Las negociaciones paritarias tienen muchos aspectos para considerar. Lo más saliente es el nivel de los salarios que se acuerdan. Si bien las condiciones de trabajo tienen importancia, la atención se concentra en la finalidad del trabajo para el asalariado: el salario. Sin embargo, un conjunto de factores que no se contemplan en las negociaciones actúan conformando un sistema que opera para frustrar y violar los acuerdos.
* Por Ricardo Gutierrez, economista, quien junto a un grupo de intelectuales elaboró este trabajo para ser compartido y en la búsqeda de aportes y sugerencias.
Algunos de esos factores o elementos significativos de la situación material en que se da la negociación:
1 Los patrones, que se sientan con los asalariados a negociar los salarios, fijan los precios de los bienes sin consultar a los asalariados. La clase de dinero que el estado capitalista obliga a usar a los asalariados, despojado de valor propio (a diferencia del dinero antiguo), establece una desigualdad insuperable en las reglas de juego. El salario se mide en dinero. El dinero se precia en bienes. El dinero se deprecia cuando aumentan los precios y también el salario que se mide y paga en esa unidad monetaria. Globalmente los precios determinados por los empresarios determinan cuánto ganan los asalariados en términos de bienes (en términos reales). Los precios de los bienes que son los que determinan el salario real pueden subir al día siguiente de las negociaciones anulando su efecto práctico. La competencia entre los patrones que los obligaba a vender a precios más bajos ha desaparecido por la proliferación de la llamada “imperfección” de los mercados, una forma de nombrar a los monopolios. Esta realidad, ya una vieja realidad, de que los precios determinan el valor representado por la unidad monetaria en bienes, trabajo o cualquier contraprestación está corroborado por el hecho de que los precios suben pero no bajan.
2 El nivel del salario nominal es la variable en la que se pone el foco al momento de las paritarias. Se ha utilizado y se piensa seguir utilizando en las negociaciones. El nivel del salario nominal no es suficiente para saber cuántos bienes puede alguien comprar con un salario. Los bienes no se compran de una vez, se van comprando a lo largo del tiempo. Por lo tanto, si los precios van cambiando a lo largo del tiempo, mientras se mantiene el salario nominal, la cantidad de bienes comprables con él va bajando mes a mes en relación al aumento de precios. El resultado depende de cuándo se produjeron los aumentos de precios en relación a cuando se produjo el aumento de salarios. En otras palabras: durante el tiempo (meses) que el salario permanece igual en términos nominales puede comprar una suma de cantidades decrecientes de productos que se van adquiriendo a precios cada vez mayores durante el período. La cantidad de bienes que puede comprar el salario el último mes es menor que la que podía comprar el primer mes. Lo que muestra el salario real no es el nivel nominal de un momento sino la suma de las cantidades que pudo comprar durante un año. Para que en la mesa de negociaciones del salario el gremialista pueda poner un número que incorpore lo que va a pasar con los precios durante el período durante el cual no va a haber aumento tiene que adivinar que van a hacer los patrones con los precios. Si bien la patronal que tiene enfrente el gremialista no es todo el empresariado en conjunto, y esa patronal también desconoce el efecto conjunto de todos sus congéneres de clase en el aumento de los precios que afectan a sus propios asalariados, es de ese lado del mostrador que se determina el salario real. Los gremialistas acuerdan un salario nominal para un período y los patrones, en un proceso no tan caótico como se puede pensar, determinan cuál va a ser el salario real a través del aumento de precios. La experiencia muestra que la tendencia es que los gremialistas “adivinan” sistemáticamente de menos.
A menos que los asalariados controlen directamente los precios y consigan aumentos inmediatos apenas comenzaron los aumentos de los precios, el compromiso sobre el nivel de precios es insuficiente.
