A pesar de que en marzo de este año la Justicia ordenó la reapertura del Lactario del jardín ubicado en el hospital Ramos Mejía, el gobierno de Rodríguez Larreta sigue empecinado en atacarlo y ahora avanza con una nueva iniciativa que pone en peligro el derecho a la educación de lxs niñxs en Balvanera.
* Por Mariano Pasi, secretario de Organización de CTAA Capital Regional Centro
Por medio de la Resolución Nº 3968/MEIGC/2018, Rodríguez Larreta y la Ministra de Educación, Soledad Acuña, decidieron trasladar todo el jardín del Ramos Mejía hacia el edificio de una nueva escuela infantil que se está construyendo a 5 cuadras, en la esquina de la plaza Manzana 66 que da a Catamarca y Moreno. Esta decisión es profundamente perjudicial desde muchos puntos de vista y para diversxs actorxs.
En principio, porque la escuela que se construye en la Manzana 66 es producto de la lucha que lxs vecinxs de Balvanera organizados en la “Asamblea Manzana 66” dieron durante cinco años para obtener más vacantes en el barrio. Esto se ve reflejado en que dicho inmueble fue creado por medio de la Disposición Nº 367/DGAR/2018, la cual habla de “la necesidad de ejecutar los trabajos de obra nueva en el edificio de la Escuela Infantil de Creación, Distrito Escolar 6°”. Es decir, creación de una escuela infantil que -según la Licitación Pública Nº 210-SIGAF-18 (11-18)- tendría “doce (12) salas, sum, cocina gobierno, patio y áreas de servicio”.
El traslado del jardín del Ramos implica -como mínimo- eliminar de cuajo la nueva escuela. En vez de invertir los recursos necesarios para refaccionar o remodelar el inmueble en que se encuentra hoy el jardín, se decide mudarlo al edificio destinado a otra escuela que aún no se constituyó pero que claramente no podría hacerlo ya que le ocuparían su inmueble. De esta manera, el barrio se perdería las 300 vacantes prometidas y la lucha de tantos años sería bastardeada -como tantas otras luchas vecinales- por el gobierno de Larreta.
Claudio Gómez, delegado general de Sutecba en el hospital Ramos Mejía, recuerda que el jardín del Ramos es una conquista obtenida luego de años de lucha y señala que su traslado violaría el Convenio Colectivo de Trabajo ya que en él se establece que corresponde un jardín allí donde hayan más de 50 trabajadoras. Al mismo tiempo, las obligaría a tener que dirigirse a 5 cuadras de sus puestos laborales para llevar o retirar a sus hijxs o en casos de urgencia, sin cobertura de ART.
Por su parte, Laura Valdés, mamá del Ramos, indica que actualmente concurren alrededor de 360 niñxs al jardín, mientras que las versiones oficiales hablan de sólo 300 vacantes en la escuela infantil de la Manzana 66. Por lo tanto, el traslado implicaría el cierre de algunas salas o, al menos, la imposibilidad de que algunxs niñxs puedan continuar y deban inscribirse en otro jardín.
Sabiendo que en la ciudad de Buenos Aires miles de niñxs no pueden ir a la escuela por la falta de vacantes, el gobierno aprovecha el clima electoral y dice estar “abriendo escuelas donde antes no había”. Sin embargo, la realidad supera los discursos y lo que queda claro es que en Balvanera no se abrirá una nueva escuela porque se la está cerrando antes de abrir. La contracara de esto es algo que venimos denunciando hace tiempo: el fomento oficial a la proliferación de los Centros de Primera Infancia (CPI), espacios que son producto del convenio entre asociaciones civiles, ONGs o cooperativas y el Estado.
Los CPI no dependen del Ministerio de Educación sino del Ministerio de Hábitat y Desarrollo Humano y se orientan al cuidado y la contención de lxs niñxs en situación de vulnerabilidad. Así, queda clara la desigualdad social que se reproduce: mientras las familias con recursos envían a sus hijxs a jardines maternales privados con orientación educativa, aquellas que no disponen de esos recursos deben enviar a lxs suyxs a los CPI para su cuidado, donde lo educativo es un aspecto secundario. La educación -como base para un futuro mejor- no es vista como un derecho por el PRO, sino como un privilegio o filtro clasista que divide nuestra sociedad.
Sin embargo, la comunidad de Balvanera ha decidido no bajar los brazos y conformar la “Multisectorial del Jardín del Hospital Ramos Mejía”, en donde confluyen docentes, trabajadorxs del hospital, vecinxs, madres y padres, organizaciones sociales y nuestra CTA Regional Centro. Desde allí, se viene desarrollando un plan de lucha que comprende un petitorio, el despliegue de mesas de difusión en el barrio, la visita a autoridades y funcionarixs, así como acciones de visibilización con abrazos y cortes de calle (como el realizado el jueves pasado en Av. Belgrano y Urquiza). Está claro que la lucha por el derecho social a la educación no se negocia y que ante los intentos de quitarle el futuro a nuestrxs pibxs, redoblaremos los esfuerzos para construir la unidad de acción que frene definitivamente estas políticas de ajuste. Este es el camino que estamos transitando.