Poderosas multinacionales de Internet imponen nuevas reglas a la prensa tradicional. Veloz desarrollo tecnológico y pérdida de principios básicos marcan la crisis actual del periodismo. Los medios alternativos buscan adaptarse y dar la batalla de ideas.
Dedos que se mueven veloces sobre una pantalla táctil o sobre el aire, teléfonos móviles transformados en computadores de bolsillos, personas conectadas todo el día a Internet accediendo al instante a las últimas noticias, en tiempo real. El presente y el futuro están marcados por abrumadoras transformaciones tecnológicas y nuevas prácticas individuales que implican cambios drásticos en las maneras de informarse. La distancia que existía entre la producción y difusión de una noticia determinada y su consumo se esfuma sin vuelta.
En el siglo XX fueron la radio y la televisión los nuevos medios de información que se propagaron por el mundo, aunque convivieron sin dificultades con los diarios nacionales y el conjunto de la prensa gráfica. Pero con la expansión de Internet y la telefonía móvil desde fines de los años ’90, el periodismo y los medios de comunicación en general están modificándose radicalmente. Quince años después del cambio de siglo, nuevas compañías multinacionales aumentan progresivamente su poder sobre el conjunto de la prensa mundial y plantean desafíos inéditos para el periodismo.
Novedades y consecuencias
Las grandes empresas de Internet están reconfigurando el mapa de la prensa mundial. Facebook anunció el 13 de mayo un acuerdo con varios de los principales diarios, revistas y cadenas de noticias de Europa y Estados Unidos: el diario estadounidense The New York Times y el británico The Guardian; la revista semanal Spiegel y el diario Bild, ambos alemanes y los de mayor tirada de Europa en su rubro; las revistas estadounidenses The Atlantic y National Geographic; la BBC británica; la televisora estadounidense NBC News.
Todos estos medios publican ahora noticias completas directamente en la aplicación de Facebook para teléfonos móviles y tabletas, sin que sea necesario ingresar a sus sitios web para leerlos. La red virtual creó para ello una sección especial de “Artículos Instantáneos”, con el plan de sumar más medios después de esta primera experiencia. Esta novedad se fundamenta en los cambios veloces que se producen en el uso de las nuevas tecnologías. Las últimas tendencias muestran una caída en el uso de Internet desde los computadores y su aumento exponencial desde los teléfonos móviles y tabletas, donde las aplicaciones relegan a los navegadores como las vías de acceso a Internet. Así lo demostró un estudio de Guía Local en América Latina, que registró el acceso a internet de más de 50 millones de personas.
En Estados Unidos ya el 60% del consumo de Internet se hace desde los teléfonos móviles y la aplicación más usada es la de Facebook. Según el último informe anual de la consultora Pew Research, en ese país 39 de 50 medios analizados recibe más visitas desde dispositivos móviles que desde computadores.
Sólo 15 días antes del anuncio del convenio entre la red digital y un influyente sector de la prensa mundial, Google hizo público un acuerdo con un conjunto de medios europeos y lanzó la plataforma “Iniciativa de Noticias Digitales” para “apoyar al periodismo de alta calidad a través de la tecnología y la innovación” y promover “la colaboración y el diálogo entre el sector tecnológico y el de noticias”. Para ello invertirá 150 millones de euros en los próximos tres años. Los principales diarios involucrados son: Financial Times y Guardian, de Gran Bretaña; FAZ y Die Zeit, de Alemania; El País, de España; Les Echos (Francia); NRC Group (Holanda); La Stampa (Italia). Con esta medida, la empresa estadounidense ingresa de lleno en el ámbito del periodismo digital tras incursionar primero con la herramienta Google News, que fue cerrada en España y tuvo inconvenientes legales en varios países de Europa.
Lo que estas dos grandes compañías se disputan, en este caso, es el mercado mundial de consumidores de noticias a través de Internet, y con ello el creciente negocio de la publicidad digital, del que también participan las empresas periodísticas. Pero ahora serán Facebook y Google, y no los editores de los medios, los que a través de algoritmos definirán cuáles artículos se destacan y cuáles se relegan o eliminan en sus plataformas virtuales de noticias.
La magnitud y el peso económico de estos nuevos actores son incomparablemente superiores a los de la prensa tradicional. Google es la segunda compañía del mundo con mayor valor de mercado según la revista Forbes (367,6 mil millones de dólares), está entre las 25 que generan más ganancias y en el puesto 39 del ranking mundial. Tiene el segundo servicio de correo electrónico más utilizado del mundo (Gmail), el principal sitio de videos online (Youtube) y el sistema operativo para teléfonos móviles que domina tres cuartas partes de ese mercado (Android). Facebook, con 1.400 millones de usuarios registrados en el mundo, tiene un valor de mercado de 231,6 mil millones de dólares y crece a un ritmo inimaginable para las empresas de los otros rubros, golpeadas por la crisis económica internacional.