Resarcimiento
Los ladrones cuidan su botín con tanta más fuerza que los que trabajan para vivir. Los asalariados pelean por sus ingresos pensando para adelante: lo perdido, perdido está y se conforman. Unos viven de robar y los otros de su trabajo. Claro si todos se robasen unos a otros nadie se beneficiaría especialmente. De modo que es esencial para los ladrones que viven del trabajo ajeno que a ellos nadie les robe. Los criterios de la justicia son derivados de la situación material de la vida de unos y otros, como se puede ver. De acuerdo a que el salario real es lo que se puede comprar con los sueldos durante el período en que se mantiene el salario nominal acordado, en la negociación de un año dado se debería reclamar por lo que se perdió en el año anterior por aumento de los precios. El criterio de qué es lo justo incluye la reparación, el resarcimiento.
De cualquier modo, siempre el ingreso real de los asalariados está asociado al control de los precios.
Control de precios
Una variante que se puede pensar en aplicar es acordar que la patronal no podrá aumentar sus precios mientras rija el acuerdo paritario y que todos los otros cambios en los precios que afectan a sus costos los resuelva con negociaciones con los otros empresarios y con el gobierno. Seguramente en este caso los obreros y empleados de las empresas deberán garantizar el convenio para defender a su clase social y a todos los consumidores y además garantizar lo que el gobierno “no puede”, parar la inflación.
Abastecimiento
Todo control de precios debe garantizar el abastecimiento. En épocas más democráticas se aprobaron leyes de abastecimiento (aún vigentes) que dan facultades al gobierno para apropiarse de las mercaderías y distribuirlas a los precios estipulados.
Precios cuidados
Para ilustrar la idea pensemos en los “precios cuidados” de Cristina. Los asalariados deben exigir que si no están los productos con precios acordados con el gobierno el comerciante deberá entregar un producto equivalente al precio acordado. Si no está en condiciones de hacerlo debe cerrar el negocio.
3 Los asalariados no entran en negociaciones directas con los patrones, sino a través de un representante para establecer el nivel de los salarios. Este “a través” es engañoso, porque los gremialistas no son “delegados” para llevar la posición de las bases. En la mayor parte de las negociaciones, el nivel del acuerdo no se resuelve en asamblea de los agremiados sino en discusiones privadas. Es sabido que no pocos gremialistas son a su vez empresarios.
A través de asambleas los asalariados pueden imponerse sobre los gremialistas profesionales y exigirles que pongan en la mesa de negociación todos los puntos que consideran justos. Siempre hay varios factores a asegurar al mismo tiempo para conseguir un solo objetivo. Los que determinan el salario forman un complejo de factores.
Si los gremialistas arrugan ciertos puntos y lo justifican con que su gran olfato y picardía política los iluminó repentinamente y les dijo que eso que quería la asamblea no se podía plantear en la situación de la negociación, ya se puede empezar a buscar entre todos una trampa, un “gato encerrado”. Quien es delegado por la mayoría con un mandato tiene muy poco margen para negociar.
4 El estado interviene en las negociaciones a favor de los empresarios. El ministerio de trabajo oficializa los gremios y determina cuál de los gremialistas es “bueno” para los empresarios. El estado es un patrón. Como empleador es gigante (hospitales, escuelas, seguridad, administración pública). El estado interviene en las negociaciones para poner un límite al aumento de salarios. En el acuerdo de ese límite que se fija tras bambalinas también intervienen gremialistas. Hoy los principales son reconocidos a simple vista y sin tapujos bajo la denominación de “aliados del gobierno”. Hay competidores en la misión de “aliados del gobierno”. El estado utiliza el nivel de los salarios para su política antiinflacionaria. Desde ya que el estado está por definición del lado del capital, pero además la política de control de precios es figurativa y completamente ineficaz si el estado no se pone en contra de los monopolios.
Ejemplo: a pesar del desgaste que produce en la imagen del gobierno, utiliza la disminución de la demanda y la baja del salario real para desanimar el aumento de precios, como lo haría un “neoliberal” clásico que siempre tiene a mano el remedio del cinturón, como el conspicuo Alsogaray: “hay que ajustarse el cinturón” decía como funcionario del gobierno de Frondizi.
No es obligatorio que el aumento de salarios pase a los precios, porque dicho aumento puede provenir de la disminución de las gigantescas ganancias y rentas que obtienen los propietarios del capital. Si pasan los aumentos de salarios a los precios es porque así lo deciden para dejar para sí y para su clase una parte todavía más grande del producto social.
