La CTAA Capital repudia enérgicamente el mensaje que apareció en distintas zonas de la ciudad, en forma de afiches, firmados por una supuesta organización llamada MAPA (Movimiento Anti Piquetero Argentino).
La amenaza explicitada en los carteles cuya imagen acompaña este posicionamiento se inscribe como parte de un fenómeno de emergencia de las derechas en nuestra América y el mundo, producto del descontento general que el propio sistema capitalista y su devenir genera en las sociedades.
La aparición de este tipo de mensajes en nuestro país, en este momento, en un año electoral particularmente tensionado por un neoliberalismo salvaje, que pretende regresar al poder, y un campo nacional y popular que aún no encuentra una conducción unificadora, debe llamar a la reflexión de cada ciudadano y ciudadana, ya que lesiona seriamente la vida democrática que nuestro pueblo viene construyendo desde hace 40 años.
Cabe recordar siempre que la historia misma del pueblo argentino es la historia de sus luchas, victorias y derrotas, y que las tan odiadas manifestaciones populares, además de ser un derecho constitucional consagrado y reconocido, son la última herramienta de la que dispone el pueblo para reclamar ante las autoridades y que además han forjado el surgimiento y andamiaje de los derechos que rigen hoy día.
No puede perderse el piso de la democracia. Si bien el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes, el derecho a manifestarse y peticionar ante las autoridades no puede ser cuestionado en el marco de un gobierno elegido por el voto popular.
Mensajes como estos: violentos, amenazantes, revanchistas y reaccionarios no hacen más que negar la historia y ahondar en una postura superficial que favorece los intereses de un pequeño grupo de poder al tiempo que esconde el problema de fondo: la desigual distribución de la riqueza y el ajuste que siempre sufren quienes menos tienen.
A su vez, no es menor la clara referencia en la firma del afiche a la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), una fuerza represiva paraestatal que, en la década de 1970, se dedicaba a secuestrar, torturar y desaparecer o asesinar a dirigentes políticos, sociales, sindicales, religiosos y militantes populares. Signo del origen oscuro de este mensaje y de la intención de su significante: erigir un faro antipopular y capitalizar algo del descontento de una parte de nuestra sociedad, más indignada con la protesta que con sus causas. Incitada hasta el cansancio por los medios concentrados de comunicación, partes y cómplices del estado de cosas actual.
Desde esta central, consideramos que todo lo que se autopercibe como “anti”, es antidemocrático por sobre todas las cosas. Por ello, repudiamos la aparición de este tipo de mensajes y las intenciones que esconden. Porque defendemos la democracia que supimos conseguir poniendo el cuerpo, la mente, el tiempo y la vida de tantos y tantas compañeros y compañeras al servicio de una patria libre, justa, soberana y para todas y todos.