Para poner en contexto estos números, cabe recordar que uno de los principales diarios estadounidense, The Washington Post, fue vendido junto a sus publicaciones asociadas por 250 millones de dólares en 2013 a Jeff Bezos, fundador del sitio de comercio electrónico Amazon, una empresa que sólo el año anterior había registrado ingresos por 61 mil millones de dólares. “El diario no ha sido capaz de escapar de la crisis financiera que ha involucrado a los periódicos y a otras organizaciones mediáticas. El auge de Internet y el cambio de papel a la tecnología digital ha creado una ola masiva y competitiva en las compañías informativas tradicionales y ha dispersado a los lectores y a los anunciantes”, publicó el Washington Post en su editorial para explicar la venta por parte de quienes eran sus propietarios desde la década de 1930. Dos años antes un periódico digital de mucha menor trayectoria, The Huffington Post, había sido vendido por 315 millones de dólares sólo seis años después de su lanzamiento.
¿Fin de la prensa impresa?
La caída sostenida del promedio de las ventas de diarios y revistas periodísticas en el mundo provoca que hace ya varios años se hable del fin de la prensa impresa. Alrededor de 200 periódicos cerraron en Estados Unidos desde que explotó la crisis económica y financiera en 2008, mientras que en 2014 aumentó un 10% la entrada de usuarios a diarios digitales, llegando al nivel más alto de su corta historia. Variados analistas coinciden en que algún día pararán las rotativas de manera definitiva y dejarán de existir los periódicos en papel. Pero no será un proceso rápido. Ya fallaron varios presagios y algunos creen incluso que, aunque sean unos pocos, algunos diarios sobrevivirán en su formato tradicional.
Más allá de estos debates, la tendencia hacia el periodismo digital es irreversible, con su ambiente multimedial e interactivo como característica central. Textos, imágenes, videos, audios e interacciones de usuarios conviven ahora en la web, donde la instantaneidad es un valor fundamental. Frente a eso las ediciones impresas en papel parecen ir quedando obsoletas, mientras su circulación promedio cae de manera sostenida a nivel mundial.
“El peso de nuevos medios, así como la emergencia de intermediarios que no son, en sentido estricto, medios de comunicación, se siente en los balances de las empresas de medios tradicionales, que acusan una merma de ingresos publicitarios –ya que las campañas se canalizan también a través de los medios digitales– y una disminución de sus audiencias, seducidas por la multiplicación de la oferta”, explica Martín Becerra, especialista argentino en medios y nuevas tecnologías. Los ingresos por publicidades en los diarios estadounidenses disminuyeron en más del 50% entre 2007 y 2012, según la Asociación de Periódicos de Estados Unidos, aunque la publicidad digital registra un aumento sostenido.
Otra consecuencia es la caída de periodistas contratados en las redacciones, donde los equipos de trabajo son cada vez más acotados, según lo demuestra el último estudio sobre el estado de la prensa hecho por la consultora Pew Research, también respecto de ese país. Pese a estas perspectivas desfavorables, los diarios impresos nacionales tienen todavía un peso importante en la definición de las agendas periodísticas de cada día, al instalar muchas veces los temas políticos, sociales o económicos sobre los que luego se montan la radio y la televisión. En varios casos, en realidad, detrás de ellos operan grandes grupos multimedia oligopólicos (ver Democratización de los medios…).
Claroscuros de la web
La progresiva masificación del acceso a internet a millones de personas en prácticamente todo el mundo hizo posible el nacimiento de nuevos medios de comunicación “online”, tanto escritos como radios e incluso televisoras, que no hubieran existido por fuera de internet. Muchos de ellos lograron llegar a grandes audiencias y se fueron construyendo como referencias informativas para grandes grupos de personas.
Pero el mundo de internet no es tan democrático como parece. Otras dependencias existen y operan por detrás de una aparente libertad total de los usuarios, tal como se hizo evidente dos años atrás luego de las filtraciones hechas a la prensa por el agente Edward Snowden. Se expuso aquella vez cómo el gobierno estadounidense accede a datos privados a través de las principales compañías del sector: Google, Microsoft, Apple y Facebook, entre otras (todas ellas, a su vez, estadounidenses).
