Los organismos convocantes a las movilizaciones por el 44º aniversario del golpe cívico-militar no claudican ante la suspensión de la marcha por la cuarentena: habrá virtualidad, pañuelazos y memoria colectiva circulante. La palabra de Schulman, Hueravilo y Norita Cortiñas.
Hoy se cumplen 44 años del inicio de la última dictadura cívico-militar que sumió a nuestro país en la más larga y negra noche de su historia. Al igual que todos los años desde la recuperación democrática, los organismos de derechos humanos, junto a organizaciones sindicales, sociales y políticas, comenzaron en febrero a diagramar las movilizaciones que se dan en todo el territorio argentino.
Si bien el epicentro se da el mismo 24 con una cada vez más masiva movilización que agrupa a centenares de miles de personas de distintas generaciones, localidades cercanas a la ciudad de Buenos Aires realizan una marcha a nivel local en la víspera, con la idea de que en cada ciudad manifieste su repudio al genocidio, pero nutriendo también la convocatoria central.
Para José Schulman, titular de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la convocatoria de este año tenía un valor agregado, ya que «es el primer 24 de marzo desde la derrota de Macri, el proyecto civil acaso más comprometido con la continuidad de los objetivos, planes y proyectos del golpe de Estado de 1976. Por lo tanto, es un 24 de marzo, en primer lugar de celebración. Nosotros hicimos todo lo que se necesitaba y pudimos, en un enorme esfuerzo unitario, aportar a frenar, resistir y derrotar las políticas macristas: negacionismo, represión, persecución y la cultura represiva que intentaron imponer Macri y Bullrich».
Pocas imágenes deben haber sido más deseadas para los demiurgos del genocidio que las calles vacías. Especialmente la Plaza de Mayo, escenario de grandes gestas populares.
Aún con el terror implementado entonces, no puede decirse que ese sueño se haya hecho realidad durante su reinado. Movilizaciones como las de San Cayetano en Quilmes, en 1981, o la de la CGT el 30 de marzo de 1982 fueron manchas de grasa en el saco blanco de los dandys de la muerte. Sin mencionar las rondas realizadas por las «viejas locas» que caminaban en ronda alrededor de la pirámide de la plaza cuyo nombre harían conocido en el mundo entero. Tampoco se vaciaron las calles cuando en 1983 la institucionalidad volvió a regir en el país. A lo largo de los años y bajo distintos gobiernos, el pueblo argentino demostró que ni iba a pasar por alto las medidas que avasallaban sus derechos y libertades ni a permitir que la impunidad fuese una marca registrada en nuestro país.
Esa imagen será una realidad hoy y las plazas y las calles de nuestro país estarán vacías. Esto no se deberá al accionar de quienes quisieron acallar la voz del pueblo organizado ni de los gobiernos que mantuvieron el legado neoliberal ya bien entrada la democracia. El sueño de los genocidas se materializa merced al COVID-19, una pandemia que mantiene en vilo al planeta entero.
Memoria movilizada
Pero aún sin movilizaciones, las consignas «Memoria, Verdad y Justicia» y «Son 30.000» dirán presente a lo largo de la jornada de hoy, merced a las mismas organizaciones que enfrentaron la dictadura y que mantienen la condena a lo vivido por nuestro pueblo entre 1976 y 1983, con sus ramificaciones allende la dictadura.
«No va a haber movilización a partir de una situación que nos excede por la pandemia que hay en el país y en el mundo. Pero me parece que la memoria no solamente se va a generar movilizando, sino también con otras cuestiones que se vienen generando como la foto de los compañeros detenidos desaparecidos, los pañuelos o la consigna ‘son 30.000 y fue un genocidio’ y un montón de cosas que se están trabajando y planteando para este 24 de marzo. No vamos a estar en la calle, pero nosotros recordamos y queremos memoria verdad y justicia a 44 años del golpe genocida», afirma Emiliano Hueravilo, secretario de Derechos Humanos de la CTA Autónoma y ATE bonaerenses, hijo de desaparecidos, nacido en la ESMA.
