La historia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) es un botón de muestra de las luchas de nuestro pueblo por construir autodeterminación, autonomía y soberanía. Fundada hace 70 años por Perón, nuestro país es uno de los cuarenta en el mundo que cuentan con centrales nucleares y solo uno de los tres en América latina. En este punto, solo un lector distraído pensaría que esto es producto de la casualidad. Por el contrario, los países subdesarrollados que contamos con iniciativas nucleares hemos tenido que enfrentarnos al cepo que el imperialismo ha querido ejercer sobre nuestros pueblos en materia nuclear. Esto ocurre en Argentina desde el nacimiento de la CNEA: mantener -tal como planteó Jorge Sábato- autonomía tecnológica es una originalidad en el plano de la ciencia y la tecnología a nivel mundial y una disputa librada por décadas.
* por Dr. Rodolfo Kempf, Físico. Investigador en el área de combustibles nucleares de CNEA, Consejo Directivo Nacional ATE y conducción de CTA-A Capital
Así lo hicimos en la CNEA, pudimos
abrir el paquete de la tecnología alemana del primer reactor, para
aprender a desarrollar la ciencia y tecnología que nuestro pueblo
necesita. Sin ir más lejos, la persecución y asesinato de nuestrxs
más de veinte compañerxs detenidxs- desaparecidxs fue el intento
genocida de dejar truncos los proyectos que muchas compañeras y
compañeros tenían para la liberación de nuestra patria, con
tecnología nuclear y producción científica. Ellxs nos legaron el
debate por la tecnología de las centrales nucleares de potencia.
En
el 2015, con Cristina Kirchner como presidenta y Axel Kicillof como
ministro de economía estuvimos muy cerca de coronar la cuarta
central nuclear con nuestra tecnología: Candu y con agua de la
Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP)como moderador refrigerante,
que en Neuquén tenía más de cuatrocientos trabajadores.
¿Qué
ocurrió durante los cuatro años de macrismo? Tal como en la
dictadura desapareciendo compañerxs, en el menemismo descuartizando
el conglomerado nuclear, el macrismo desfinanció muchos proyectos
del área, al ritmo que desintegraba la investigación. Esta política
de destrucción del sistema público científico y tecnológico, el
gobierno de la Alianza Cambiemos la extendió a todos los organismos
científicos. En la CNEA, además echó por tierra los planes de
construcción de la cuarta central nuclear y despidió a unos 370
trabajadores de la PIAP. El macrismo desperdició la oportunidad
histórica de hacer un aporte sustantivo a la diversificación
energética; sembró miedo y desprestigio sobre la industria nuclear,
para poder llevar adelante sus negocios con la energía eólica
“llave en mano”; dejó a cientxs de trabajadores en la calle.
Estas políticas fueron llevadas adelante por personas de carne y
hueso, funcionarios reciclados que hoy pretenden –una vez más-
volver a reciclarse. Esto es Bisauta: calló y ejecutó el
industricidio nuclear, queriendo erigirse ahora como conducción
nuevamente.
Audiencias públicas, foros, acampes,
petitorios y la articulación con el resto de los sectores que
lucharon estos cuatro años, nos permitió fundar el Frente de Todos
en CNEA y asumirnos como parte protagónica de la victoria popular de
Alberto y Cristina.
Hoy lxs trabajadores de la ciencia y
la tecnología estamos demostrando nuestro compromiso con el pueblo,
en el combate de la pandemia, con financiamiento estatal. Hoy hay una
apuesta del gobierno nacional de avanzar y reconstruir nuestra patria
ayudados con el desarrollo científico y tecnológico soberano.
Poner, entonces, al frente de la CNEA a un compañerx que represente
los planes de soberanía y autonomía tecnológica es la tarea para
resolver la encrucijada del presente.