Se trata del tercer curso de formación que se realiza desde las Secretarias de Formación y Géneros con el objetivo de fortalecer y jerarquizar, con una especialización, el trabajo de acompañamiento ante situaciones de violencia de género que realizan las compañeras en espacios comunitarios y en sectores de trabajo. Lleva casi dos años la estrategia de armado de una red de promotoras que cuenta con una casa central en el barrio de San Telmo.
“Ñande Roga, que en guaraní significa nuestra casa, se inauguró en el 2019, cuando definimos, como organización, tener un espacio de referencia en la temática. Hoy es una casa con muchas puertas, tantas como equipos de promotoras en cada territorio”, así lo expresan las compañeras que siguieron trabajando en tiempos de cuarentena cuando el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) mostró un impacto diferencial sobre mujeres cis, trans y niñes que se encontraban en convivencias forzadas con violentos. Se trata de un espacio feminista de acompañamiento integral contra la violencia de género con un equipo especializado y también un espacio de formación y acompañamiento de promotoras territoriales.
“Lo que venimos construyendo es un espacio para acompañar eso quiere decir escuchar, asesorar, pensar en conjunto las estrategias de intervención para situaciones que llegan a las organizaciones comunitarias y a los sectores de trabajo por eso estamos pensando en un módulo de formación específico para delegadxs sindicales porque la violencia de género es una situación frecuente en los espacios laborales y que padecen nuestras compañeras y nos piden ayuda. Acompañar no es fácil supone esperar los tiempos de quienes estás atravesando una situación de violencia para que sepa que no está sola, saber a dónde derivar, conocer recursos y leyes y tener herramientas para generar acciones preventivas, promocionales que no revictimicen. Este tipo de abordajes requiere plantear una estrategia gremial y política con perspectiva de género ese es también el sentido de contar con este espacio en una central de trabajadores y trabajadoras”, explica Clarisa Gambera, secretaria de Géneros de la CTAA Capital.
“Este año pensábamos tener la segunda etapa de capacitación, pero las circunstancias nos obligaron a adaptarnos y hacer una propuesta virtual para la primera parte. Estamos pensando en arrancar a mediados de julio porque tenemos más de 70 compañeras interesadas en formarse como promotoras territoriales contra la violencia de género, sumaádose así al grupo ya formado de 15 compañeras de las organizaciones territoriales de la CTAA Capital”, explica Daniela Rodríguez, secretaria de Formación, quien agrega que este proceso se fortalece con el reconocimiento del rol de las promotoras que han iniciado las áreas de Ciudad y el Ministerio Nacional de MgyD, pero es indispensable que cuenten con presupuesto para reconocer el trabajo. “En este sentido, es importante remarcar que seguiremos demandando que todos los trabajos que realizamos las mujeres sean reconocidos, remunerados, valorados socialmente y con derechos”, concluyó Daniela.
Esta segunda tanda podrá integrarse al grupo de promotoras que ya han sido capacitadas el año pasado para sumarse a la nómina de promotoras que ya fueron presentadas desde la CTAA Capital a la Dirección de Mujer de la Ciudad de Buenos Aires y que ahora también serán empadronadas a nivel nacional en conjunto con las compañeras de todo el país.
La CTAA viene exigiendo el reconocimiento de las trabajadoras comunitarias en los comedores. “Creemos que es fundamental reconocer también el trabajo de las promotoras contra la violencia de género, somos compañeras que nos dedicamos a esto en nuestras organizaciones porque el Estado no está y también porque las mujeres nos tienen confianza porque somos vecinas”, cuenta Mercedes Duarte, una de las promotoras en Villa 31.
En estos meses se avanzó en mapear la presencia de promotoras y espacios con compañeras interesadas de la CTAA en la Ciudad para darle más fuerza a estas redes, que son una apuesta política propia de los feminismos, desde la que las compañeras se encuentran con otras organizaciones.
“Acompañar a quien sufre puede generar una carga mental y emocional muy pesada, ya que, en todos y todas pesan los años de sometimiento a un sistema patriarcal que se arraiga a nuestras creencias y se cuela debajo de la piel. Por eso es necesario cuidar a las que cuidan, tejer redes de empatía y encontrarnos en espacios de ayuda mutua haciendo de esto una práctica en salud mental comunitaria. Además, en este trabajo, es necesario generar instancias de formación permanente, conocer y hacer conocer la ley 26.485, de eso se trata también Ñande Roga, desde donde seguimos acompañando”, explica Marilina Cibeira, que es parte del equipo profesional del espacio.
En este contexto, el trabajo de Ñande Roga se reinventó sosteniendo instancias organizativas de manera virtual, se sostuvo el acompañamiento psicológico y se generaron mesas de trabajo en el Ministerio de Desarrollo Humano Y Hábitat de la Ciudad para lograr una articulación más efectiva con las áreas específicas. Las compañeras sostuvieron la presencia en espacios comunitarios que son, en esta crisis, la trinchera para enfrenar el hambre, pero también la incertidumbre, el miedo y en muchos casos la violencia de género que se recrudece por el encierro, la crisis económica y la falta de programas de atención de cercanía. En palabras de la compañera Mercedes, es tan necesario en pandemia un plato de comida como una oreja para la escucha. Lo que hacen las promotoras es un trabajo de promoción de derechos y del cuidado como un derecho, es una tarea de prevención de la violencia y de acompañamiento y fue declarada esencial. “Desde nuestra Central y Ñande Roga seguiremos trabajando para su fortalecimiento”, concluyeron las compañeras.