El reajuste de los valores de las jubilaciones recientemente establecido no recompone el más del 20% de valor perdido durante el gobierno de Mauricio Macri. Hacia adelante, la intención declarada de achatar la pirámide de sueldos, deja a los haberes mínimos con incrementos que son insuficientes para modificarles su situación, muy inferiores aún al bono cobrado en diciembre y enero. Esto se logra además, a costa de achicar la expectativa de incremento que surgía de la deficiente movilidad macrista, para las demás jubilaciones.
La solución solidaria de esto no puede
resolverse dentro de los propios jubilados. Es necesario que otros
actores sociales intervengan. A continuación se muestra como, con
medidas tan directas como la restitución de fuentes de
financiamiento perdidas, como los aportes patronales eliminados por
Menem – Cavallo y el impuesto a las fortunas que debe tener un
direccionamiento preciso, se conseguiría sacar a todos y cada uno de
los jubilados de la pobreza, achatando la pirámide de sueldos «hacia
arriba».
Esto se debe completar con la incorporación a
la formalidad de los más de 40% de trabajadores hoy precarizados.
Esto y las medidas anteriores, volverían sin duda a la economía con
el descomunal efecto reactivador de casi siete millones de personas
(consumidores natos) que pasarían a integrar la «clase media»
del país.
A continuación se publica documento elaborado por la Secretaría de Previsión Social de la CTAA Capital, a cargo del compañero Guillermo Defays:
Aumento de sueldo a los jubilados, ¿no hay plata o no hay decisión política?
En diciembre de 2019 los sueldos mensuales de los 6.940.000 jubilados y pensionados (pensiones «contributivas») sumaron aproximadamente $182.000 millones. Esto es un sueldo promedio de unos $26.000, notoriamente inferior a la canasta básica que era de $37.596 a esa fecha y significaba que 73,4% de los jubilados y pensionados estuvieran por debajo de la línea de pobreza.
Si se anualiza la cifra de sueldos, es decir se multiplican 182 mil millones por 13, esto da $2.336.000 millones (lo que al cambio actual, serían más de 37 mil millones de dólares anuales).
¡Que cifra, verdad! parecería darle la razón a los que repiten como loros «¡no hay plata!».
En primer lugar, a los jubilados no se les paga en dólares, por lo que no es necesario comprometer divisas para estos sueldos. En segundo lugar, los montos de los aportes para pagar esos sueldos, también rondan valores muy, muy grandes.
Nuestro sistema jubilatorio se financia en forma mixta mediante, por un lado, los aportes de trabajadores y empresarios y, por el otro, con los impuestos generales aportados por el conjunto de la población en una proporción que a principios de año 2019 rondaba el 60% de aportes y 40% de impuestos.
En particular, el aporte patronal cubre un 37% de todo el sistema, es decir aproximadamente un 48% de todos los sueldos. Esto sería algo así como $1.121.000 millones anuales. Estos aportes patronales fueron rebajados por Menem, llevándolos del 33% al 16% y sería justo y posible restituirlos. Pero para no afectar a las pequeñas empresas, digamos que esto se aplica a las empresas con más de 40 empleados, es decir al 79% de los aportes totales.
Con esto, la recaudación para pagarle el sueldo a los jubilados se incrementaría en $706.000 millones anuales; unos $54.500 millones por mes. Esto es más de $7.800 de aumento mensual para cada jubilado. La pregunta es entonces: ¿No hay plata o no hay decisión política?
Pero además de los empresarios en forma directa, están las grandes fortunas y los que se enriquecieron durante los años que los jubilados perdían sus sueldos. Según un estudio de ATE, existen 114.000 argentinos que tienen patrimonios superiores al millón de dólares, estimándose en 15 millones el promedio de estos patrimonios. Si se aplicara un aumento de la alícuota de bienes personales de +0,75%, a esas fortunas con destino exclusivo a las jubilaciones, lo recaudado anualmente rondaría los $808.000 millones, es decir $62.000 millones mensuales, es decir otros $9.000 de aumento a todos y cada uno de los jubilados.
¿Y si se ponen en blanco al 40% o más de los trabajadores que hoy están precarizados, qué pasa? Pongamos que solo al 70% de esto, pongamos que sus empleadores, pequeños empresarios, sigan poniendo el 16% de aportes patronales. Esto nos lleva a otros $4.600 de aumento a cada jubilado.
Sumemos: 7.800+9.000+4.600 = $21.400 de aumento mensual. Pero aún esto no alcanza para sacar de la pobreza a los que cobran la mínima ya que los $14.068, se pasaría a $35.468, todavía inferior a la canasta básica. Entonces, lo que hay que hacer es «achatar» la pirámide de sueldos para que todos cobren por encima de la canasta, pero este achatamiento sería «para arriba» y no, lo que se propone actualmente. Plata hay, lo que falta es decisión política.
Queda para el análisis el fortísimo efecto reactivador de la economía que tendría una inyección de dinero de estas características, teniendo en cuenta que casi siete millones de personas pasarían a integrar la «clase media» del país. Esto, además teniendo en cuenta que estas personas son de la «tercera edad», es decir, consumidores natos, como bien se ha comprobado en otras sociedades, principalmente de Europa.