El jueves por la tarde Zabaleta se vistió de solidaridad: en un escenario montado en el medio del barrio donde viven Iván y Ezequiel, los chicos de La Garganta Poderosa que fueron torturados por la Prefectura se realizó una conferencia de prensa contra la violencia policial e institucional.
* Por Inés Hayes
Se hicieron presentes referentes de derechos humanos como Nora Cortiñas, Pablo Pimentel, Vanesa Arieta y Horacio Verbitsky quienes volvieron a denunciar la violencia institucional que se vive diariamente en los barrios más desprotegidos del país. Iván también habló y recordó a todos los jóvenes que ya no están porque fueron asesinados por las fuerzas represivas del Estado. También hubo un saludo del Indio Solari.
En la intersección de cuatro esquinas del barrio de Zabaleta, ubicado en la Villa 21-24 de Barracas y con la presencia de organizaciones sociales, políticas, sindicales y culturales, se llevó adelante una conferencia de prensa para denunciar la violencia estatal e institucional que se desata diariamente sobre los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Ante una calle llena de hombres, mujeres, jóvenes y niños, Ignacio XX de La Garganta Poderosa, relató con precisión y detalle las torturas que sufrieron Iván y Ezequiel, de 18 y 15 años, cuando fueron violentamente apresados por los prefectos: los torturaron en una garita, golpeándolos salvajemente y quemándolos con cigarrillos, los hicieron correr esposados al lado del riachuelo, los amenazaron con tirarlos al agua y les apuntaron simulando fusilarlos. Apretando los dientes y conteniendo el llanto, con la mirada fija y casi sin pestañear, Iván y Ezequiel escuchaban el relato de lo que habían vivido hacía unos días mientras que Nora Cortiñas parecía abrazarlos con su mirada. “Podrían haber sido sus hijos, sus nietos, sus sobrinos”, dijo Ignacio mientras seguía denunciando lo que pasó.
Unos días después de haber sido torturados, Iván fue invitado a un programa televisivo de C5N para que contara lo sucedido: “Yo fui a contar lo que nos había pasado pensando que era una forma de protegernos, pero al día siguiente cuando volvía a mi casa vi a los prefectos pegándole a un chico y diciéndole que dejara de denunciarlos en los Medios. Me acerqué y les dije que lo dejaran porque había sido yo, me corrieron hasta mi casa pero por suerte hoy estoy acá contando todo esto”, dijo Iván con la voz entre cortada. Detrás suyo, su madre, con una mano sobre su hombro, se esforzaba por contener las lágrimas. “Si mi familia se puso tan mal por todo lo que nos pasó, no me quiero imaginar cómo estarán las familias que perdieron a sus hijos, nietos o sobrinos. Por todos ellos y porque no vuelva a pasar es que estoy contando todo esto”. En la calle, mujeres, hombres y jóvenes aplaudían con la emoción en la piel. Iván agradeció también la presencia de algunos de sus profesores y del Centro de Estudiantes del Normal 5, escuela de la que es alumno de cuarto año.
“Violencia institucional no es sólo la represión”, comenzó sus palabras Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, “violencia institucional es no tener casas dignas, es no poder llevar a nuestros niños y familiares al hospital porque a las 12 de la noche se cortan los transportes porque no quieren venir a las zonas ‘peligrosas’, violencia institucional es que nuestros pibes tengan problemas de aprendizaje porque no comen bien”, detalló Arieta ante los aplausos de todos los presentes.
Cuando le tocó a Horacio Verbitsky, director del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), puso el acento en que si bien los prefectos fueron separados de sus cargos, ni el Ministerio de Seguridad ni el Gobierno Nacional dijo una sola palabra sobre lo sucedido. El periodista desmintió además el discurso dominante de los grandes Medios en relación a la inseguridad y dijo que Argentina sigue siendo un país con bajos índices de delincuencia.
En la conferencia también hubo un momento para la autocrítica: “tenemos que pensar qué estamos haciendo mal los organismos de derechos humanos porque no puede seguir pasando esto”, dijo Pablo Pimentel, titular de la APDH de La Matanza, al tiempo que celebró la valentía de los chicos por denunciar esta situación. Pimentel habló también de la necesidad de seguir luchando por conseguir un mundo que reparta equitativamente las riquezas para terminar con la violencia en todas sus formas.
Y fue Norita, la madre de todos y todas, la que cerró el acto con la fuerza y la ternura de siempre: llamó a no abandonar la lucha y a acompañar siempre a Iván y a Ezequiel para que Nunca Más ningún joven vuelva a pasar por eso.
Entre los presentes estaba Rosa Bru, la mamá de Miguel Bru, así como familiares y amigos de otros jóvenes asesinados por las fuerzas represivas. CTA Capital, el Espacio de Niñez y Territorio, Ruca Hueney, Pelota de trapo, SiPreBA, así como agrupaciones docentes y de derechos humanos se contaron entre las presencias y hubo cientos de adhesiones de diferentes organismos políticos, sociales y culturales. “Pensaron que nadie iba a salir por Iván y Ezequiel, miren todos los que somos”, dijo Ignacio sin perder nunca la confianza en que es en la organización donde está la esperanza.