«Es un 24 de marzo signado por la pandemia y el estallido de una crisis de salud pública universal que en verdad demuestra los límites muy perceptibles de un sistema capitalista mundial que no puede resolver los problemas de la humanidad ni garantizar la defensa del medio ambiente, el empleo, la educación. Y ahora ni siquiera puede garantizar la salud de miles de millones de personas -pantea Schulman-. Desde el punto de vista práctico, hemos trabajado estos años con la mesa de unidad de los organismos de derechos humanos y estamos acordando un documento que se va a leer y televisar. Los organismos hemos acordado como consigna central ‘con los y las 30.000 como bandera, tenemos memoria, la patria exige justicia. Libertad a las y los presos políticos’. Para nosotros es una consigna que refleja de manera muy correcta la relación entre el pasado y el presente. La cuestión central para nosotros es terminar con la existencia de presos políticos que es al mismo tiempo la impunidad para los jueces, fiscales, operadores del espionaje y del periodismo que todavía siguen teniendo demasiado poder en Argentina. Así que es un 24 de marzo de celebración y de exigencia».
La determinación de no movilizar fue tomada antes de la medida dispuesta por el ejecutivo. «Creemos que el país está en un estado excepcional y que la única manera de enfrentar la pandemia es con la distancia social y el cuidado», sostiene Schulman. Pero aclara que sí existe la voluntad de que el aniversario no pase desapercibido: «hemos buscado los acuerdos para realizar esta acción virtual, que no va a hacer la única. También impulsamos un pañuelazo para que la gente en todo el país pongan pañuelos en los balcones y las ventanas. Y seguramente la juventud va a inventar formas nuevas de expresarse. Porque sin lugar a dudas la mayoría del pueblo argentino tiene una actitud de repudio al golpe de Estado del 76».
Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, cuenta que su espacio no sólo había arribado a la misma conclusión antes de la medida, sino que, por encontrarse en edad que las ubica en población de riesgo, habían definido suspender las rondas de los jueves en Plaza de Mayo. «No sólo por el riesgo de nuestra edad, sino por toda la gente que se acerca y también correrían peligro. Además hay muchos turistas que vienen a estar con nosotras, nos abrazan y quieren sacarse fotos. Creo que podemos esperar para hacer estas cosas más adelante», afirma.
Y añade: «Es una emergencia que hay que tener en cuenta y cada uno tiene que cuidarse y cuidar al otro. Es algo serio, según nos enteramos lo que ocurre en Italia o España, países que en un primer momento no prestaron atención y ahora la están pasando mal. Lo que nos preocupa es que el país no está preparado para esta emergencia: los hospitales dejan mucho que desear, estamos atrasados en insumos y todo lo que hace falta para atender a la gente que la necesita».
«Así que para el 24 se pueden hacer actividades sin necesidad de concentrarse. Se puede poner carteles o pañuelos. Algo va a ir surgiendo. Es momento de tener creatividad sin necesidad de ser una multitud», propone.
Y agrega: «también nos preocupa el dengue y poblaciones que no tienen agua para lavarse tal como indican. Hay poblaciones indígenas que no tienen nada de agua, apenas un charquito cuando llueve. Hay que poner mucha atención y hacer esfuerzos para que esta situación se normalice cuanto antes».
Son 30.000, fue un genocidio
«Va a ser un día muy raro para todos, porque siempre hemos movilizado, hemos tomado la calle y generado cuestiones culturales, pero me parece que más allá de todo eso nosotros también planteamos que en esta situación de pandemia en el mundo tenemos que cuidar a nuestros compañeros y compañeros. Así que en todo el país estamos generando la posibilidad de que en sus domicilios pongan una bandera o una foto. Hay que generar esto no sólo en las redes, para quien pasa por ese lugar porque salió a comprar o vuelve de trabajar vea que hoy es el día de la memoria y que se sigue pensando en la memoria, la verdad y la justicia, y que son 30000 y que fue un genocidio», dice Hueravilo.
«Lo que la pandemia pone en discusión es que para la vida, para la sociedad y para la salud hay dos alternativas: salvarse solo o construir un proyecto colectivo. salvarse solo ha traído este desastre en Argentina y creo que en el mundo las propuestas de proyecto colectivo como encarnan Cuba, China y otros países son las únicas que están logrando superar la crisis. Por el contrario, el papel grotesco de Trump y de Bolsonaro que en su brutalidad insisten en negar lo obvio que es la existencia de la pandemia grafica los dos lados de la historia que siempre hubo en Argentina y que el 24 de marzo se planteó de una manera dramática: de un lado los militantes, el movimiento popular y el pueblo; y del otro los militares, los empresarios y la Embajada de Estados Unidos», concluye Schulman.
Fuente: Canal Abierto
Foto: Fabián Piedras