No es casual que los Brics hayan lanzado en septiembre de 2013 un plan para crear un nuevo sistema de infraestructura de acceso a internet (“Brics Cable”) con el fin de conectar directamente entre sí a los países miembros y muchos otros del denominado tercer mundo. “Estados Unidos tiene un poder excesivo sobre lo que sucede en Internet actualmente. Y a pesar de que Internet está construida de tal manera que podría ser descentralizada en todo el planeta, en realidad eso por ahora no ocurre; Internet es centralizada, y Estados Unidos tiene el poder sobre básicamente todo lo que sucede”, explicó el investigador sueco Ola Bini a la agencia Alai.
Otra cuestión nodal para la nueva prensa digital es que las mencionadas empresas del sector, al operar en gran medida como puertas de entrada a Internet, tienen la capacidad de manipular el poder de difusión de un medio a través de algoritmos que establecen, por ejemplo, la ubicación de un determinado sitio web en los resultados de una búsqueda, generalmente vía Google o Yahoo. Lo mismo ocurre con la visibilidad que pueden tener las publicaciones de un medio en Facebook, que repercuten directamente sobre la cantidad de visitas y, con ello, sobre las posibilidades de acceso a anunciantes.
“Como nuevo ejemplo de ese poder, este 21 de abril Google cambió unilateralmente el algoritmo de su buscador para móviles, de manera que las búsquedas ya no tomarán en cuenta los sitios considerados ‘no amigables’ al móvil. O sea, ya no cuenta el contenido, ni la reputación o popularidad del sitio, sino la capacidad de instalar tecnología para móviles, lo que pone en desventaja a muchos sitios de bajos recursos”, explicó la periodista Sally Burch. Esa modificación es sólo una de las que se han hecho en los últimos años, con consecuencias directas en el nivel de audiencia que logra cada medio digital.
En definitiva, son grandes corporaciones las que determinan buena parte del horizonte de posibilidades de los usuarios de internet y la prensa allí presente, cuyo criterio es definido al margen de cualquier legislación estatal o internacional.
Ideas y valores
A la par que se producen cambios acelerados en el plano tecnológico, con consecuencias directas para los medios de comunicación de todo tipo, un debate más profundo sigue su marcha: el de las ideas. La transformación paulatina de los grandes diarios de América y Europa con sus respectivos portales web no modifica su orientación ideológica, pero ha puesto en duda su capital acumulado de credibilidad. Basta recordar el último fraude montado por el diario El País de España, que se vanagloria de ser el más leído e influyente de habla hispana en el mundo, al publicar en enero de 2013 una foto de un hombre intubado como si fuera Hugo Chávez, cuando el presidente venezolano se encontraba internado en La Habana.
Al año siguiente, durante las llamadas guarimbas iniciadas en febrero, una planificada maniobra internacional buscó instalar la idea de que el gobierno venezolano reprimía y asesinaba a manifestantes indefensos. Para ello se tomaron y editaron imágenes de protestas y represiones ocurridas en distintos países del mundo y se difundieron por Internet, especialmente a través de Facebook y Twitter, como si se tratara de fotografías tomadas en Venezuela en ese momento. Sin ningún tipo de rigor ni principios una amplia red de medios españoles, estadounidenses y latinoamericanos publicó esos montajes para atacar al gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Aquellas prácticas continúan hoy. Cuando se trata de la Revolución Bolivariana, la prensa del gran capital no repara en los principios más elementales y está dispuesta a enterrar la ética periodística. Prueba de ello es la actual campaña de difamación del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, a quien se lo acusa descaradamente de narcotraficante, sin dar una sola información precisa que avale semejante ataque. Ni siquiera el New York Times ha quedado fuera de esta burda operación, ajena por completo a la rigurosidad y la veracidad periodísticas.
Frente a eso han venido surgiendo en América Latina una enorme cantidad de medios, muchos de ellos desde las propias comunidades y con escasos recursos, aunque en algunos países logran el apoyo financiero de los Estados. Son publicaciones gráficas, radios, televisoras y productoras audiovisuales que intentan no quedar fuera del mundo de Internet, donde se imponen nuevas reglas y ocurren transformaciones aceleradas. Pero el desafío de fondo es el mismo: dar la batalla de ideas contra el capitalismo, sin abandonar los principios, los valores y la ética que han dejado atrás los medios del sistema. Frente a esa crisis puede ganar espacio la nueva prensa revolucionaria: ése es su desafío en este siglo.
Desde Buenos Aires, Ignacio Díaz. Fuente: www.americaxxi.com.ve