En los días 13 y 14 de agosto ocurre en Brasil la sexta “Marcha de las Margaritas”, realizada a cada cuatro años, en Brasilia, por las “trabajadoras rurales, de la floresta y de las aguas” de todos los estados brasileños. Tratase de la más grande movilización de trabajadoras rurales del país (contando en los últimos años con la participación de mujeres del sector urbano) y su nombre es un homenaje a Margarida Maria Alves, una trabajadora rural e importante líder sindical, asesinada en 1983.
* Por Elaine Amorim11 Socióloga brasileña.
Es importante decir, con base en los estudios de la antropóloga Vilena Aguiar1, que la emergencia de varios movimientos de mujeres rurales ocurrió, en la década de 1980, a partir, especialmente, de los procesos de formación ofrecidos por las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) y los grupos pastorales, influenciados por la Teología de la Liberación; en aquel momento las mujeres no eran reconocidas como trabajadoras rurales por el Estado y tampoco por los sindicatos, lo que las impedía de acceder a los derechos laborales, previsionales y a la seguridad social, siendo excluidas, de esa manera, de los derechos a la licencia maternidad, jubilación, sindicalización, entre otros. Eso significa que el trabajo de la mujer del campo, aunque imprescindible para la familia, era desvalorizado y visto simplemente como una “ayuda” al marido.
Esa discriminación se extendía a la participación en muchos sindicatos, donde la mujer podría participar solo en la condición de dependientes de sus maridos o padres. La consciencia de esa condición social de sumisión y de la importancia de tener una participación política fue despierta en las trabajadoras rurales por las CEBs y las pastorales, que contribuyeron para que ellas iniciaran sus militancias en los grupos de mujeres y, posteriormente, en sus propios movimientos. Una de las principales reivindicaciones presentadas, en aquel momento, era justamente el reconocimiento social y político de la trabajadora rural, lo cual fue conquistado en la Constitución de 1988.
Desde entonces, inúmeros movimientos de trabajadoras del campo fueron formados en las diferentes regiones de Brasil, bien como se crearon en el ámbito sindical comisiones, secretarias y espacios dedicados a problemáticas enfrentadas por las mujeres. El reconocimiento de los derechos de las trabajadoras rurales y de las cuestiones de género fue procesual, ganando en los años de 1990 cada vez más visibilidad. Por ejemplo, fue apenas en el final de esa década que el Movimiento Sin Tierra (MST), considerado el principal movimiento de trabajadores rurales del país, incorporó efectivamente la temática de género, porque antes de eso la consideraba incompatible con las cuestiones de clase2.
Un aspecto bastante significativo que ocurrió especialmente a partir del año 2000 fue la ocupación de los espacios públicos por los movimientos de mujeres rurales. Así como las Jornadas de Lucha del 8 de marzo de la Vía Campesina, organizadas por las trabajadoras del Movimiento Sin Tierra (MST) y por el Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC), la “Marcha de las Margaritas” dio visibilidad a esas mujeres y a sus reivindicaciones, que no se limitan a las necesidades específicas de sus actividades laborales o de sus condiciones de vida en el campo.
La “Marcha de las Margaritas” es construida a partir de la coordinación de la Comisión Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales de CONTAG (Confederación Nacional de los Trabajadores Rurales Agricultores y Agricultoras Familiares), en articulación con varias organizaciones feministas, movimientos de mujeres, centrales sindicales y organizaciones internacionales, además de involucrar un proceso previo de debates y formación en varias regiones del país. Organizada por primera vez, en 2000, en adhesión al movimiento “Marcha Mundial de las Mujeres” (MMM), tuvo como lema “2000 razones para marchar contra el hambre, la pobreza y la violencia sexista” y contó inicialmente con la participación de 20 mil mujeres; numero que aumentó gradualmente en las marchas siguientes, que ocurrieron en 2003, 2007, 2011 y 2015.
