En un contexto político signado por la transversalización de las demandas feministas y de las diversidades sexuales en la agenda pública: ¿qué lugar ocupamos los varones?
* Por Joaquín Coronel
La marea feminista
El fenómeno del Ni una menos en 2015 cobró un significado clave: fue un antes y un después no sólo en términos de incidencia de los feminismos en la agenda pública, sino como puntapié para analizar todo proceso de transformación política, social, económica, cultural y hasta simbólica. Desde ese día de junio, la perspectiva de género se instala como una necesidad metodológica para accionar en cualquier sentido. Los lentes violetas inundaron la vida social de la Argentina y fueron fuente de inspiración para procesos en Latinoamérica y otras latitudes.
Como todo curso histórico, la linealidad no fue la regla: un movimiento desde abajo, con el desafío de instalar sus propias demandas en la agenda pública, de repente se volvió una ola masiva, una marea que no para de crecer y amenaza con transformarlo todo.
Y en ese marco, ¿a dónde nos encuentra a los varones?
3J: Ni una menos, Ni uno más
Las marchas masivas a nivel federal convocaban a las feminidades y diversidades a organizarse en cada rincón del país. El espíritu del renombrado Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Intersexuales, Bisexuales y No
Binaries resonaba en las ciudades tomadas por las reivindicaciones históricas de los feminismos (en plural).
Al mismo tiempo, en las movilizaciones muchas compañeras empezaron a notar la presencia de varones que habían ejercido violencia hacia ellas y que ahora pretendían lavar sus culpas levantando las pancartas por la igualdad. Esa actitud refleja no sólo un acto de hipocresía individual, sino también un ejercicio de apropiación de las conquistas del movimiento feminista, para recuperar la centralidad en la escena política. El Not All Men se convertía en una crítica solapada hacia quienes ponían sobre el tapete las responsabilidades de los varones, de todos los varones, en la violencia hacia las mujeres y disidencias.
En ese marco, surgió el debate sobre la participación de los varones en las marchas del Ni Una Menos: ¿Qué representa la presencia masculina en una movilización que se convoca contra la violencia machista que encarnan los varones? ¿Cuál es el incentivo de un varón que pretende sumarse a marchar contra el patriarcado? ¿Es la marcha el lugar de resistencia de un varón comprometido con la erradicación de la violencia hacia las mujeres y las diversidades? ¿Quiénes garantizan las condiciones para que las compañeras puedan marchar sin tener que hacerse cargo de las responsabilidades de cuidado, socialmente asignadas a las feminidades? Estas y otras inquietudes comenzaron a surgir a partir del pronunciamiento de varias organizaciones de mujeres y diversidades de llamar a la no participación de varones en las manifestaciones.
La desorientación de las masculinidades sensibilizadas por las causas de los feminismos en relación a qué rol ocupar en este nuevo escenario político es la punta de lanza para identificar que, para acabar con la violencia extrema y desde allí con la desigualdad en su conjunto, los varones también tenemos que revisar nuestras prácticas y crear una agenda de trabajo entre nuestro propios congéneres, en articulación permanente con las compañeras, sin invadir ni cooptar sus propios frentes de lucha.
Ensayando estrategias: nadie se salva solo
Efectivamente la interpelación por parte de organizaciones feministas a no ocupar filas en las marchas contra las violencias hacia las mujeres y diversidades, nos invita a pensar nuevos desafíos en términos de masculinidades.
La redistribución de tareas de cuidado, la identificación de prácticas micro y macro machistas, el ejercicio de paternidades responsables, la puesta en práctica de la escucha activa, el compromiso y la intervención en situaciones de violencias por motivo de género en nuestros entornos, entre otros puntos, forman parte de una agenda que se empieza a dilucidar entre varones que han empezado a organizarse en espacios de masculinidades, en colectivos, en sindicatos, organizaciones sociales, territoriales y educativas.
Muchas veces a través de talleres planificados desde la perspectiva de la educación popular, recuperando el espíritu de las pedagogías críticas, haciendo foco sobre el cuerpo masculino como campo de disputa, se empezaron a ensayar propuestas que buscan revisar y reflexionar sobre prácticas socialmente aprehendidas que hacen a los mandatos de la masculinidad: la apuesta es identificar los privilegios y al mismo tiempos los costos que trae sostener al patriarcado cisheterosexual con nuestros propios cuerpos y deseos. Hoy más que nunca, el contexto pandémico nos sentencia a entender que nadie se salva solo: la apuesta es y sigue siendo colectiva. Nadie puede deconstruirse mirándose en un espejo.
Crear red: el legado estratégico aprendido del feminismo
La pluralidad de experiencias de interpelación colectiva desde y hacia los varones fueron teniendo diferentes puntos de encuentro que consolidaron la necesidad de tejer articulaciones para compartir, sistematizar y socializar estrategias que fueron emergiendo en los diferentes territorios. Desde 2012 se organizan los “Encuentros Nacionales de Colectivos de Varones”, que posteriormente, a partir de 2016, comenzaron a llamarse “Encuentros Latinoamericano de Varones Antipatriarcales” (ELVA),abriéndose a experiencias de la región y permitiendo visibilizar puntos de acuerdo entre los colectivos que de forma muy dificultosa iban construyendo propuesta de interpelación a los varones.
Este año, frente a la necesidad de fortalecer la experiencia acumulada, de acompañar procesos de reflexión en territorios donde aún no han podido surgir espacios de encuentro entre varones, de proponer una agenda común entre varones sensibilizados por las causas feministas y diversas, y además intentar construir respuestas antipatriarcales a a los tópicos que vienen instalando los sectores antifeministas, nace la “Red de Espacios de Masculinidades de Argentina” (REMA).
En su semana de lanzamiento, a través de su cuenta de Instagram, la red propuso hacernos preguntas tales como: ¿Qué nos pasa a los varones con los feminismos? ¿cómo nos sentimos frente a sus demandas? ¿qué mandatos, privilegios y costos podemos reconocer en el proceso de hacernos varones? ¿Cuál es la relación entre masculinidad y violencias en nuestras vidas?, entre otros interrogantes.
En este mismo marco, REMA presentó dos libros: “La ilusión masculina”, de Sebastián Fonseca, y “La masculinidad incomodada”, una compilación a cargo de Luciano Fabbri, que recorre reflexiones y producciones teóricas de diferentes autorxs. Además, se concretaron “lives” de Instagram, dónde se propusieron reflexiones en relación a la cooperación internacional y las masculinidades, la perspectiva más allá de la cisheteromasculinidad, la federalización de las reflexiones sobre las masculinidades, el rol de los varones en las paternidades, los dispositivos de violencias para varones que ejercieron violencia y masculinidades en la agenda ambientalista.
La red es una apuesta a seguir construyendo estrategias y ensayar nuevas formas de construir masculinidades contrahegemónicas. Necesitamos sostenernos entre nosotres para dejar de sostener al patriarcado.
Fuente: Editorial Sudestada