El Golpe de Estado en Bolivia intenta consolidarse en un contexto internacional con una economía global en recesión, producto de la disputa entre los bloques Rusia – China como aliados estratégicos y por el otro EE.UU, quien con su política “America para los Americanos” como doctrina intenta hacer pie en la región y volver a ser protagonista en Latino America. La nación del Norte está perdiendo dicha disputa en términos económicos, geopolíticos y tecnológicos. China supo entrar dentro del juego del neoliberalismo y de las reglas de la globalización occidental. Hoy China representa una de las economías más grandes a nivel mundial convirtiéndose en el segundo país exportador en el Mundo.
* Por Nicolás Honigez, Director de Comunicación de la CTAA Capital
China representa cuatro veces la población de EE UU y más del doble que toda la población de Latinoamérica. China implementó políticas a corto, mediano y largo plazo aplicando estrategias de comercialización con los países de la región. La demanda del imperio asiático hizo a su vez que se convirtiera es un importador nato de alimentos, cereales y ganadería y sus derivados. La disputa global por los recursos naturales es una de las características más importantes de la dinámica del capitalismo actual. La disputa por el control de estos minerales desde la gestión económica hasta la científica abre un amplio espectro de intereses en conflicto; desde la afirmación y aceptación de la soberanía como base de cualquier proyecto emancipatorio, hasta los intereses estadounidenses en América Latina y el Caribe, por el control de los recursos naturales que posee.
EE.UU después de la derrota del
ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) vuelve a posicionarse
en la región con la conformación de una derecha y grupos de poder
como aliados que no titubea en correr los márgenes de la democracia;
son la expresión de una etapa de profundización del Neoliberalismo.
El control del Estado y de sus recursos están por encima de
cualquier representación democrática.
La disputa por los recursos
naturales y el control de los estados en el continente latino
americano se enmarcan dentro de las recomendaciones y las
advertencias del Consejo Nacional de Información de EE.UU, el cual
en su informe a la seguridad nacional afirma: “las reivindicaciones
territoriales de los movimientos indígenas representan un riesgo
para la seguridad regional y son uno de los factores principales que
determinarán el futuro latinoamericano”. Tomando como ejemplo las
luchas indígenas de Chiapas, Ecuador, Bolivia, Chile y sur de
Argentina, se dice que “en el inicio del siglo XXI existen grupos
indígenas radicales en la mayoría de los países latinoamericanos
que podrán crecer exponencialmente, obteniendo la adhesión de la
mayoría de los pueblos indígenas. Estos grupos podrán establecer
relaciones con grupos terroristas internacionales y grupos
anti-globalización”-.
Bolivia presenta una de las
economías más estables y de crecimiento contínuo desde la llegada
de Evo Morales a la presidencia hace 13 años. El PIB creció de
9.000 a más de 40.000 millones de dólares, el PIB per cápita se
triplicó, aumentó el salario real, las reservas crecieron, la
inflación dejó de ser un problema y la pobreza extrema cayó
de casi 38% a un 15%. La nacionalización de la explotación
de los recursos naturales, o el cambio de ecuación de las regalías
en la explotación de los minerales, sumado a los vientos de cola de
los precios de los commodities en la primeras etapa de gestión,
permitieron el “Milagro Boliviano”. Luís Arce Catacora, ex
Ministro de Economía de Bolivia y hoy candidato a la presidencia por
el MAS – IPSP describe: «Nuestro modelo económico funciona de
modo sencillo: utilizamos algo que la naturaleza nos ha dado. Con el
neoliberalismo esa riqueza estaba en manos de las multinacionales.
Nosotros nacionalizamos para tener un excedente que se distribuye en
dos fases: la reinversión para base económica y, por el otro lado,
la parte redistributiva del ingreso”.
El “Indio” cocalero socialista pragmático Evo Morales, acompañado por García Linera, una de las mentes más brillantes del pensamiento político contemporáneo, asumen en enero de 2006. Su primer mandato fue luego de lo que fuera “la guerra del gas”, un levantamiento popular que estalló ante la decisión del por entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada de exportar gas a Estados Unidos vía Chile.