Paralelo a ese crecimiento que, en 2011, abarcó a 100 mil mujeres, incluso de varias categorías profesionales del sector urbano, otras modificaciones fueron siendo incorporadas a la marcha a lo largo del tiempo. Por ejemplo, se redefinió la identidad de quiénes eran las “margaritas”, pues, se inicialmente eran identificadas como siendo las trabajadoras rurales, en la marcha de 2007 pasaron a denominarse como “mujeres del campo y de la floresta”, atendiendo a una reivindicación de las trabajadoras extractivitas; en 2015, incorporaron la designación “mujeres de las aguas”, para afirmar la diversidad de las trabajadoras rurales al incluir un conjunto mucho más amplio de trabajadoras, como las sin-tierra, pescadoras, asalariadas, mujeres de los pueblos tradicionales/originarios y muchas otras.
¿Y cuál sería el perfil de esas trabajadoras participantes de la marcha? De acuerdo con el relevamiento realizado, en 2011, por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA)3 con 611 entrevistadas (489 del sector rural y 122 del sector urbano): la gran parte de las participantes tenía entre 33 y 54 años (56,7%), siendo seguidas por la juventud rural, entre los 15 a 32 años (24,3%), y 19% con más de 55 anos (edad con la cual pueden jubilarse); la mayoría se reconocía como negras, o sea 77,6%, porcentaje un poco superior a los 60% registrados por el Censo Demográfico de 2010, pero esa autoafirmación de su identidad étnica probablemente indicaría el mayor grado de politización de las entrevistadas. Específicamente en el caso de aquellas del sector rural se observó que el 82% tenían la actividad agrícola como ocupación principal y el 89% trabajaban en la producción para el autoconsumo y en la producción para la venta.
Esos dos últimos datos, según el informe de IPEA, son muy relevantes porque se contraponía a las estadísticas oficiales de la PNAD4, según la cual, en el año de 2009, del total de 12,081 millones de mujeres con domicilio rural y con edad igual o superior a 10 años, 6,071 millones no estaban ocupadas, o sea, la mitad no ejercía ningún trabajo productivo y solo el 42% eran económicamente activas. Un dato con lo cual las propias mujeres de los movimientos rurales y sindicales no se identificaban. Por tras de eses porcentajes lo que parecía ocurrir era todavía la anulación del trabajo rural femenino, especialmente cuando se trata de la agricultura familiar.
Conforme el análisis producido por IPEA, las fronteras entre el trabajo realizado en la casa y en la tierra son muy tenues y a veces inexistentes, porque el domicilio rural es visto también como una unidad productiva. En el caso de la actividad agrícola, principalmente de la agricultura familiar, se hace muchas veces una separación entre la esfera productiva (producción para la venta), asociada a los hombres, y la esfera reproductiva (producción para el autoconsumo), asociada a las mujeres. Pero la separación entre trabajo productivo y reproductivo ejercidos por esas trabajadoras es, según el informe, mucho más ideológico, una vez que en la práctica no hay una separación entre las actividades que ellas ejercen; al contrario, son indisociables. Sin embargo, es bien probable que en el plano político esa división sexual del trabajo siga siendo utilizada para legitimar la dominación masculina.
Entre las consecuencias de esa separación están el refuerzo de la invisibilización del trabajo de las mujeres rurales y la imposibilidad de mensurar la carga de las largas horas de trabajo impuesto a ellas. Incluso, llama la atención que mismo entre las militantes de la marcha, el 26% de las entrevistadas identificaban como trabajo doméstico varias actividades relacionadas a la esfera de la producción, como creación de animales, participación en la producción agrícola, cultivo de huertas. No por casualidad, cuando preguntadas sobre sus tiempos libres, ellas tenían dificultad para identificarlos, al punto del relevamiento constatar que sus jornadas de trabajo tenían un promedio de 15 horas diarias, explicitando, así, la intensidad de sus trabajos.
