Comienza el ciclo de cine en la Casa Cultural Pepa Noia. La Guardería, dirigida por Virginia Croatto, será la primera película del ciclo de cine debate que comienza este jueves 12 de abril a las 20 en la Casa Cultural Pepa Noia (Brasil y Defensa, de San Telmo).
Cuando a los 8 años Virginia estuvo viviendo en la casa blanca con jardín y palmeras de La Habana nunca imaginó que años más tarde sería el escenario que daría lugar a su primer largometraje, La Guardería, que cuenta los años en que los hijos e hijas de los Montoneros vivieron allí para ser protegidos de la dictadura argentina (1976-1983).
La guardería es una película que habla sobre una gran casa blanca con jardín y palmeras, en La Habana, Cuba, hogar durante muchos años de un grupo de más de 30 niños cuyas edades iban de los 6 meses a los 10 años. Eran hijos de militantes de la organización Montoneros, que pasaron una parte importante de su infancia lejos de sus padres.
Estos niños, hoy hombres y mujeres, nos cuentan su historia, recrean las fantasías y recuerdos de su estadía entre 1978 y 1983 en esa casa que llamaban “La Guardería”. Estaban a cargo de otros compañeros, quienes les daban el cariño y los cuidados que necesitaban, aprendieron a relacionarse con otra cultura, sin perder la propia, a convivir con la nostalgia, a esperar con ansias las cartas o noticias de sus padres, que sabían que sus hijos eran objetivos militares, y que si no los preservaban podían ser secuestrados, apropiados y desaparecidos.
La directora del film fue una de eso niños, y en esta película intenta buscar en los adultos de hoy a esos niños que fueron, con las construcciones fantásticas y el sentido de la realidad, con los juegos, y la historia familiar que les era común, con el temprano contacto con la muerte, con la alegría y la tristeza de esos años. Le interesaba además confrontar la similitud entre las fantasías que ellos tenían sobre su país y las de sus padres. Reconstruir el modo como entendían el exilio y las razones por las que estaban lejos, y también sobre cómo ven hoy su historia y su relación con las decisiones que sus padres tomaron, y que marcaron su infancia.
El regreso al país –en el mejor de los casos con sus padres, y en otros con abuelos o parientes–, implicó enfrentarse a una realidad que no conocían. La Argentina real distaba mucho de la fantasía que habían creado sobre ella, y volver, si bien era cumplir un sueño, no era como siempre lo imaginaron.
¿Qué queda de aquella niñez?, ¿Qué marcas se hicieron cicatriz y de cuáles fue necesario deshacerse?, ¿Cómo y qué era Argentina para ellos?, ¿Cómo la veían desde Cuba?, ¿Cómo fue el reencuentro esperado? Estos niños han crecido, han tomado diferentes caminos y hoy pueden ver su historia con la perspectiva que le permiten los años, y al reencontrarse no hay duda que el sentimiento de familiaridad que se creó hace más de treinta años, sigue vivo: siempre serán los niños de la guardería cubana.