En una sesión llena de controversias, Diputados aprobó dos proyectos de fuerte contenido económico. La apuesta del oficialismo y la unificación de los bloques opositores, puntos neurálgicos de cara a un Senado todavía incierto.
La antesala: entre Bregman y Julio Roca
Todo un año condensado en un solo día. La sesión especial del martes en la Cámara Baja fue la síntesis de la política local. Con un temario apretado, el último punto del orden del día, el más álgido de la jornada, no se abrió a debate sino hasta las 20:30 horas.
Mucho más temprano, casi diez horas antes, ya había pasado la renuncia de la diputada Myriam Bregman para cederle su lugar a Juan Carlos Giordano, el homenaje al cura Brochero, a Fidel Castro y a Julio Argentino Roca. Todo con diferencia de minutos apenas.
Poco después, pasado el mediodía, alzó la mano Héctor Recalde, presidente del bloque del Frente para la Victoria (FpV), planteando una cuestión de privilegio, la primera de la sesión. Sin mayor preámbulo, pidió aprobar un rechazo al decreto que abrió el blanqueo a familiares de funcionarios.
Aunque no fue el único. Al pedido se sumó también el Frente Renovador, en la voz de un efusivo Felipé Solá, que graficó la decisión presidencial con denodada soltura: “El niño mimado quiere que su papi pueda blanquear”. Pero no prosperó.
A renglón seguido, la diputada Carolina Gaillard (FpV) planteó una nueva cuestión de privilegio y denunció sin tapujos la esquiva reacción del gobierno frente al pedido internacional sobre Milagro Sala. “Ningún ciudadano puede estar privado de la libertad por el parecer de la mayoría”, dijo después de calificar su detención como una “barrabasada jurídica”.
La respuesta llegó a través de las radicales jujeñas Gabriela Burgos y Alejandra Martínez, quienes rechazaron la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA) por responder al “lobby kirchnerista”. El altercado, finalmente, se cerró con otra cuestión de privilegio, esta vez solicitada por la diputada Sandra Mendoza, quien, tras varios titubeos, calificó a sus colegas de “brutas de brutalidad absoluta”.
Detrás de escena: acuerdo e impuesto progresivo
Mientras tanto, a poco de abrirse el debate sobre la ley de emergencia social, las negociaciones sobre el impuesto a las ganancias continuaban fuera del recinto. Y alrededor de las 16, por fin el acuerdo.
El anuncio se hizo con conferencia de prensa incluida. Estaban presentes los representantes del Frente para la Victoria, del Bloque Justicialista, del Frente Renovador y de Progresistas. Dijeron por fin lo que podía preverse: unificación de los diversos dictámenes de la oposición para superar en votos a la propuesta del oficialismo.
Entre los puntos más destacables del texto final, se previó un mínimo no imponible de $34.500 brutos para solteros, actualización de escalas, deducciones progresivas, alcance obligatorio para los nuevos jueces e imposición a la minería, dividendos, remisión de utilidades al exterior, juego e inmuebles improductivos.
La escena: doble media sanción
Cuando llegó el turno de votar la ley de emergencia social, el reloj marcaba las 20. Tiempo antes, los diputados del FIT ya habían anunciado que se abstendrían. “No recuerdo antecedentes de una tregua de estas características”, cuestionó Néstor Pitrola, soslayando el contenido autónomo del acuerdo. Como cualquier otro convenio colectivo de naturaleza laboral.
Por lo demás, la mayoría estuvo por la positiva, de manera abrumadora. Sólo empañaron las cuatro abstenciones cosechadas por el FIT y un solo voto negativo: el del empresario salteño Alfredo Olmedo, hacia la derecha del hemiciclo.
Así, sin tiempo para mayores dilaciones, el presidente del cuerpo, Emilio Monzó, abrió el debate sobre el proyecto de ganancias. La palabra la tomó primero Luciano Laspina, titular del bloque oficialista, a quien le siguieron, uno a uno, decenas de diputados más.
Pero cerca de las 23 los bloques opositores cerraron de hecho el debate. Mocionaron a favor de anticipar la votación e impusieron su voluntad por 148 votos a 87. Fue una muestra de lo que sería el equilibrio final de las fuerzas.
Primero, naturalmente, se sometió a votación el dictamen mayoritario, el impulsado por Cambiemos. Aunque sabían que no contaban con los votos suficientes. Y así fue: 144 a 88, y rechazo a la propuesta oficial.
De esta forma, el camino quedó allanado. La propuesta acordada por los bloques opositores se puso a consideración con mayor suerte. Por 140 votos a 86, la Cámara de Diputados dio media sanción al nuevo régimen de ganancias.
El final de la historia se definirá entonces en el Senado, aunque todavía no hay fecha cierta. Allí será crucial el peso de los gobernadores. Cambiemos intentará por todos los medios impedir la sanción definitiva de la ley. El costo político de un nuevo veto sería para el gobierno el peor escenario posible.
Federico Dalponte – @fdalponte