En los primeros minutos de ayer miércoles 15 de abril los medios de comunicación informaban que miembros de la Policía Bonaerense habían encontrado, en un descampado de Moreno, los restos de Camila Tarocco, la joven de 26 años que estaba desaparecida desde hacía 11 días. El hallazgo se produjo a solo cinco cuadras de la casa de la familia de su ex pareja, Ariel González, principal sospechoso por el femicidio.

* Por Valeria Garay

Este contexto de pandemia y de aislamiento obligatorio, que Camila cumplía para protegerse a ella y a sus hijos de 7 y 5 años, terminó siendo paradójicamente una trampa mortal, al verse obligada a convivir con su ex pareja, con quien ya mantenía un juicio por violencia de género.

“Ayer iniciamos otro día de esta cuarentena en la que los machos violentos no se toman descanso. Otro día en el que nos vuelven a arrancar a una mujer, una joven, una madre, una piba con proyectos y sueños, una piba de nuestros barrios. Otro día lleno de tristeza, bronca e impotencia porque parece que nuestros esfuerzos organizativos no alcanzan, no alcanzan los avances en las leyes ni en las políticas públicas, no alcanza el repudio generalizado, no alcanzan las denuncias”, reflexionó Daniela Rodríguez, secretaria de Formación de la CTAA Capital e integrante de Ñanderoga, la primera casa de la Central Porteña de acompañamiento feminista en situaciones de Violencia de Género.

“Cada 29 horas están asesinando a una mujer, unas cuantas horas menos que antes de la cuarentena. Muchas de ellas denunciaron a su agresor y son muchas más las que conviven con sus potenciales asesinos en este marco de aislamiento social. Pero todo eso que sentimos cada vez que nos matan a una de nosotras, tiene que seguir alimentando nuestra organización, nuestra resistencia y nuestros reclamos de justicia y políticas públicas efectivas e integrales sobre todo en esta cuarentena. En este sentido, es importante entender que la violencia de género no se trata sólo de golpes y maltratos. Es la violencia económica que genera que las mujeres y las disidencias sexuales seamos las más precarizadas y las que accedamos a peores ingresos. Es la violencia institucional que nos deja indefensas ante la Justicia machista y patriarcal que perdona y libera a los femicidas”, agregó Daniela en un día donde se conocieron dos nuevos femicidios -el de Priscila Martínez en Santiago del Estero y el de Jésica Minaglia en Santa Cruz, siendo 15 casos en lo que va del aislamiento obligatorio.

“La hermana de Camila hizo público que al asesino se le había concedido la prisión domiciliaria -por un hecho anterior de violencia de género- y que no se le colocó la tobillera porque no había. A Camila ni siquiera le avisaron ni le dieron el botón antipánico. La Justicia entera es responsable de su femicidio, por no cuidarla y por fomentar en cada acto la impunidad de los machos violentos, que nos matan y maltratan simplemente porque pueden hacerlo”, concluyó Daniela.

“No es una noticia, no son nombres y apellidos escritos en negrita con sus edades entre paréntesis, son mujeres que estaban vivas y ya no lo están, porque hay machos violentos, asesinos, femicidas, a quienes se les ocurrió matarlas, así de sencillo, porque se puede, porque hay un desorden social, cultural que los habilita, el horror es terrible y acostumbrarse es peor”, opinó por su parte Andrea Palacios, integrante del equipo de Ñanderoga.

Gessica Britez Ojeda, Promotora contra la Violencia de Género e integrante del Bachillerato Popular Alberto Chejolan, de la Villa 31, a su turno expresó: “Nos causa mucho dolor que cada día tengamos que sumar una piba más a la lista de femicidios. Estamos desamparadas, estamos al asecho de los violentos, las perimetrales en cuarentena nadie las controla, nadie acude al auxilio. Desde el Barrio 31 de Retiro pedimos justicia por Camila, pedimos Ni Una Menos, ya no queremos sumar más pibas a la lista negra, queremos vivir, queremos recursos del Estado para que nos proteja, para que no nos corten más las alas por el solo hecho de ser mujer.”

