Este miércoles desde Estación Central (Radio Sur, FM 88.3) dialogaron con Damián Verzeñassi, médico, investigador y docente que expuso en octubre como testigo en La Haya ante el Tribunal Internacional Monsanto, una iniciativa de la Sociedad Civil Internacional para examinar la responsabilidad por las violaciones hacia los Derechos Humanos, crímenes contra la humanidad y el Ecocidio que se presume que cometió la multinacional norteamericana Monsanto en numerosos países.
– Después de haber estado en La Haya denunciando el impacto que ha tenido la forma de instalarse en nuestro territorio el modelo agroindustrial efectivista, básicamente fomentado por Monsanto, encontraron cerrada con cadenas la oficina donde guardaban los documentos de su trabajo. ¿Quién se hace responsable de eso?
– No apareció nunca nadie, ningún responsable. Lo que sí, a partir de la extraordinaria solidaridad y apoyo nacional e internacional que llegó en cuanto esto se hizo público, el martes de la semana pasada las autoridades de la Facultad dieron marcha atrás y nos permitieron ingresar al lugar donde estaba toda la documental, hacer un inventario de todo lo que había adentro y retirar las cajas con todas las encuestas con los resultados de todos los campamentos sanitarios, para trasladarlas a la oficina del Instituto del Servicio Ambiental, que también está adentro de la Facultade y entonces de esa forma poder tener acceso a las pruebas de lo que nosotros les decimos. Sin poder acceder a ese material nosotros no teníamos forma de poder probar que decíamos la verdad, por eso también fue tan simbólico el habernos puesto cadenas en ese lugar.
– ¿Vos personalmente habías tenido algún otro tipo de mensaje o amenazas?
– No, es la primera vez que tenemos que vivir una situación como esta. Habíamos tenido algunos cruces en los medios de comunicación, con alguna autoridad provincial, con algún referente de los agronegocios, pero nunca habíamos tenido que sufrir de esta manera un avance sobre nuestro trabajo y menos lo imaginábamos en la Universidad Pública.
– ¿Qué es lo que molesta del resultado del trabajo que están haciendo en los campamentos?
– Lo que hemos identificado con nuestro trabajo es que, en principio, la forma de enfermar y de morir de la gente en las 27 localidades donde nosotros hemos realizado los campamentos sanitarios ha ido cambiando. En 25 de las 27, fundamentalmente ha habido un cambio que es muy similar entre ellas, que se da en los últimos 20 años, coincidiendo con la instalación del modelo de producción de transgénicos dependientes de veneno en esa región, y entonces nos empezamos a preguntar si este incremento de malformaciones, de abortos, casos de cáncer, la alta prevalencia de hipotiroidismo que estamos encontrando, puede tener algo que ver o no con este cambio en esta forma de producir en todos los territorios alrededor de donde vive la gente que nosotros evaluamos.
En estas 27 localidades donde hemos hecho los Campamentos Sanitarios, el 80 por ciento de las comunidades o más, vive a menos de mil metros de los espacios donde se utilizan químicos para la producción. Entonces, una vez que identificamos el perfil epidemiológico, nuestra pregunta fue qué podía estar pasando, qué podrían tener en común todos estos lugares, cuando identificamos que uno de los elementos en común era este cambio en los modelos de producción, nos preguntamos si la química que se usa puede tener algún impacto o alguna relación con estos problemas de salud, y cuando nos fuimos a investigar en la bibliografía científica publicada a nivel internacional qué es lo que ocurría con esta química, encontramos que efectivamente hay bibliografía que dice que la exposición a este tipo de sustancia, de manera aguda o de manera crónica, puede relacionarse con muchos de los problemas que nosotros encontramos en estas localidades.
Eso fue lo que dijimos en La Haya, eso es lo que estamos diciendo en todos los lugares donde tenemos la posibilidad de compartir todo lo que hacemos desde la Universidad Pública y claramente eso es lo que pone en una situación incómoda a quienes tienen que dar explicaciones de por qué permiten que esto siga pasando en nuestro territorio.
– Lo que generalmente se trata es de aislar esa relación que ustedes hicieron, por ahí llegan a ver estadísticas de estos casos, pero nunca se busca qué es lo que tienen en común, cuál es la razón y la relación con el modelo y con la cercanía de agrotóxicos.
– Así es, nosotros hemos estado en 27 ciudades de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Provincia de Buenos Aires, pero 23 de las 27 son de Santa Fe. O sea que claramente el mayor peso de nuestro trabajo lo tienen las 23 localidades de la Provincia de Santa Fe que hemos visitado. Por eso creo que se han puesto tan nerviosas las autoridades de esa Provincia, que han salido a presionar como presionaron a la Facultad y han salido en los medios de comunicación a decir la cantidad de cosas que han dicho de nosotros y de nuestro trabajo, en vez de explicar por qué siguen permitiendo que en ese territorio pasen las cosas que pasan.
– ¿Esos estudios deberían realizarse en todos los pueblos donde vemos la extensión del modelo con utilización de agroquímicos?
– Sí, yo soy de los que creen que deberíamos tener un sistema sanitario capaz de producir datos estadísticos y epidemiológicos de manera permanente, no solo de aquellas patologías que están asociadas a la mortalidad, como ocurre habitualmente, sino también estas otras, que son las que marcan los verdaderos perfiles epidemiológicos de nuestra región.
No obstante eso, como en general no lo hace el Estado Nacional, ni Provincial, ni Municipal; la Universidad Pública, que también es Estado, yo creo que tiene la obligación de hacerlo y es lo que decidimos hacer desde la Facultad de Ciencias Médicas, al menos desde la práctica final y es por eso que nuestro trabajo está orientado en ese sentido.
Esperemos que las autoridades de la Facultad mantengan esta decisión que hemos tomado en el año 2007 de poner la Facultad al servicio de las comunidades y no de los Gobiernos y las corporaciones y sostengan el trabajo que hacemos en los Campamentos y en el Instituto de Servicio Ambiental.
– Para que las autoridades mantengan el compromiso, también hay que fortalecerlo por parte de estudiantes, médicos y de la sociedad en general, no?
– Así es. Esto que ocurrió en nuestra Facultad dejó en evidencia fundamentalmente que lo que nosotros creíamos que es nuestro trabajo no lo es, le pertenece a las comunidades que se lo apropiaron, de manera tal que cuando vieron las cadenas salieron a defender el trabajo que explica o intenta garantizar la voz de esas comunidades que están siendo silenciadas, ocultadas e incluso negadas por el sistema oficial de datos estadísticos y epidemiológicos.
Nosotros entendemos que la movilización y el apoyo que recibimos fue conmovedor, que nos fortaleció pero al mismo tiempo incrementó nuestra responsabilidad de sostener este trabajo por la gente, porque es para ellos.