El pasado 20 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un documento en el que informan que luego de una investigación se ubicó al Glifosato en la categoría 2A, que engloba a aquellas sustancias cuya utilización significa una alta probabilidad de producir cáncer en las personas. Este pronunciamiento da mayor crédito a las denuncias que desde hace décadas vienen realizando los movimientos sociales, organizaciones campesinas y grupos de científicos, entre ellos el Doctor Carrasco, quien falleció en mayo del año pasado, asediado por el lobby empresarial, mediático y estatal a partir de sus investigaciones sobre los efectos nocivos del uso del Glifosato. Para hablar sobre este tema desde Estación Central (Radio Sur, FM 88.3) se comunicaron con Darío Aranda, periodista, investigador y autor del libro Tierra Arrasada.
– Qué reivindicación para el Doctor Andrés Carrasco que la Organización Mundial de la Salud finalmente le dio la razón, No?
– Sí, podemos decir que de cierta manera la Agencia Internacional para el Cáncer, que depende de la OMS, reconoció que muchos científicos comprometidos y no vinculados al sector empresario, como Andrés Carrasco, tenían razón. Y al mismo tiempo reconoce que las poblaciones fumigadas, como bien decía el Doctor, las primeras víctimas de este modelo también son las que tenían razón. Hace 10 o 15 años cuando muchas mujeres y hombres denunciaban los agroquímicos se los trataba de locos y que estaban desinformados, ese típico discurso que suele bajar el sector empresarial y repetir los funcionarios de turno y muchos medios de comunicación. Lo de la OMS llega bastante tarde, pero bueno, obviamente que es bienvenido, porque es una Agencia de referencia de Naciones Unidas para todo el mundo. Por un lado podemos decir que era hora que la OMS reconozca la toxicidad, la vinculación entre Glifosato, cáncer y daño genético, y al mismo tiempo darle la bienvenida, que es interesante que haya sucedido eso.
– Tu último libro se llama Tierra Arrasada y efectivamente es una radiografía de la Argentina en este Siglo que comienza. Parte del título es ‘Petroleo, soja, pasteras y megaminería’. Si hay que explicar la matriz productiva, o sea, de donde se saca la mayor riqueza hoy en el modelo productivo del país, ¿Cómo lo describirías vos?
– En la Argentina, como en buena parte de Latinoamérica se extraen y exportan recursos naturales a muy bajo precio y además con amplias consecuencias sociales, ambientales y sanitarias. En cierta manera es un capítulo más de lo que muchos conocemos de ‘Las venas abiertas de América Latina’ que tan bien describió en su momento Eduardo Galeano y se repite la historia, la historia de estos 500 años. Y ahora, con la paradoja de gobiernos progresistas o de izquierda, que hacen vinculaciones, en este caso no solo con gobiernos, sino con grandes corporaciones de verdad y que entregan territorios a esos sectores para que hagan lo que quieran. Son zonas francas, políticas de enclave, donde puede ser el petroleo, la soja, las pasteras o la megaminería y en ese sentido son, como se suele denominar, zonas de sacrificio. Cuando se decide dónde se hacen estas actividades, se decide qué zona se sacrifica y al mismo tiempo y de manera directa, estos funcionarios y estas empresas que actúan en consonancia deciden qué territorio se sacrifica y que población se sacrifica.
No es lo mismo, claramente, ¿Qué hubiera pasado si vaca muerta estuviera en Palermo o Recoleta? ¿Se haría fraking, estarían Chevrón o YPF haciendo fracking en Palermo o Recoleta? Y no, seguramente que no porque para buena parte de la sociedad y de la dirigencia política no vale lo mismo un habitante de Palermo o Recoleta que un poblador Mapuche cercano a Añelo (Valle del Chañar, Provincia de Neuquén, donde se encuentra Vaca Muerta).
– ¿Qué opinión te merece a vos lo que los grandes medios de comunicación, las voces oficiales, se refieren cuando hablan del progreso?