5 Los asalariados son permanentemente amenazados con la pérdida de sus puestos de trabajo por lo cual quedan automáticamente responsabilizados por la marcha de los negocios, si los negocios van mal, para conservar el puesto de trabajo tienen que ganar menos.
6 La inflación afecta a la capacidad para comprar bienes de consumo duraderos. Para hacer tales compras los asalariados deben ahorrar. El problema es que los ahorros son “carcomidos” por la inflación. Todo lo que desaparece del bolsillo o de la caja de ahorro del asalariado termina en el bolsillo de un empresario. El bicho de esta “carcoma” son los dueños de los bienes que levantan sus precios. También los que consiguen dólares como ingreso que exigen más pesos por dólar a los que tienen los pesos.
Para no tener que pagar los intereses para comprar a plazos la gente que tiene un flujo de ingresos descendiente en términos reales tiene que hacer el ahorro para “juntar la plata” y comprar en el momento que ya se ha conseguido juntar el monto a pagar de contado. En algunos casos, es posible comprar estos bienes por partes (componentes del bien). Es clásico que los ahorros se tengan que hacerse en ladrillos que se ponen en la casa de algún familiar, en el fondo de la casa a medio construir. Comprar madera para hacer un mueble, etc… Tanto el estado, los bancos y los que tienen bienes de pleno valor esquilman a los ahorros de los asalariados. La única mercadería que se desvaloriza constantemente es la fuerza de trabajo. El asalariado no puede especular guardando su mercadería, la fuerza de trabajo para conservar su valor, pero si pueden hacerlo los que tienen las mercaderías producidas por el trabajo. Simplemente pueden remarcar el precio, También pueden mantener y denominar su capital en dólares u oro, acciones, etc…
7 El punto más importante: una hora de trabajo humano produce cada vez más. Los aumentos de la productividad son cuantitativamente gigantescos. Se introduce una innovación a principios de un año y ese año ya se puede producir el doble. Claro hay otras limitantes – el espacio para almacenar, la demanda, etc…- pero la hora rinde el doble. La consecuencia es que la producción se incrementa, la empresa se desprende de una cantidad de operarios y otros cambios. Raramente los precios bajan por la productividad. Esto sucede sólo en ciertos rubros donde se mantiene cierta competencia a nivel internacional. Aunque se sepa, es preciso decir una vez más que ni las máquinas ni los robots se distribuyen entre sí el producto del trabajo, son los hombres los que se quedan unos con más y otros con menos, que lo usan o lo desperdician. Las máquinas no producen el avance sino la humanidad que produce las innovaciones, las máquinas y los robots.
Una hora de trabajo produce cada vez más bienes, pero no se pagan cada vez más bienes. Es una constante que el salario real (medido en bienes) no aumenta en la misma proporción que la productividad. En ciertas etapas disminuye el salario medido en bienes. En estas condiciones la parte del producto social que queda en manos del capital va creciendo en relación a la parte que queda en manos de los asalariados. Es lo que vulgarmente se conoce como la “distribución del ingreso”.
(Acá se pueden agregar datos que demuestren que este proceso es justamente el que se da en la Argentina que no es en modo alguno la imagen del “justicialismo” en la distribución del ingreso.)
Este capítulo entra en las discusiones salariales como “productividad”. La discusión sobre la productividad está siempre opacada por la urgencia de adecuar el salario real a su nivel anterior y poder seguir obteniendo la misma cantidad y calidad de bienes y servicios.
8 El aumento de la demanda de mano de obra por parte de los empleadores presiona a los salarios a la suba en términos reales. El aumento de la demanda de trabajo asalariado es creciente durante la recuperación de la actividad después de haberse producido una crisis capitalista con desempleo. Esto sucedió durante el transcurso de la lenta recuperación de la crisis económica del fin de siglo XX. Se pudo comprobar que la persona que tomaba recién el puesto de trabajo entraba con más sueldo que el que ya estaba trabajando en el mismo puesto, de modo que para lograr más sueldo había que cambiar de trabajo con todos los riesgos que se afrontan. La recuperación fue lenta por la gran devaluación que se realizó durante el gobierno de Duhalde. No se produjeron aumentos generalizados de salarios por una lucha organizada en el movimiento obrero ni por la política económica del gobierno. Dicho en otras palabras, los patrones tuvieron que pagar más para seguir haciendo pingües negocios.
