Sobre la utilización de la educación como apriete político y herramienta de desgaste de la estrategia sanitaria, en el contexto de la carrera electoral en ciernes.
* Por Matías Levin
Al comenzar 2021, año marcado por la pandemia pero también con la particularidad de ser un año electoral, las miserias políticas del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quedaron plasmadas casi en cada decisión política que fue tomando.
Ya desde diciembre de 2020, Horacio Rodríguez Larreta dejó dicho que en febrero de 2021 comenzarían las clases presenciales en la ciudad a como diera lugar y sin prever siquiera la vacunación del personal afectado.
Para ello mandó a elaborar protocolos, modelos de circulación de las personas y una batería de medidas que, finalizando el mes de mayo, no fueron suficientes: desde el comienzo de la presencialidad los contagios de covid-19 han aumentado hasta promediar los tres mil casos con alrededor de 50 muertes pordía; han fallecido al menos 18 trabajadores de la Educación y se cuentan por miles los contagiados en cumplimiento de su deber; con solo el 11 por ciento de los docentes vacunados y muy pocos auxiliares, el sistema de burbujas ha fracasado, al no garantizar tampoco el objetivo del Jefe Porteño “todos los chicos en todas las escuelas”.
A la luz de los hechos, Margarita Contarelli -Docente, Directora de Escuela y Educadora Popular en el Bachillerato Salvador Herrera en Lugano-, expresó que “ante todo, desde la comunidad educativa de la Ciudad hacemos responsables al Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta y su Ministra de Educación, Soledad Acuña, de las 18 muertes de docentes y auxiliares a causa de la pésima gestión de la pandemia, toda vez que el Ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quirós, no pudo dejar de reconocer la situación crítica en la que nos encontramos desde comienzo del año, cuando empezamos a pedir por vacunación y educación virtual”.
Dicho esto, Contarelli ahondó sobre cómo vivió la comunidad educativa porteña el aumento constante de contagios entre docentes y familias de alumnos, haciendo hincapié en su resistencia a que dichos casos de personas con rostro, nombre e historia sean consideradas fríamente por las autoridades como números o casos.
Al mismo tiempo, como corolario de su opinión sobre este contexto, Contarelli aseguró indignada que “la desidia, el desinterés, la necedad y la crueldad de este gobierno se dejan ver en la decisión política de las autoridades que, burlando y despreciando el esfuerzo que hacen maestras y maestros, profesoras y profesores, interrumpieron durante la Semana de Mayo y sin más, el proceso pedagógico que nos encontramos llevando a cabo. A lo que, como epílogo final, sumaron el castigo a las familias más necesitadas al no entregar la canasta alimentaria, como si el hambre de nuestros niñes pudiera esperar”.
El contexto descripto se completa con una presencialidad escasa de hecho debido en parte a que muchas familias decidieron no enviar a sus hijos e hijas al colegio producto de la inseguridad sanitaria reinante en la ciudad. Pero también producto del ineficiente sistema de burbujas implementado por las autoridades que, a caballo del aumento de los contagios debieron cerrarse con el ausentismo a que esto obliga.
Respecto a la suspensión o la intermitencia en la provisión de elementos de limpieza -y su dudosa procedencia-, fue consultada Luisa Leguizamón, de ATE Auxiliares de la Educación: “Con respecto a los insumos que venía mandando el Gobierno de la Ciudad, además de materiales incompletos y faltantes, nos alarma que los elementos de limpieza no están debidamente etiquetados, por lo que ignoramos la graduación de cada producto”.
“Ante las quejas y reclamos, el Gobierno decidió que la compra estará a cargo de las cooperadoras a las que les llegarán partidas presupuestarias especiales para eso, aunque se sabe que muchas no están de acuerdo ya que ante cualquier faltante o inconveniente, la responsabilidad caerá sobre las cooperadoras y los directivos”, aseguró Leguizamón.
“En las escuelas veníamos trabajando con muy pocos chicos, porque los padres han decidido que no estaban dadas las condiciones. Algo que deja en evidencia que desde el gobierno nunca quisieron clases virtuales porque no solo se oponen al gobierno nacional sino que hay una inversión en educación que no están dispuestos a hacer, a pesar de lo que dicen ante las cámaras”, finalizó Leguizamón.
Así, con la educación como bandera -en la que no creen ni se reflejan- el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pretende enviar señales hacia dentro y hacia afuera de su armado político, de su electorado y mostrarse como una fuerza en carrera hacia el poder mientras otra parte de su herramienta electoral se desintegra contra una realidad que se empecinan por torcer.
En el mismo sentido y a la luz del inminente regreso a la presencialidad que plantean las autoridades porteñas post confinamiento, queda claro que la disputa real se da entre la clase trabajadora y los intereses del poder económico detrás de la insistencia en volver a una normalidad aun peligrosa.