Al cumplirse un nuevo aniversario de la creación de la obra social más importante del país, desde la Secretaría de Salud Laboral de la CTAA Capital se elaboró el escrito que se reproduce a continuación.
El 13 de mayo de 1971, a través de la Ley 19.032, se creó el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados como respuesta a un problema que afectaba a las y los trabajadores una vez que se jubilaban: la falta de atención médica y social por parte de sus obras sociales.
Un breve repaso por la historia de este instituto pionero en la asistencia a los mayores muestra un contexto en el que no existían cátedras de medicina ni políticas de salud para el sector. De hecho su nombre se debe al llamado Programa de Atención Médica Integral (PAMI) que en sus primeros años funcionó para los afiliados domiciliados en la Capital Federal y luego se extendería a todo el país mediante una campaña masiva de afiliación que en l976 lo llevó a contar con una agencia en cada provincia y hoy registra 36 Unidades de Gestión Local.
Dada su labor, características y dimensiones, pero a la vez por la complejidad y variación de sus prestaciones, el PAMI se convirtió en un modelo en su género, pero nada de eso hubiera sido posible sin aquella movilización de 40 mil jubilados y jubiladas a la Plaza de Mayo realizada el día 11 de mayo, donde se reclamaba la necesidad de su existencia.
Fue ese día, en esa plaza y en plena Dictadura Cívico-Militar, donde se comunicó la entrada en vigencia del decreto Ley 19.032/71 con que se creaba el organismo.
Durante muchos años han ingresado a dirigir el PAMI, y a hacerse cargo de administrar ese presupuesto, personas designadas por el Poder Ejecutivo Nacional, ya sea en dictadura o en democracia, que nunca fueron elegidas por los propios trabajadores. Esa es la asignatura pendiente. Y la única forma de lograr una transformación real de las condiciones objetivas en una obra social como es el PAMI en este país, que debería ser administrada por sus propios dueños, las y los trabajadores, vamos a tener que estar nuevamente en la calle como hace 51 años, porque no nos va a alcanzar con una ley: solo la unidad de acción en cada puesto de trabajo y en la calle, con una propuesta clara, va a convertir en derecho esta necesidad.
Los trabajadores y las trabajadoras estamos por la vida. Para cuidarla debemos estar sanos. Y para ello necesitamos un PAMI distinto, mejor, que ponga en valor nuestras ideas y nuestras conciencias como trabajadores y trabajadoras. Hacia allí deberemos encarar nuestras proas: hacia un gobierno del PAMI por los trabajadores para los trabajadores.