14595755_1193753307329394_3953434724339097332_nDespués de haber pasado la noche en la Unión Solidaria de Trabajadores (UST-CTAA), ubicada en la localidad de Avellaneda, los más de 300 pibes y pibas de los barrios bonaerenses retomaron la caravana para llegar a la Villa 21-24 de Barracas donde el Padre Toto los recibió en la Iglesia de Caacupé. A la tarde, acompañados de miles de personas y organizaciones sociales, llegaron a Plaza de Mayo donde gritaron con todas sus fuerzas: “¡Con ternura venceremos!”.

* por Inés Hayes

Bajo el cielo gris, la caravana recorrió las calles y pasillos de la 21-24 cantando “Alerta, alerta, alerta que caminan los pibes organizados por los barrios de Argentina” mientras vecinos y vecinas se asomaban a las ventanas y aplaudían acompañando la marcha. Tomados de la mano, niños y niñas, con sus caras pintadas y carteles colgando, en los que podían leerse mensajes de organización y esperanza, caminaban al ritmo de los tambores.

Luego de ser recibidos por el Padre Toto en la Iglesia Caacupé, llegaron a la Escuela Número 12 y se concentraron en el patio a donde llegaron también chicos y chicas de otras escuelas del barrio. “Qué bueno que los niños marchen por sus derechos, todos tenemos derecho a vivir bien y a tener salud y educación”, dijo una vecina que se acercó a preguntar de qué se trataba la marcha.

14721693_1193758327328892_4796843741604513497_nPasadas las 14.00, miles de chicos y grandes se fueron concentrando en Avenida de Mayo y 9 de Julio para marchar a Plaza de Mayo. Arriba del camión, lleno de dibujos y carteles hechos por los mismos chicos, Clarisa Gamberra, integrante de Niñez y Territorio, contaba las razones de la movilización: “Los pibes y las pibas no son peligrosas, están en peligro, pero estamos organizados para luchar por sus derechos, el derecho a la educación, al trabajo de sus padres, a la vivienda digna, a la salud, al juego”. Al compás de los tambores, comenzó a caminar la caravana, conformada por cientos de organizaciones sociales que trabajan a diario para garantizar una infancia digna.

“Estamos acá como si estuviéramos con nuestros hijos e hijas, porque ellos luchaban como se está luchando ahora, para que no haya chicos en la calle, para que no haya hambre, para que haya trabajo para todos y todas, para que las familias se puedan mantener sin que les tengan que dar limosnas, para que la Argentina sea un país digno de ser vivido”, dijo Norita Cortiñas mientras caminaba tomada de la mano de los niños y las niñas, llevando -como ellos- la bandera de colores en defensa de la infancia.

Niños y niñas de las diferentes organizaciones que integraban la caravana, leyeron un documento que denunciaba la crítica situación que atraviesan los pibes y pibas de los barrios más humildes, quienes además de no tener garantizados todos sus derechos, sufren diariamente la estigmatización social y la persecución policial.

Ya en la plaza, en el camión escenario, Omar Giuliani, integrante de Niñez y Territorio y Coordinador de Ruca Hueney dijo: “A pesar de lo que nos han hecho, la clase trabajadora está dispuesta a transformar esta sociedad. Tenemos que salir a enamorar a nuestro pueblo porque los pibes no son peligrosos, están en peligro y son la solución de nuestro país”. Giuliani agregó además que “esta caravana seguramente será el preludio para construir una gran marcha de los pibes y las pibas”.

La jornada continuó con las canciones interpretadas por violines, flautas, contrabajos, chelos e instrumentos de percusión tocados por chicos y chicas de diferentes barrios de la Ciudad de La Plata que conforman la Orquesta Barrial en Movimiento. Chicos y grandes bailaron al son del clásico de María Elena Walsh “La naranja se pasea”.

Para terminar las tres jornadas de la caravana, niños y adultos se acercaron a la valla que separa la plaza de Mayo de la Casa de Gobierno y levantando sus manos y manitos lanzaron avioncitos de papel al aire, en los que se leían derechos y esperanzas por un mundo mejor: “deseamos que todos los niños y niñas tengan una vida digna”, decía uno de los avioncitos, y el deseo quedó flotando en el aire.

 

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