Rubén Ruiz, Secretario General de la Asociación de Personal Jerárquico de la Industria del Gas Natural, Derivados y Afines (APJ GAS-CTA), gremio que viene realizando un fuerte trabajo en el desarrollo de la CTA en el ámbito privado, se refirió en esta entrevista a los principales conflictos del sector y cuáles serán las luchas más importantes que se darán este año.
*Por Inés Hayes
-¿Cómo se vienen organizando ustedes en relación al fortalecimiento del sector privado en el lugar de trabajo?
La mayoría de nosotros hemos sido estatales porque venimos de Gas del Estado, con lo cual ya teníamos un grado de organización previo que pasó 20 años muy duros con el despido de la mitad de los compañeros, lo que hizo que tuvieramos que revisar la manera de organizarnos.
En el sindicato nuestro tenemos dirección central, no hay regionales lamentablemente, pero estamos por cambiar el estatuto. Estamos en todo el país y tenemos delegados electos en varias de las empresas contratistas de gas natural y estamos haciendo una experiencia, que no es nueva pero que tiene que ver con la lucha de los últimos 8 años que nos permitió recomponer los salarios y estar entre el millón de trabajadores que paga impuesto a la ganancia, con lo cual ahora el desafío es sacarnos el Impuesto a las Ganancias de encima.
Me decía el otro día un compañero, cajero de un banco, que estaba bastante enojado porque había llegado un cliente, para renovar un plazo fijo de 5 millones de pesos que no paga Impuesto a las Ganancias, y él que cobra 15 lucas y que le tenía que hacer el trámite para la renovación, sí paga impuesto a las ganancias. Entonces uno de los temas centrales de los trabajadores, que gracias a la pelea que dimos, estamos en los niveles salariales que estamos, es ver cómo no nos sacan por otra caja lo que nosotros logramos con la pelea.
-¿Cómo trabaja la CTA para convocar a nuevos compañeros?
Yo creo que la CTA no está ajena a lo que piensa la sociedad: cuanta más crítica transversal tenga la CTA es porque estamos más metidos en la sociedad, eso implica un grado de responsabilidad porque hoy ser un dirigente sindical que está con los trabajadores es ser un poco psicólogo, un poco sociólogo, un poco economista y la verdad es que nos faltan brazos, eso también es cierto: no cualquiera quiere ser delegado, no cualquiera quiere asumir responsabilidades de la actividad sindical porque venimos de una derrota muy grande y hay algunos ejemplos que mirados por la tele no te dan ganas de ser sindicalista. Hay otros ejemplos que sí y eso es lo que creo que tiene bastante la CTA, pero me parece que necesitamos renovar estilos de conducción, de comunicación, de construcción, porque efectivamente los trabajadores «en blanco» son una parte, los «en negro» son otra parte y los «en gris» son otra parte: en nuestro país hay entre 700 y 800 mil contratados de las empresas más grandes de este país que cobran una parte «en blanco» y otra «en negro», esos trabajadores, en esa dimensión, me parece que no estuvieron nunca en Argentina. Sí hubo una época en que los trabajadores tenían más poder y estaban más en blanco o donde los trabajadores fueron derrotados y había más trabajo en negro. Hoy se suma el trabajo «en gris» que es una parte importante de las empresas que sostienen la infraestructura de este país: luz, gas, teléfono, caminos, peajes.
-Todos privatizados, producto de los noventa.
Sí, pero en el interior hay algunos que no. De hecho el Estado es el primer empleador que tiene trabajadores contratados en este país.
-El Ministerio de Trabajo es un ejemplo.
No podemos hablar sólo de la industria privada, me parece que esta debilidad contractual la tenemos en un montón de lugares. Y desde nuestro punto de vista, los tres temas centrales en el movimiento de los trabajadores es el trabajo en negro, los contratados y el tema del impuesto al salario que ya hoy no se sostiene.
-¿En ese sentido cómo vienen las paritarias?
Nadie se quiere arriesgar a decir cuánto efectivamente debería pedir y creo que con esto nadie piensa en pedir menos que el año pasado pero hay una fuerte escalada mediática del gobierno y de la oposición para hacernos creer que la inflación es menor que la del año pasado. Eso, aunque parezca menor no es menor, porque nosotros nos pasamos todo el día escuchando estas noticias que influye sobre la percepción que tenemos de las cosas.
Esa percepción se termina cuando llegamos al supermercado, pero después esa percepción real que tenemos cuando vamos a pagar las cosas compite con la cantidad de horas en donde te están diciendo que si pedís aumento de salario sos de derecha, si pedís que saquen el impuesto al salario sos de derecha y también con la confabulación patronal que dice que si hay que dar aumento de salario hay que despedir o suspender. Es una cosa combinada que provoca ciertos miedos. Nos bombardean constantemente desde posiciones oficialistas pero también patronales, que si vos pedís lo que considerás que es justo lo estás haciendo va en contra del conjunto de la nación.
Va a ser una pelea interesante en donde vamos a tener que convencer a los compañeros de que ninguna de estas dos posiciones es cierta y que también, desde el punto de vista objetivo, tenemos límites: la inflación. Desde mi punto de vista, no se la derrota sólo con aumentos salariales, como lo estamos viendo. Este es uno de los únicos países en el mundo que tiene un 30% de inflación, que la lucha de los trabajadores organizados hace que se firmen convenios por más del 30, pero la verdad es que no tiene ninguna lógica económica y esto en algún lado va a repercutir. La inflación requiere herramientas más poderosas, que combinen la lucha sindical con otra cosa. El nivel impositivo sobre los salarios en blanco, en muchos casos, supera el 50% si vos juntás lo que ponés de aportes, lo que pagás de IVA y en algunos casos lo que pagás de Impuesto a las Ganancias. El circuito sobre el que se está sosteniendo una parte importante de la política impositiva es sobre los que deberíamos tener derechos y no obligaciones de seguir pagando multiplicado por uno, dos o tres veces. Nosotros estamos dispuestos a dar este debate con todos los compañeros.
-¿Cómo piensan trabajar para seguir afiliando y acercando compañeros?
Nosotros somos un sindicato que no tenemos licencia gremial, somos un sindicato chico y eso nos facilita, pero una cosa que hemos verificado es que si la gente no te ve todos los días, los mitos crecen respecto a lo que son los sindicalistas. El día que seamos mucho más grandes seguramente no lo vamos a poder sostener.
-¿Cuántos son?
En la industria somos 5 mil y afiliados somos 500. Pero lo que vimos en la práctica es que nos parece que hay un desafío que tiene que ver con la legitimidad más que con la afiliación. En la medida en que nosotros reafirmemos la legitimidad de las cosas que hacemos, la afiliación viene sola.
Fotografía: Fabián Piedras