Con la llegada de un nuevo Día Internacional de la Seguridad en el Trabajo, desde la Secretaría de Salud Laboral de la CTAA Capital, se elaboró una reflexión -que se publica a continuación- sobre los desafíos que enfrenta la clase trabajadora en ese tema.

Cada 28 de abril conmemoramos el Día Internacional de la Seguridad en el Trabajo como forma de visibilizar la importancia del cuidado y la prevención en los lugares de trabajo, al tiempo que honramos la memoria de las y los compañeros que murieron o sufrieron heridas en el ámbito laboral.


En el contexto actual, para la CTAA Capital esta conmemoración es central por lo que venimos sosteniendo hace ya mucho tiempo: es preciso unir la idea de la prevención y la salud de las y los trabajadores que se evoca en esta fecha, con la lucha por las 8 horas del Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora -que conmemoramos cada primero de Mayo- para que un día las y los compañeros puedan comprender que estos dos días son parte del mismo proceso de avance de la clase trabajadora hacia su autogobierno y su felicidad: una dimensión del trabajo que la patronal anula.


En ese sentido y para darle un poco de contexto, cabe señalar que el mayor desarrollo de este modelo autónomo producido por los trabajadores fue el Modelo Obrero Italiano que, en la década de 1970, estuvo en auge gracias a los movimientos revolucionarios alrededor del mundo. En Argentina, por caso, en la Facultad de Medicina de la por entonces Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (hoy UBA), se desarrolló la Medicina del Trabajo : una comunión entre la clase trabajadora y el mundo académico, donde los médicos se ocuparon de la salud de los trabajadores y los empezaron a organizar en ese sentido mediante la convocatoria a los cuerpos de delegados para conocer sus ambientes de trabajo, estudiar y explicarles las medidas de prevención a considerar en cada caso y hasta se editó un manual cuyo objetivo era siempre prevenir en salud antes que tener que reparar.


Hoy, aquella iniciativa aparece manipulada por el poder real, mediante diversas políticas como la super academización de la salud laboral y el exceso normativo, que han desplazado la voz de las y los trabajadores como protagonistas de las decisiones y las políticas sobre este particular.


Otro capítulo merecerian las Aseguradoras de Riesgos de Trabajo (ART), la responsabilidad empresarial y otras mieles del sistema que terminan haciendo que las y los trabajadores corran detrás del proyecto que tiene la clase dominante para la sociedad en su conjunto. Mismo punto donde comienza la confusión entre trabajo, que es un concepto muy amplio, y empleo: un término que pertenece al mundo del proyecto capitalista, en el que un trabajador vende su fuerza de trabajo, intelectual o física, y en caso de accidente o enfermedad, esa fuerza merma o se agota, ese trabajador ya no tiene nada para vender y queda fuera del sistema.


En cambio, cuando hay trabajo hay una organización comunitaria que salva ese tipo de situaciones mediante distintas estrategias que tienen que ver más con el trabajador como sujeto y no como variable administrativa.


Cabe destacar que nuestra Central presentó un proyecto sobre una nueva Ley de Seguridad en el Trabajo como parte de una legislación popular que va por el cuidado de la vida, la prevención y la reparación inmediata en caso de accidente. Mientras que la ley actual es meramente reparatoria, donde hay un precio vil por la vida del trabajador y prima la mirada financiera del negocio patronal.

Pero hoy, lo más importante es ver este proceso de cambio que se está dando en la sociedad, donde hay una serie de tercerizaciones de la economía que lleva a que existan otras tareas a realizar, otros empleos que nosotros queremos que se constituyan en trabajos. Mientras el poder quiere llevar esas tareas al mundo del empleo, nosotros decimos que tienen que formar parte del mundo del trabajo comunitario, solidario, remunerado y obviamente registrado, en el marco de un nuevo modelo que debe estar incluído en el mundo del trabajo y no del empleo, no de las tareas.


Para finalizar, nada de lo antedicho puede estar escindido de los dos grandes ejes transversales a todo que son género y medio ambiente: resulta imprescindible incorporarlos en este modelo de investigación y entendimiento para concebir una forma de autogobierno de las y los trabajadores.
En ese sentido se acaba de aplicar el Convenio 190 de la OIT sobre perspectiva de género aplicada a los lugares de trabajo. A su vez, allí donde la problemática está más presente, debemos bregar por el cuidado del medio ambiente en el lugar del trabajo. Porque si no somos los propios trabajadores y trabajadoras quienes tomamos conciencia de que cuidar el medio ambiente es cuidar nuestra salud y supervivencia, como clase y como especie, lo demás pierde sentido.

* Por Marcelo Fiscina, secretario de Salud Laboral de la CTAA Capital

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