9 Como tendencia general, la demanda de trabajo es cada vez menor. El capital es cada vez más incapaz de absorber a todos los desposeídos para incorporarlos a las filas de sus ejércitos. El motivo esencial es que mantener la vida actual requiere cada vez menos horas de trabajo, por el aumento de la productividad del trabajo, pero la jornada de laboral se mantiene en ocho o más horas. Luego el trabajo total requerido lo pueden hacer cada vez menos personas con una jornada que se mantiene igual de larga a través del tiempo (100 años). Los desocupados dejaron de ser una enfermedad crónica con crisis cíclicas para transformarse en una enfermedad con crisis constante. Los desocupados son mantenidos con el producto del trabajo de los asalariados que tienen trabajo. Son la única clase verdaderamente productiva.
Esta situación que se prolonga desde ya hace muchos años ha llevado a la clase obrera francesa y a la de otros países a luchar por una nueva reducción de la jornada de trabajo que se sumara a la lucha épica por las ocho horas. La reducción de la jornada de trabajo permite la reducción de la desocupación. También reduce la desocupación el adelantamiento de la edad de jubilarse.
El valor de la mercancía que vende el asalariado y el salario mínimo
La mercancía que vende el asalariado es su fuerza de trabajo ¿Cuál es hoy el valor de esa mercancía hoy después de la devaluación? ¿Cuál va a ser su valor durante todos los meses que el salario se mantenga sin aumento o con un aumento pautado?
El salario mínimo debe reponer la fuerza de trabajo de los trabajadores asalariados.
El salario mínimo de una persona tiene que alcanzar para mantener una familia. Es el presupuesto que una familia tipo -con dos niños- requiera para reproducir su fuerza de trabajo, es decir reponerla mediante alimentos, descanso, energía, combustibles, transporte, comunicación, formación, educación primaria, secundaria, universitaria, actualización, atención médica, medicamentos, diversión, turismo, cultura y todos los productos y servicios que el desarrollo de la humanidad va agregando a esta fase de la actividad que repone la fuerza de trabajo denominada consumo.
Tiempo de trabajo necesario para la reposición de la fuerza de trabajo
A medida que los productos y servicios con que se hace la vida se van desarrollando, va creciendo la productividad del trabajo que los produce de modo que las horas de trabajo necesarias para reproducir la fuerza de trabajo van disminuyendo. El trabajo necesario para reproducir la fuerza de trabajo ha disminuido sustancialmente con el desarrollo de las fuerzas productivas sociales y por eso disminuyó la demanda social de trabajo. También, por el mismo motivo, el incremento de la productividad, disminuyó la demanda social de trabajo para la ampliación de la capacidad productiva. Dentro de la jornada de trabajo de ocho horas, el tiempo que se requiere para reponer la fuerza de trabajo ha disminuido, hay cálculos que reportan que dos horas bastan. La consecuencia es que el tiempo remanente que se trabaja para provecho exclusivo de la patronal se ha venido incrementando.
Está implícito que los otros miembros de la familia no están sujetos al trabajo asalariado y realizan otros trabajos dentro de la división del trabajo familiar y social. Pueden disfrutar de una actividad libre el resto de su tiempo. Las actividades libres pueden ser creativas y productivas sin estar necesariamente supeditadas al trabajo asalariado al servicio del capital. Sin embargo, el capital ha incorporado a las mujeres a las filas de su ejército. Muchas familias tienen como jefas de hogar a las madres que deben trabajar y a la vez ocuparse de la crianza de los niños.
