por Julio Gambina, Director Académico del Centro de Estudios de la Federación Judicial Argentina (CEFJA) y Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (FISyP).
La coherencia de la lucha contra el racismo y el apartheid, no doblegada por 27 años de cárcel y una vida previa de discriminación por la elite gobernante en Sudáfrica. La obstinación de la resistencia al poder y la violencia ejercida con su persona y su pueblo.
La convicción de la lucha por la igualdad y la libertad.
Que la igualdad solo es posible desde la hegemonía popular.
Qué la unidad de la Nación y el Pueblo solo se podía conquistar desde el ejercicio de la soberanía popular en la lucha cotidiana de millones; en el gobierno logrado; y que desde allí se disputaba y se disputa el poder, una asignatura aún pendiente en Sudáfrica.
Una lección importante luego de muerto y ante el elogio de los poderosos es que los Pueblos del mundo no debemos permitir que nos expropien el símbolo de Mandela.
Mandela nos enseñó con el ejemplo de su inclaudicable lucha que toda consideración hacia el otro parte del auto-reconocimiento de los propios derechos y de la lucha por ellos.
La protesta y la crítica a la desigualdad del sistema colonial y el capitalismo constituyen el eje desde el que Mandela construye su referencia para los pueblos del mundo.
Mandela es ejemplo para generaciones de luchadores por la emancipación social.
Mandela fue expresión de la construcción de una subjetividad consciente en la lucha por la emancipación.
La lección principal es su vida y su lucha.