La represión del miércoles 24 fue brutal. Lo que más nos impresionó fuera ver a la patota del Smata cargando contra los trabajadores junto a la policía”, recuerda Rubén Matus, delegado de Lear, reconstruyendo una escena digna de los años setenta cuando como en Villa Constitución, las fuerzas de seguridad y los matones de la burocracia apaleaban juntos a los obreros.
Matus señala, “nunca estuvo tan claro el rol de Ricardo Pignanelli, el secretario general del Smata: adelante avanzaban sus matones y atrás venía la policía de la provincia. Al compañero Silvio Fanti primero los derribó la policía, después un matón del Smata le pateó la cabeza. La represión llegó a tal extremo que una compañera embarazada tuvo que refugiarse en un hospital. Intentaron sacarla de allí pero los médicos, solidarios, la cubrieron para que pudiera escapar”.
-Indudablemente el principal objetivo de la empresa es aislarlos
Lograron todo lo contrario. Todo el tiempo paran coches con gente que viene a traernos mercaderías. Los obreros de las fábricas de Córdoba han colaborado enormemente con el fondo de huelga. Hay acciones de apoyo en Neuquén, Tucumán, Jujuy, Bahía Blanca y otras ciudades del interior del país. La gente se da cuenta que lo único que pedimos es que nos respeten nuestra fuente de trabajo. Además muchos trabajadores se preguntan si no serán ellos los próximos despedidos.
-¿Cuántos son los trabajadores que todavía están cesanteados?
Hay 120 compañeros despedidos. Hasta ahora logramos que retomaran 50. Esta pelea no va a terminar hasta tanto el último de los obreros ingrese a la empresa.
El conflicto con los trabajadores de Lear comenzó en junio. Hace tres semanas, el Ministerio de Trabajo de la Nación, que conduce Carlos Tomada, tomó cartas en el asunto y ordenó a la firma la reincorporación de 20 de los operarios afectados por el ajuste dispuesto por la empresa. Sin embargo, los delegados insistieron en que «el conflicto persiste porque quedan 110 cesanteados».
Matus señala que en horas más se reunirá con el titular de la Confederación General del Trabajo, Hugo Moyano. “Recibimos su solidaridad al igual que la de Pablo Micheli secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina”.
Matus entiende que una de las banderas del paro que se construye para agosto debe ser la sanción de la ley que declare la emergencia laboral, prohibiendo los despidos por un año. “Estos son conflictos piloto de un ajuste que recién comienza. Por eso tenemos que estar más unidos que nunca en la lucha”, enfatiza.
El delegado de Lear responsabiliza de esta situación “al Ministerio de Trabajo que no hace nada, al secretario de Seguridad, Sergio Berni que nos reprime y al Smata que en complicidad con los otros nos quiere dejar en la calle para proteger las ganancias empresarias. El Smata lleva a sus arcas el uno por ciento de cada coche que se fabrica en Ford, su cúpula, más que dirigentes obreros son empresarios”, define el dirigente.
Solidaridad de la CTA con los trabajadores en lucha
Hugo Blasco, secretario de Derechos Humanos de la CTA evaluó con preocupación el avance significativo en los niveles represivos: “En el caso de LEAR no sólo la Policía de la provincia de Buenos Aires que nos tiene bastante acostumbrados, sino la aparición de la patota del SMATA, que fue precedido con las declaraciones de su secretario General, Ricardo Pignanelli, cuando dijo que ’el problema eran los zurdos’”.
En este sentido, recordó: “Este tipo de concepciones y de acciones nos recuerda lo que pasaba en la etapa previa a la dictadura con la Triple A, donde muchísimos compañeros perdieron la vida. No solamente fueron detenidos ni represaliados, sino que fueron desaparecidos a partir de muchas de estas concepciones que tienen estos burócratas que en vez de representar y defender a los trabajadores, lo que hacen es defender los intereses patronales. Y con la complicidad gubernamental a través del Ministerio de Trabajo, que está teniendo un papel vergonzoso”.
Además, el dirigente de Judiciales analizó el conflicto en el marco de un modelo productivo que está en crisis: “Y lejos de plantearse una política transformadora que lo redefina, lo que se hace es profundizar este modelo extractivista y es a través de alguna industria, como es el caso de la automotriz, que tiene desarrollo en la medida que haya un consumo interno importante, porque a la menor brisa de dificultades, se viene a bajo».
“Lo más preocupante es el tipo de respuesta que tenemos los trabajadores ante las primeras dificultades que aparecen: el Ministerio de Trabajo negando a los trabajadores, y cuando nos movilizamos, el Gobierno recurre a la represión con niveles de violencia que van en crecimiento y se van a profundizar cada vez más”, finalizó Blasco.
Foto: Cristian Pirovano