Presupuesto para comprar una “canasta” de bienes y servicios
Para hacer el cálculo del presupuesto de la reposición de la fuerza de trabajo para establecer un nivel de salario mínimo tenemos que determinar una lista de productos y servicios necesarios y sus cantidades respectivas y multiplicarlos por los precios de mercado. Ese conjunto de productos y servicios con sus respectivas cantidades ha recibido la denominación de “canasta”. Para establecer el presupuesto es preciso tener en claro la calidad de los productos y servicios. La composición y calidad de ese conjunto de productos y servicios tiene que mejorar con el desarrollo de la productividad.
Paralelamente habría que realizar un estudio especial aparte para considerar el aumento de la productividad y negociar también una disminución de la jornada laboral.
Actualización del salario
El problema que nos llama a resolver la cuestión del nivel del salario mínimo es el aumento de los precios. Por eso, es preciso alimentar constantemente este cálculo del presupuesto apenas incrementan los precios.
Si tuviéramos la cuestión del salario mínimo resuelta, es decir, en todo momento podemos consultar cuánto dan nuestros cálculos las negociaciones se podrían basar en cuántos salarios mínimos debería ganar un asalariado en tal o cual puesto de la producción. Pero este presupuesto varía con el cambio de cualquier precio. De modo que aún no podríamos establecer un punto de partida para las negociaciones salariales. El problema que queda por resolver es que hay que estimar cuánto van a crecer los precios durante el período en que va a regir el acuerdo salarial.
En la Argentina la política económica desarrollada para obtener ganancias suculentas para el capital está basada en salarios bajos. El gobierno no deja de declarar que tal o cual sector ha obtenido ganancias por encima de lo que se obtiene en otros países y les pide que no se quejen de su política ya que son muy favorables para ellos. En gran medida estos resultados se debieron a su celo por no permitir que aumentaran los salarios reales cuando los empresarios tuvieron que tomar más empleados durante la recuperación de la crisis. Siendo tan cómoda, el gobierno y los empresarios mantienen esta fuente de ganancias, financiamiento y resarcimiento para uso del capital, por cualquier deseo o problema que tenga el capital. Esa fuente es el bolsillo del asalariado y los fondos de la clase obrera en las cajas de ahorro de los bancos y el ANSES.
Esa política exige que el salario mínimo sea bajo y por lo tanto que su determinación no siga un criterio científico ni persiga conocer la verdad de las necesidades de la vida de los argentinos. Esto se puede comprobar porque la determinación del llamado “salario mínimo vital y móvil” está realizada por un consejo y es el resultado de una negociación. No sale de una investigación sino de una convención. En el consejo hay integrantes del poder ejecutivo y de los empresarios ¿Qué hacen allí? ¿No tienen intereses encontrados o directamente incompatibles con el mejoramiento de las condiciones de vida? Por un lado los empresarios que pueden aumentar sus ganancias con los salarios bajos. Por otro, el gobierno que no quiere que se conozca la inflación real para que los resultados de su política económica de salarios bajos no se note y muestre su fracaso: usar el salario como freno para la inflación es ineficaz e injusto. El triste papel de los representantes sindicales en este consejo nos demuestra que el problema de los asalariados incluye a sus representantes sindicales. El monto del salario mínimo para 2014 es más elocuente que todo lo dicho: 3.600 $.
Hay agravantes a lo dicho: el salario mínimo está calculado para un trabajador sin cargas de familia y hay millones de trabajadores cobrando menos que el salario mínimo y tienen cargas de familia.
(Para que puedan verificarlo se pueden consultar las cifras de la Encuesta Permanente de Hogares)
El índice de precios al consumidor
Los trabajos estadísticos realizados por el INDEC se usaban para estimar las variaciones del valor de esa canasta básica para establecer el mínimo salario y su variación. La variación del monto del presupuesto que compraba una canasta básica se usaba como promedio del incremento de los precios de consumo. Así se estimaba, de manera aproximada, el incremento de otros bienes u otras canastas entre dos fechas del pasado, por ejemplo entre el mes de diciembre de un año y el mes de diciembre del año siguiente. En esencia lo que está detrás es tener un indicador de la disminución del poder adquisitivo del dinero en que están expresados los salarios entre un período y otro anterior. Para los precios en que se expresan otros contratos se suelen usar canastas distintas (precios de la construcción, etc…)
Como vemos, de cualquier manera, el incremento de los precios que verifica el índice no nos dice nada sobre que va a pasar en el futuro. Es una práctica acostumbrada estimar el aumento promedio en el futuro pensando que se va a repetir un fenómeno similar. Esto no tiene fundamento, simplemente se usó y usa porque no hay otro dato para usar.
