La del Centro Gallego, la de sus trabajadoras y trabajadores, es una historia de lucha sindical y desprecio patronal que continúa sin solución: vaciamiento, gerenciamiento privado, estafa a sus trabajadores y a sus afiliados, una burocracia sindical que entrega laburantes, un Estado ausente y una justicia miope.

* Por Matías Levin

El Centro Gallego es un centro de salud encuadrado como mutual que se encuentra intervenido por el INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) desde octubre de 2012.
La política de dicha intervención implicó su vaciamiento, recortes presupuestarios, incumplimiento de pagos y salarios adeudados para los trabajadores que continuaron en sus puestos de trabajo. Hecho que confluyó en una reducción drástica del personal y la pauperización de la atención a los afiliados y pacientes.


En ese contexto, se llevó adelante una elección de delegados y delegadas del Sindicato de la Salud de CTAA, quienes asumieron su mandato en el momento en que entró en funciones la nueva gerencia, luego de la asamblea de afiliados donde se votó que terminara la intervención del mencionado Instituto.


Lo cierto es que en una reunión de asociados a la que nadie más tuvo acceso, se aprobó el gerenciamiento a cargo del grupo BASA Salud, empresa perteneciente al Grupo Olmos, que entre otros emprendimientos maneja el Grupo Crónica de medios de comunicación. Razón por la cual no se conoce acabadamente el tema entre la opinión pública. La medida, además, no solo implicaría el gerenciamiento del Centro Gallego sino la posibilidad de su venta a dicho grupo empresarial en un tiempo estimado de 5 años.

Hoy por hoy, la intervención de INAES continúa: siguen los mismos funcionarios desempeñando sus funciones habituales, pero al parecer prestando servicios a BASA Salud. Las autoridades electas no tomaron posesión del cargo y el grupo empresarial ya controla y administra el Centro Gallego en su totalidad.


La política de BASA Salud fue despedir trabajadores esgrimiendo causas falsas, llevar adelante una clara persecución sindical a quienes se organizaran y reclamaran, modificar unilateralmente las condiciones de trabajo, extorsionar a cambio de pagar los salarios adeudados, violar varias de la leyes laborales vigentes y continuar prestando servicios de pésima calidad a los afiliados.
No obstante, el Grupo Olmos (dueños de BASA Salud) incurrió en despidos de carácter disciplinatorio, mientras que en paralelo tomó otros trabajadores con el único fin de reducir sueldos, maximizar ganancias y ahorrarse cuestionamientos de carácter sindical, ya que delegadas del Sindicato de la Salud, nucleado en CTAA Capital, fueron despedidas en varias oportunidades, en una clara actitud de persecución gremial a lo largo de todas las administraciones del Centro Gallego.

Consultada sobre la situación del Centro Gallego, Hebe Nelli, secretaria Gremial de la Central porteña explicó: “Desde la CTAA Capital venimos acompañando todo el proceso de organización de los trabajadores y trabajadoras de Centro Gallego en resistencia a estas políticas de ajuste. La semana pasada nos movilizamos hasta sus puertas, hemos ido al Juzgado 54 -donde se encuentra la intervención- se fijó una audiencia con el Juez para que explique por qué permite que la situación descripta siga sucediendo siendo él quien tiene responsabilidad sobre la misma.”

“Además, iremos al INAES, como responsables directos de la intervención y también le iremos a pedir las explicaciones del caso al grupo Basa. Exigiremos nuevamente al Ministerio de Trabajo que se pronuncie y expida sobre la intervención, y sobre todo acompañaremos como siempre a los trabajadores y trabajadoras del Sindicato de Salud en el reclamo de sus derechos. Iremos a tocar todas las puertas necesarias para que se reinstale a los compañeros en sus puestos de trabajo en las condiciones que corresponden por ley, que se les pague en tiempo y forma sus salarios y que se liquiden los sueldos adeudados”, agregó la compañera Nelli.


Raúl Olmos, CEO del Grupo que tomó el gerenciamiento del Centro Gallego, plantea que la decisión política del grupo es llevar adelante este proyecto a como de lugar: plantean que así convertirán al Centro Gallego en la mejor clínica modelo del país, pero lo cierto es que ninguna clínica “es” sin sus trabajadores y trabajadoras, y mucho menos si no tiene las condiciones elementales para ejercer sus tareas.

Desde la CTAA afirmamos que inventar un boicot sindical y echarle la culpa a los trabajadores que durante un año y medio mantuvieron a flote la institución, sin cobrar sus salarios e incluso le salvaron la vida a muchos afiliados, resulta por lo menos cínico. Sobre todo justo cuando
están a las puertas de alcanzar el objetivo de semejante lucha: tener un trabajo digno.

A Nelly Jaldín, Licenciada en Enfermería, trabajadora del área de Terapia Intensiva de adultos del Centro Gallego, la informaron de su “desafectación del cargo” dos agentes de la seguridad privada del centro de salud, mientras higienizaba a un paciente infectado con una bacteria intra hospitalaria, producto de la desidia del grupo Basa. Increpada para que de inmediato cesara su labor y se retirara, Nelly fue obligada a dejar a su paciente sucio, mojado y desnudo, bajo la amenaza de ser evacuada del nosocomio por la fuerza.


“Este gerenciamiento de los hermanos Olmos – contó Jaldín- asumió en mayo de 2019 y lo primero que hizo fue convocar a todo el personal y decirnos que se iban a hacer cargo de los 19 sueldos que se nos adeudaban. Lo dijo y todos lo escuchamos. Ahora, cuando hicimos el reclamo legal, ellos mismos y por escrito adujeron que no reconocían ninguna deuda.”


“Cuando tomaron el gerenciamiento los trabajadores vimos muchas falencias y la implementación de un método diferente al que veníamos teniendo bajo convenio colectivo de trabajo: aumentaron la carga horaria; cambiaron a trabajadoras de funciones, de oficinistas a mucamas, por ejemplo; faltaban insumos en enfermería y limpieza, entre otras cosas. A raíz de esto, desde el Sindicato se hicieron las denuncias formales: enviamos cartas que jamás fueron contestadas, pedimos entrevistas con las autoridades, pero tampoco tuvimos respuesta, y finalmente enviamos cartas documento para lograr una reunión donde se pudiera llegar a una solución del conflicto”, relató la compañera despedida.


En cuanto a los despidos ordenados por el Grupo Basa la compañera Jalín expresó: “Consideramos que éstos son despidos masivos: de la plantilla de 320 empleados que pasamos del Centro Gallego al Grupo Basa, hoy no llegamos ni a 200 personas. Están despidiendo de a cinco a diez personas por semana, desde administrativos a enfermeras, médicos y kinesiólogos, y lo peor de todo, con causas inventadas que hacen que no tengan derecho siquiera a una indemnización después de haber estado 19 meses sin cobrar y en algunos casos con toda una vida trabajando allí.”

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