Desde el feminismo las mujeres aprendimos que lo personal es político dándonos cuenta que también en las relaciones privadas hay relaciones de poder. El patriarcado mata y esto es un hecho social y político.
* Por Clarisa Gambera, Espacio de Género y Diversidad de ATE Capital
El informe de investigación de femicidios en Argentina realizado por el Observatorio “Adriana Maricel Zambrano” de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, presentado el 5 de marzo pasado da cuenta de la situación de la Argentina. Los datos surgen de los femicidios que aparecen en la prensa, no son todos.
A estas cifras deberíamos sumar otras formas de violencias que matan mujeres. Entre esas la violencia sexual y reproductiva que ejerce el Estado sobre las mujeres más pobres cuando las obliga a realizar abortos clandestinos en condiciones precarias.
Durante el 2014 fueron 277 los femicidios en Argentina. Estas mujeres fueron baleadas, apuñaladas, golpeadas, estranguladas, incineradas, asfixiadas, degolladas, golpeadas hasta la muerte.
A las víctimas se suman otras víctimas, las 200 hijas e hijos menores que perdieron a sus mamás porque fueron asesinadas.
En más de la mitad de los casos los femicidas fueron sus parejas o ex parejas. De estas mujeres, 39 habían realizado la denuncia y 4 de ellas contaban ya con la exclusión del hogar del agresor.
Desde 2008 el total de asesinadas suman 1808 mujeres. En la Argentina cinco mujeres, en promedio por semana, son víctimas de femicidio.
El femicidio es un concepto político que da cuenta de los asesinatos a mujeres a manos de varones que consideraron que, por el hecho de tratarse de mujeres, podían decidir sobre sus vidas.
Durante la presentación realizada en La Casa del Encuentro, a sala llena, se planteó el mapa de los femicidios dejando en claro que en la Argentina no contamos con cifras oficales. “Desde el observatorio de viene visibilizando estas muertes tomado aquellas que son publicadas en la prensa como una decisión militante”, “era importante empezar a hablar de lo que teníamos que hablar, de violencia de género y femicidios y no crímenes pasionales como suele aparecer todavía en los medios”, explicaron Fabiana Tuñez, referente de la Casa del Encuentro y Ada Rico, Directora del Observatorio.
También se subrayó la importancia de que no desaparezca el agravante por violencia de género en el Código Penal dado que no está contemplado en el ante proyecto que se está trabajando actualmente.
Se volvió a reclamar la reglamentación de los artículos pendientes de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las Mujeres, y el pendiente Plan Nacional previsto con la asignación de un presupuesto acorde lo que permitiría desplegar en todo el territorio nacional políticas públicas para hacer efectiva la letra de la ley. Esto hoy es una deuda.
Otro de los aspectos destacados fue la necesidad de insistir en la profundización de políticas públicas y entre ellas una de las apuestas a más largo plazo debería ser la incorporación en las currículas educativas de la violencia sexista “porque permitiría que la matriz cultural cambie”. Si bien en nuestro país existen las normas que lo establecen aún no es parte de la realidad de las escuelas, ni de la formación docente.
Hacia el final del encuentro se hizo referencia al anteproyecto de ley de Pérdida de Patria Potestad del Femicida de una mujer con la que tiene hijos/as en común, aclarando que no se trata de una condena accesoria por lo cual no se viola el derecho del imputado sino que es una medida civil de protección de niños/as y adolescentes. La pérdida de patria potestad no requeriría de ninguna prueba de daño más que el daño que supone que ese hombre sea el femicida de la madre del menor y que esto no implica que quede sin efecto la obligación de gastos por alimentos.
Una inseguridad de la que poco se habla
Desde los medios de comunicación se ha utilizado la violencia sexista como recurso sensacionalista para llamar la atención de las audiencias. Sin acciones concretas estos mensajes sólo producen miedo, que no es más que una forma de disciplinamiento que condiciona nuestra vida y nos obliga a modificar pautas de conducta. Por eso vale insistir con los datos. En el 52 % de los femicidios, 143 casos, las mujeres estaban en su hogar cuando fueron asesinadas, dejando en evidencia que la propia casa es el lugar más peligroso para las mujeres, una inseguridad de la que poco se habla.
Por qué no se incorpora a los debates sobre seguridad, la noción de inseguridad por violencia sexista que afecta tanto a las mujeres como a quienes ejercen sexualidades no hegemónicas (LGTTB). Somos víctimas de violencia y somos revictimizadas por parte de los poderes del Estado con inacción y complicidad que consagran la impunidad incumpliendo la obligación de garantizar nuestros derechos.
Otros datos que permiten dar cuenta de la urgencia del problema son los aportados por la Línea 137 del Programa Las Víctimas contra las Violencias. Hasta septiembre de 2014 se atendieron alrededor de 23 mil casos y la línea 137, que funciona en la Capital Federal, atendió casi 100 mil llamadas con pedidos de auxilio.
Según el informe 2015 para la región de la Plataforma Beijing para la Igualdad de las Mujeres que está cumpliendo 20 años, en América Latina y el Caribe las mujeres siguen enfrentando violencia física, sexual, psicológica patrimonial, institucional y económica tanto en el ámbito privado como público. El informe da cuenta que en los países de la región no se cuenta con estadísticas oficiales sobre la violencia de género y eso impide respuestas adecuadas. Cuando las mujeres son pobres la situación de vulnerabilidad ante las violencias se profundiza. Género y pobreza son dos estrategias de disciplinamiento social y dominación que se complementan.
Una sociedad patriarcal está definida por una posición general femenina de subordinación que es trasversal y que se trasmite de generación en generación. Es desde esta clave que debemos mirar el asesinato de mujeres y niñas. El femicidio es uno de los productos de este ordenamiento social.