– Por un lado que se repiten los discursos. Cuando fue la avanzada militar sobre los pueblos indígenas, que fue una avanzada fundante del Estado Argentino, tanto en el Sur como en Cuyo o al Norte, se hablaba en ese momento de progreso, en el sentido de que extender los territorios e incluirlos en el mercado capitalista era el progreso. Antes se hablaba del ‘progreso’, hoy se cambia por una palabra bastante similar que es el ‘desarrollo’, con esa misma excusa de que eso es lo que va a traer beneficios. Y hay una pregunta básica que hacen las comunidades, que es ¿Desarrollo o progreso para quién? Sin dudas que el modelo sojero le ha servido de desarrollo a empresas como Monsanto, a los pooles de siembra (N.del R: un pool de siembra es una asociación de inversores que tiene como finalidad la obtención de un rendimiento económico mediante una explotación agraria), a las empresas de agroquímicos y transgénicos. Ahora, si yo le pregunto a Sofía Gatica, madre del Barrio Ituzaingó, que tuvo una hija con malformaciones y que falleció a las pocas horas, creo que para ella no fue desarrollo ni progreso eso.
En el mismo sentido, en Loma La Lata, que es uno de los viejos yacimientos de gas, donde también está Vaca Muerta, en Neuquén, la Población Kaxipayiñ tiene los más altos índices de cáncer, diabetes y cegueras. Entonces, sin dudas que para Repsol, cuando estaba Repsol, más de 15 años explotando el lugar fue un progreso o un desarrollo. Hay que ver si la Comunicad Kaxipayiñ lo evalúa de la misma manera. En ese sentido es interesante analizarlo con todos los puntos de vista, y lamentablemente en general, tanto los medios como los funcionarios judiciales o políticos suelen tener una mirada bastante corta, bastante sesgada sobre cómo se evalúa. El modelo sojero suele hablarse que es un modelo exitoso, y sin dudas que ha traído una enorme cantidad de dinero a las arcas estatales en los últimos 20 años, ahora, sería interesante saber qué precio le ponemos a los 2 millones de hectáreas desmontadas.
– La trampa en la que pretenden ubicarnos es que toda la plata que genera este modelo es la que permite hacer otras de las cosas que hace un montón de tiempo se venían reclamando en relación a políticas públicas. Pero, primero, no es tanta la plata que deja como se supone, porque se llevan un montón. Y a parte, hay algo de hipoteca en relación al futuro, al medio ambiente, a cómo afecta a las comunidades…
– En esa lógica hay varios compañeros que han reflexionado bastante y una de las hipótesis, que es para el debate, tampoco es una verdad cerrada ni mucho menos, es que son discursos muy similares a los 90. En los 90 el discurso decía que hay que privatizar las empresas públicas porque daban pérdida y con ese dinero se iba a hacer el bienestar de la población, se iba a derramar a la población. Hoy en día con el modelo extractivo y lo mismo se repite en toda Latinoamérica, ya no se pueden vender las empresas estatales, pero si se vende la naturaleza, se exporta naturaleza a bajo precio. Y además que es algo que no vuelve. Cuando vos desmontás dos millones de hectáreas, eso no vuelve; cuando volás toda una montaña, eso no vuelve.
Y ahí se utiliza el mismo argumento de que con eso va a haber beneficio para la población. Son distintas maneras de entender la lógica del derrame. Y ahí lo interesante también es plantear estas consecuencias. Hace poquito en Córdoba sucedió un desastre y hubo 11 muertos. Buena parte de esa inundación tuvo que ver con el enorme desmonte que hay en la zona, tanto en la zona llana por la soja como en la zona alta por el tema de los Barrios Privados, la especulación inmobiliaria. Bueno, ¿Qué precio le ponemos en la ecuación final que hacemos del modelo sojero a esas 11 muertes? Ni que hablar del desastre material, de la cantidad de casas que se han perdido. Pero pongamos el precio de 11 muertes, ¿Quién se anima a ponerlo? ¿De la Sota lo va a poner? ¿El Ministro de Agricultura? ¿El Ministro Barañao, que es uno de los grandes impulsores de este modelo? Me parece que ahí se entra en un debate muy fino y que a muchos no les conviene entrar. Y lamentable no entran en ese debate, porque ahí se debiera dar vuelta lo que es el modelo productivo de Argentina y pensar otras opciones. Nadie dice ‘mañana no hagamos más soja’ o nadie dice ‘mañana no extraigamos más petróleo’, dicen ‘bueno, debatamos y tengamos en cuenta todos los puntos de vista’. Y me parece que eso es algo clave de la democracia y por eso la discusión del modelo extractivo muestra a las claras lo conservadora o acotada que es la democracia actual.