De esa insurrección emergió la «agenda de octubre”, que contenía básicamente dos demandas: la nacionalización de los hidrocarburos y la redacción de una nueva Constitución. Con esa agenda Morales asumió su primera gestión. La disputa por el poder en Palacio Quemado entre las elites concentradas en la ostentosa Media Luna nunca cesaron. En el 2008 se produjo el primer intento de Golpe, con características similares a las de 2019, grupos reaccionarios fascistas de la región de la media luna se declararon autónomos e intentaron desestabilizar al gobierno plurinacional. Evo convoó a un referéndum poniendo en juego su mandato; obtuvo el 67.43 % de los votos y con la victoria de las urnas convocó a una mesa de diálogo con los opositores, logrando apaciguar el levantamiento.
Los llamados golpes blandos
El golpe en Bolivia perpetuado en el 2019 tuvo como protagonistas a prácticamente los mismos actores locales que el intento fallido de 2008. El apoyo incondicional de EEUU y el rol protagónico de la OEA garantizó con su intervención la desestabilización del Gobierno de Bolivia; el papel de los oficiales militares y policiales entrenados por los Estados Unidos fue fundamental para forzar el cambio de régimen.
Las agencias del gobierno de EEUU, como la USAID, han financiado abiertamente a grupos anti-Morales durante muchos años. Con el término de guerra fría y la salida del último dictador de la región, Augusto Pinochet y los procesos de democratización de la región, el avance y la presión de las organizaciones de DDHH, una América que vuelve a recuperar la herramienta de la democracia hicieron que las estrategias golpistas de llegar al poder sean por otras alternativas no frontales ni violentas. La técnica es hacer creer que es consecuencia de la acción de otro poder. Se trata de la utilización de armas psicológicas, sociales, económicas y políticas que incomoden a los gobiernos. La metodología se sustancia en la siguiente gradación: deslegitimación, debilitamiento, calentamiento en la calle y fractura institucional.
Otro actor que avanza es el conservadurismo religioso; casi como contra ofensiva de la teoría de la liberación, hoy es una manera de acomodar y neutralizar la resistencia para que usted se pueda sentir en esta sociedad como si fuera la única posible, y por eso no hay alternativa. Este nuevo fenómeno son las iglesias evangélicas que apoyaron el proceso de destitución en Bolivia y Brasil, se sustentan en una biblia evangélica, que viene de las sectas norteamericanas, que cambia la subjetividad. Se propone que el hombre deje sus costumbres ancestrales, “deje las borracheras y se proponga trabajar” y entrar en la sociedad consumista capitalista burguesa.
Los llamados golpes blandos son articulados con el Lawfare o guerra jurídica; el desgaste, acoso constante de un grupo de juristas enlazados con servicios de inteligencia, y/o el poder político y económico; son centrales en la persecución y desgaste ante la opinión publica y actúan como garantes de la continuidad del Golpe. El maquillaje y la puesta en escena del orden de las instituciones es central en esta nueva modalidad. Desde la derecha dicen que la democracia no es solamente el voto. Lo cual es cierto. Si la mayoría que gobierna no respeta a las minorías, hay una democracia imperfecta. Pero si sucede al revés, si las minorías quieren imponerse sobre las mayorías que ganaron elecciones, ya ni siquiera es una democracia imperfecta, sino que es una dictadura. De eso se tratan los golpes blandos.
Hace un poco más de una década en
Honduras tuvo como protagonistas al ejército como mano ejecutora y
un sector del poder de la sociedad hondureña, asociada con los
llamados halcones de Washington, que fueron los artífices del golpe
y de proteger sus negocios, compañías y trasnacionales. Como un
film de espionaje clase B, Manuel Zelaya fue sacado de su cama en
pijamas por una patota del comandante del Estado Mayor, Romeo
Vázquez. Lo llevaron a una base militar estadounidense, lo subieron
a otro avión y lo echaron del país. A la mañana siguiente, en una
sesión legislativa asumió un títere civil del comandante, el
presidente del Congreso, Roberto Micheletti y los militares
decretaron el estado de sitio y una serie de medidas de control
social y un gobierno de transición que convocá a elecciones.
En
Paraguay el triunfo de Fernando Lugo, con el Frente Guazu a la
presidencia, irrumpió 60 años de hegemonía del partido Colorado.
