar a las burocracias sindicales en el plano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Imaginemos la situación luego del 22 de noviembre, gane quien gane, y con los guiños que se están haciendo al poder mundial en materia de favorecer inversiones externas y seguir la política de pagar deuda para recibir más préstamos externos.
La defensa del salario, la libertad y democracia sindical, la lucha contra la precarización laboral, las condiciones de trabajo, la defensa del convenio colectivo y de los puestos de trabajo, la eliminación del impuesto al trabajo (mal llamado «ganancias»), la defensa del derecho a huelga, el 82% móvil (en serio), son algunos de los puntos centrales de los trabajadores, para la nueva etapa que se viene en el país.
Por tal motivo, el ejercicio de la Unidad de Acción que hemos desarrollado desde la CTA Autónoma (no sin discusiones, ni críticas) requiere de mayor profundización en el debate y en la calle. En todo este tiempo, hemos desarrollado un programa de reivindicaciones-demandas, inclusive con paros generales muy fuertes, que no tuvo ni mesa de diálogo ni respuesta del gobierno nacional. El escenario futuro no será distinto, salvo que los trabajadores organizados ganemos la calle, en momentos en que puede ampliarse el espacio de la unidad de acción.
La CTA Autónoma vive la complejidad que vive el país y que también transitan las organizaciones sociales, territoriales y del movimiento obrero, porque este proceso no deja de ser una disputa para avanzar hacia una democracia participativa, recuperando la soberanía popular para ponerle fin a un modelo económico que sólo beneficia a las multinacionales y mercados del capitalismo desarrollado, y que expande el terror – que repudiamos- en el mundo.
Nosotros creemos en la autonomía en serio. Creemos en la autonomía de la CTA de los partidos políticos, del gobierno y de la patronal. Sea privada o estatal
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Por lo expuesto, ante la agenda electoral de la cual no participamos institucionalmente, reafirmamos que elegimos seguir peleando en los lugares de trabajo y en las calles enfrentando las tendencias a la criminalización de toda forma de protesta social,, junto a todas las organizaciones y los trabajadores que así lo decidan, por los derechos básicos de los trabajadores y de la ciudadanía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
EL 22 Y DESPUÉS
LAS y LOS TRABAJADORES ELEGIMOS
LUCHAR Y SER PROTAGONISTAS