El problema concreto hoy en día es que los trabajos del INDEC han sido deliberadamente estropeados como es de público conocimiento y la experiencia nos indica que no podemos confiar en el comportamiento del nuevo índice del costo de vida recién estrenado. Por otro lado este sólo ha dado la estimación del incremento del mes de enero y febrero de 2014. Por eso no tenemos cómo estimar el aumento de precios que se produjo durante el año 2013.
Las negociaciones tienen que reclamar aumentos que reflejen la pérdida correspondiente al 2013 para recomponer el nivel del salario real, estimando el aumento probable de la canasta básica durante el 2014.
El impacto de la devaluación en los precios y en los salarios
Durante el año 2013 el gobierno ha convalidado una devaluación considerable del peso (de 5 $ a 8 $ por dólar). Ese incremento del 60% del precio del dólar ya se ha reflejado en muchos productos cuyos precios medidos en dólares han crecido en forma similar como los combustibles y los alimentos. Es muy probable que se produzcan aumentos en los productos que aún no han aumentado en esa proporción y también, como sabemos por experiencia puede que aumenten aún más.
Los empresarios industriales aumentan sus precios aduciendo aumentos de costos producidos por el incremento del precio de las importaciones que es igual al aumento del precio del dólar o más aún como en el caso de los automóviles y los electrodomésticos. Los industriales y comerciantes de los alimentos también lo hacen, pues el incremento de los precios de los productos exportables, que son alimentos, ha seguido al dólar. Los precios de los productos que provienen del agro, aunque no se exporten, suben, porque a través del “precio” de la tierra – la renta – que se incrementa con la devaluación, aumentan los precios de todos los productos que se cultivan en ella. Ingenuidad o picardía: la presidente en el discurso ante el congreso mostró los enormes aumentos de los precios de la tierra ¿Ignora que ese mayor precio significa más penurias para los asalariados?
En resumen, los precios internos tienden a incorporar el aumento correspondiente al precio del dólar. Sin embargo, el gobierno y el gremialismo están buscando poner un tope al aumento de salarios para que no pase del 30%. Dicen una cosa y hacen otra. ¿Por qué la clase de los patrones puede aumentar y justificarse en el aumento del dólar y la clase obrera no puede reclamar ese mismo aumento?
El gobierno, ante el pedido de los empresarios, repitió por un tiempo que una devaluación iba a afectar el salario. Su preocupación era que la baja del salario iba a empeorar las condiciones del “mercado interno”, o sea que los empresarios iban a poder vender menos. Pero lo hizo. Para que la devaluación no hubiese afectado el salario real tendría que haber dado un aumento por decreto de un porcentaje igual a la devaluación en el momento en que la realizó. Con esto hubiera generado condiciones para que se mantenga la demanda de bienes y servicios y no se produzcan despidos. Lamentablemente los despidos comenzaron.
El gobierno pide que los trabajadores cuiden los puestos de trabajo cuando piden aumento en las paritarias, o sea que acepten una disminución del salario real. Es mentira, lo que pasa es lo contrario: aumenta la probabilidad de los despidos si no se mantienen los salarios reales. Para que se mantenga el salario real hay que llegar a un aumento considerable del salario nominal que por lo menos alcance a emparejar la devaluación.
Mientras el gobierno y la patronal no demuestran de manera palpable e incontrovertible, con medidas a controlar por parte de los asalariados y los consumidores de que el aumento de los precios no va a ser del 60% en el período a considerar para la negociación salarial, el reclamo por aumento del salario tiene que mantenerse por arriba de esa proporción.