Lugo representaba la esperanza de saldar la deuda histórica de
desigualdad que vive el pueblo paraguayo. Paraguay presenta la
distribución de la tierra más desigual del mundo. Campesinos sin
tierras representan la gran mayoría de la población, que son
expulsados a las urbes a condiciones de supervivencia. La Masacre de
Curuguaty, en la que fueron ejecutados 11 campesinos y 6 policías en
unas tierras fiscales en posesión de un terrateniente fue el
detonante y la excusa para poner en crisis la gobernabilidad. El
congreso acusó a Fernando Lugo “por responsabilidad política”
y en un juicio de 48 horas, con dos horas de defensa, el congreso
votó su destitución.
El Golpe en Brasil se pusp de
manifiesto en dos etapas, la primera, Dilma Roussef tras su segundo
mandato en abril de 2016 fue juzgada por delitos fiscales por
maquillar las cuentas fiscales de 2015. En concreto, Rousseff
fue acusada de contratación de créditos en instituciones
financieras controladas por el Estado y la apertura de créditos sin
autorización del Congreso Nacional. Convirtiéndose así en la
primera jefe de Estado en ser destituída por impeachmet en Brasil.
La segunda etapa del golpe se consolidó por vías judiciales y con
el encarcelamiento e impugnación de la candidatura de Lula Da Silva
.
En los últimos años los Estados Unidos se han ido
replegando sobre América latina como último bastión de su
hegemonía y se muestran dispuestos a neutralizar y eventualmente
desplazar la creciente presencia de China en el comercio exterior y
sus inversiones en distintos sectores, con mayor o menor peso según
los países. El objetivo es garantizar el control de áreas y
recursos estratégicos, con la instalación de bases militares o
intervenciones en nombre de la democracia contra gobiernos
considerados hostiles. El capitalismo se asienta en la idea del
trabajo libre, que tiene que ser devaluado y el neoliberalismo es un
gran proceso hacia el trabajo sin derechos, lo que llamamos la
“uberización” del trabajo. Al lado del trabajo libre hay un
trabajo altamente devaluado y no pago y quienes lo producen son las
mujeres, las comunidades negras y los pueblos indígenas.
El neoliberalismo lo que quiere es un privilegio total para la libertad económica, la libertad de los inversores internacionales, siempre que la libertad política -o sea la democracia- choque, tiene que ser echada. Si se sigue esta idea de que la libertad económica es más importante que todas las demás, la democracia no aguanta y puede morir democráticamente eligiendo a los antidemócratas.
El gobierno de facto de Bolivia
convocó a las elecciones para el próximo domingo 3 de mayo e
intentará coronar el golpe definitivamente. Evo Morales tiene pedido
de captura como tantos otros ex ministros, funcionarios y referentes.
La persecución y encarcelamiento de dirigentes del MAS y de
organizaciones sociales están al orden del día. El gobierno ordenó
bajar las señales de radios comunitarias y alternativas. Los medios
hegemónicos de comunicación son las únicas voces autorizadas. La
prensa internacional fue intimidada a abandonar el país bajo el
cargo de sedición, una vez efectuada su salida se produjo una
represión digna de las peores épocas del Banzerismo. La apoderada
de Evo Morales, Patricia Hermosa, encargada de tramitar la
inscripción del ex mandatario, fue detenida y la “Justicia”
dictó una prisión preventiva de 6 meses. Así como en Brasil, el
golpe blando se realizó en dos etapas, juicio político y
destitución de Dilma Rousseff en una primera instancia y se
consolidó en una segunda etapa, cuando Lula lanzado a precandidato
en las elecciones de 2018 se perfila para ser ganador en primera
vuelta. El poder oligárquico puso en juego una carta que estaba
dentro del abanico de estrategias; logró imposibilitar a Lula como
candidato presidencial mediante un procesamiento judicial que lo
condenó a prisión y lo expulsó de la competencia electoral
(liquidación de la clase reinante). La disputa en Bolivia y el
proceso del golpe sigue abierto, pero la tarea de recuperar el
gobierno y que los sectores golpistas, ejército y/o la Policía, en
caso de perder la elección den explicaciones de la masacre de Sacaba
y de las violaciones los Derechos Humanos en todo el país, resultan
una gran incógnita. El desafío del MAS no solo es ganar las
eleciones con el candidato Luis Arce Catacora, sino llegar a tener la
posibilidad de una elección trasparente y democrática, y que los
garantes sean los propios golpistas parece ser una paradoja.