imagesNadie podrá negarlo, cada uno de los argentinos compartimos un mate en cada ocasión de nuestras vidas. Siempre está preparado a la hora de hablar con un hijo, de sentarse a charlar con un amigo, mientras estudiamos o trabajamos, o acompañándonos en distintos momentos de alegrías, de tristeza o soledad.

por Pablo Micheli, Secretario General de la CTA.

Pero también es cierto, que el mate, junto a un pedazo de pan, muchas veces es la comida de los que menos tienen, es el “almuerzo” o la “cena” para pasar el día.

Hoy en día, tanto la yerba para un rico mate como el pan para nuestros hijos, se han convertido en artículos inaccesibles, los cuales hay que racionalizar para que “rindan más”. Sus precios han alcanzado valores impensados y, en miles y miles de bolsillos, un día de trabajo ya no alcanza para comprar 1kg de yerba y 1kg de pan y hay que optar por uno u otro. Otra opción, podría ser la que siempre recomiendan nuestros dirigentes e ir al Mercado Central para ver si los precios están más barato. ¿Qué dirían nuestros gauchos si por un momento vivieran esta realidad?

Parece una ironía, pero ante un gobierno que se hace llamar “Nacional y Popular” y que levanta la bandera de Perón y Evita en nombre de los trabajadores, hoy existen 11 millones de personas que viven con menos de $40 por día. No se necesita ser muy audaz o inteligente para sumar el precio del kilo de pan y de un paquete de yerba, y darse cuenta de que la plata con la que miles de argentinos cuenta a diario, no alcanza ni para llevar lo básico a la mesa de su casa.

Además de eso, el mate es parte de nuestra cultura, de las raíces de la identidad argentina. En el mundo, nos identifican con el Che, con Maradona, con Messi. Pero también, con el mate. Sin embargo, la realidad que estamos atravesando los argentinos, nos empieza a quitar un poco más de esas cuestiones que nos pertenecen. Así pasa también con nuestras riquezas naturales, con nuestro medio ambiente, con los derechos de nuestros hermanos indígenas, con nuestros derechos como ciudadanos.

Como argentinos, como padres y madres, como trabajadores, no podemos permitir que nos sigan arrebatando lo nuestro, que pisoteen nuestras conquistas y nuestros logros; no podemos dejar que unos pocos decidan sobre el futuro de nuestros pibes.

Por eso, y para concluir, hay que estar convencido de que, como diría un viejo referente, “Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro”.

 

 

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