“¿Cómo podemos sobrevivir a esta pandemia femicida que nos ataca y quita la vida todos los días si el sistema patriarcal aprovecha la emergencia sanitaria que estamos pasando para liberar a uno de sus hijos para seguir perpetuando sobre nuestra cuerpa la injusticia machista que padecemos día a día? Nosotras, que vivimos en los barrios populares donde somos olvidadas, abandonadas por el Estado, debemos esforzarnos el doble con nuestras compañeras para que nuestras noticias salgan en los medios hegemónicos. En estos días de cuarentena nosotras no paramos, seguimos acompañando a las compañeras porque el violento no para nunca, está agazapado cual bestia esperando un segundo de soledad de esa mujer para atacar”, sentenció Lourdes Martínez, promotora de Ñanderoga en la Villa 31 e integrante del Bachillerato Popular Alberto Chejolán.

Por su parte, Ruth Sabanes, educadora del Bachillerato Popular Alberto Chejolán e integrante y promotora de Ñanderoga, agregó: “Pienso que las restricciones perimetrales no funcionan si las que tienen que avisar o controlar son las propias compañeras que están en la situación de violencia. Además, en cuarentena todo se complica y la violencia recrudece. El control debería ejercerlo el Estado sobre el violento. Las compañeras en los barrios son las que están sosteniendo las tareas comunitarias, especialmente los comedores y merenderos y son las más expuestas a las dos pandemias: la del coronavirus y la de la violencia machista”.

A su turno, Marilina Cibeira, integrante del Equipo Técnico de Ñanderoga, relató: “Ayer a la mañana leí la noticia sobre el femicidio de Camila y fue muy duro, una patada en el estómago que me dejó tratando de recuperar la voz y el aire hasta ahora. En este contexto de aislamiento se me hace y se nos hace más difícil aún lidiar con esto porque si hay algo que supimos revitalizar las mujeres es el abrazo, la escucha, la mirada y la empatía, ponemos el cuerpo y el corazón para sostenernos entre todas. Soy consciente de que hoy muchas mujeres y niños están en la peor de las situaciones, son los que primero sufren la violencia machistas y por otro lado me da bronca por la poco visibilidad que tiene este tema, no escuché ni al Presidente ni a nadie decir nada y lo que no se nombra, no existe y eso es terrible, es estar a la intemperie.”

Para finalizar, Clarisa Gambera, secretaria de Géneros de la CTAA Capital, agregó: “El contexto de encierro está recrudeciendo la violencia en todo el país y está sucediendo en el resto del mundo. Los hogares son para las mujeres lugares peligrosos, convivir con violentos 24 horas es peligroso, no hay una respuesta comunitaria que genere anticuerpos contra la violencia machista y eso se nota porque no está la gente y los vecinos saliendo a defender a las mujeres cuando escuchan los gritos y las políticas públicas no están llegando a todas las mujeres. Es muy desigual el alcance de las políticas públicas en los distintos territorios y viene de un enorme vaciamiento y de precarización de esas áreas de atención y ahora hay que dar respuesta de máxima a una situación de emergencia, la emergencia sanitaria y la emergencia en violencia, con un Estado que venía muy lento en el alcance hacia todas las mujeres.”

“Cuesta territorializar y en ese sentido tuvimos como CTAA Capital -en conjunto con otras organizaciones sociales- una reunión con la Doctora Agustina Ciarletta, Directora de la Dirección de la Mujer, que pertenece al Ministerio de Desarrollo Social y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires. Allí le planteamos la necesidad de multiplicar la estrategia de las promotoras para tener patas en el territorio más cercano a las mujeres que necesitan saber cómo denunciar y sobre todo poder anticipar las situaciones para que no lleguen a ser de máxima gravedad. Una detección temprana de indicadores de violencia genera que la situación sea menos grave cuando estalla y eso lo pueden hacer las referentes promotoras contra la violencia, que son compañeras referentas de los comedores, que están en los barrios y que las mujeres las conocen. Ese rol debería ser reconocido, coordinado por el Estado porque sino son compañeras ayudando solas y la idea no es organizar de manera autónoma, sino que estemos coordinadas, reconocidas y que sea una tarea jerarquizada”, explicó Clarisa, quien además agregó: “también le expresamos a Ciarletta que sin presupuesto iba a ser difícil territorializar la Dirección de la Mujer y que en los Comité de Crisis que están pensando la Emergencia Sanitaria tienen que estar sentadas las compañeras que vienen dando batalla contra la violencia, porque transversalizar la perspectiva de género y poner en agenda en este contexto la emergencia para pensar toda la situación de crisis permitiría que sean más eficaces las políticas que acompañan esta situación para nosotras.”

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