– Otro agravante de este modelo es que tiene como motor el consumo, lo cual también me parece problemático…
Bueno, es uno de los grandes puntos. Ayer escuchaba al Ministro de Defensa en un programa de televisión, que hablaba que acá la salvación es el consumo, es sacar heladeras, el famoso discurso del capitalismo en serio, sin darse cuenta que no solo en Argentina, sino en el mundo el consumo lleva a un callejón sin salida, no es que consumiendo más nos vamos a salvar. Me parece que hay muchos compañeros y compañeras que han pensado mucho más que yo este tema y lo han reflexionado y lo han escrito, que así está el consumo de la humanidad, no solo la Argentina y a este paso no llegamos a dos siglos más, porque necesitaríamos dos mundos nuevos para poder seguir consumiendo de esta manera. En Argentina, el ejemplo concreto de la inundación de Córdoba lo estuve trabajando bastante y en el último siglo se desbastaron el 95 por ciento de los bosques que había. O sea, solo queda el 5%. Es una imagen muy similar de lo que ha pasado a nivel país, en Argentina queda alrededor del 8 o 9 por ciento. Imaginemos que hay un plan para extender la frontera agropecuaria, que implica avanzar un 60 por ciento en la producción agropecuaria, y esto es avanzar sobre nuevos territorios. Hay un peligro de acá a nuevas décadas de que en Argentina no haya más bosques. Lo mismo en el Amazonas, en Brasil el modelo es idéntico. Y en gobiernos que uno puede sentir más afines, como el de Evo Morales, nunca antes había avanzado tanto la sojización como con Evo Morales. Y claramente, no es que decimos que Evo Morales es como los anteriores presidentes o incluso acá, yo no soy de los que dicen que el Kichnerismo es lo mismo que el menemismo. Pero en el modelo extractivo, todos los gobiernos, incluso los que nos pueden caer simpáticos, también profundizan este modelo.
– Continuidad y profundización sería la lógica…
– No tengo dudas de que en lo que es el extractivismo el kichnerismo no fue una continuidad del menemismo, sino que fue una profundización.
– Vos como periodista, investigador, como caminante del país y de las realidades de los territorios sabés que también existen otros caminos, como las propuestas de activistas, de campesinos de los pueblos de nuestro país. ¿Podrías hacer una reflexión sobre esto?
– El libro (Tierra Arrasada) si bien es duro en cuanto a estas denuncias que se grafican, también en cada uno de los capítulos tiene un apartado donde se describen luchas, que no son solo eso, sino que además son triunfos. Donde la voluntad popular, las poblaciones han hecho respetar sos derechos. Un ejemplo concreto es Esquel, que ha echado una minera hace ya más de 10 años; Loncopué en Neuquén; o en Misiones el año pasado, donde más de 100 mil personas votaron contra las represas, y un caso muy actual, que es el de Malvinas Argentinas en Córdoba, una población muy pequeña que está enfrentando a Monsanto. Y no solo que la enfrenta sino que hace un año y medio que la tiene frenada. Entonces, en ese sentido hay muchos cambios que se van produciendo, son muy pequeños sin dudas, pero son cambios que creo que desde abajo hacia arriba van imponiendo una mirada distinta y que confirman que otro mundo es posible.