Otro elemento importante es la diversidad productiva agrícola realizada por esas trabajadoras en la agricultura familiar. Ellas privilegian la producción de los géneros alimenticios y la comercialización del excedente producido, como también hacen un uso muy benéfico del suelo y eficiente de sus pequeños lotes de tierra (62% de las entrevistadas tenían un área menor a 20 hectáreas). En Brasil, las trabajadoras rurales tienen un rol fundamental en la agricultura familiar, que produce 70% de los alimentos consumidos por la población. Contradictoriamente, conforme atesta el relevamiento de IPEA, buena parte de las familias de la agricultura familiar enfrentan situaciones de vulnerabilidad alimentar en función de varios factores que conllevan a una superexplotación de sus trabajos. Por eso y por tantas otras cuestiones la lucha de las trabajadoras rurales es crucial.
De acuerdo con los materiales de formación preparados para la “Marcha de las Margaritas” de 20195, a lo largo de la trayectoria de esa importante movilización las mujeres rurales conquistaron varias reivindicaciones, entre las cuales, cabe destacar algunas: i) obligatoriedad del título de la propiedad de los asentamientos rurales destinados a la reforma agraria en nombre de las mujeres (y no solo de los hombres); un cambio fundamental en la medida que establece una igualdad de género en la política de acceso a la tierra, permitiendo que actualmente, según CONTAG, el 70% de los títulos de tierra emitidos tengan la mujer como primera titular ; ii) creación del Programa Nacional de Documentación de la Trabajadora Rural, por medio de unidades móviles de registro civil, a fin de reducir la gran cantidad de trabajadoras rurales sin documentos básicos; iii) ampliación de la participación de las mujeres en el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura (PRONAF) y creación del PRONAF Mujer; iv) creación del Programa de Apoyo a la Organización Productiva de las Mujeres; v) creación y implementación de la Política Nacional de Agroecología y Producción Orgánica (PLANAPO); vi) formación del Fórum Nacional de Elaboración de Políticas para el Enfrentamiento a la Violencia Contra las Mujeres del Campo y de la Floresta; entre otras.
Desde el año de 2016 esas y otras conquistas pasaron a estar bajo amenaza con la nueva correlación de fuerzas conformada en un contexto de fuerte crisis social y política en el país. Durante el gobierno de Michel Temer espacios institucionales, responsables por la elaboración e implementación de políticas públicas destinadas a las trabajadoras, fueron simplemente extinguidos, como por ejemplo, la Secretaria de Políticas para Mujeres (SPM) y la Dirección de Políticas para las Mujeres Rurales (DPMR), del también extinto Ministerio del Desarrollo Agrario (MDA).
Con las elecciones parlamentares de 2018 la llamada banca ruralista o del agronegocio, considerada una de las más articuladas del Congreso Nacional, obtuvo un crecimiento de su influencia en el gobierno, al volverse una de sus principales interlocutoras. Entre sus demandas se encuentran: la transferencia de las decisiones sobre la demarcación de tierras indígenas del ámbito del Poder Ejecutivo para el Congreso Nacional; permisión para explotar esas tierras; liberación del uso de agrotoxicos; alteraciones en las reglas relativas a la desforestación, entre otras. Para se tener una idea de las propuestas de esa banca en relación a los derechos de los trabajadores rurales, en 2016, uno de sus diputados (no reelecto en 2018) presentó un proyecto de ley (PL 6.442/16) que previa la posibilidad del pagamento de los trabajadores rurales ocurrir mediante “remuneración de cualquier especie”, lo que podría incluir alimentación y habitación. De acuerdo con el DIAP (Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentar), “este polémico proyecto solo no fue incluido en la Reforma Laboral
[aprobada en 2017]
porque el gobierno se sintió temeroso en “contaminar” la materia y, así, comprometer su aprobación”6.
Al mismo tiempo, hubo un crecimiento de los conflictos en el campo, conforme el relevamiento que la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) elabora anualmente: fueron registrados 1.489 conflictos, en 2018, en los cuales casi 1 millón de personas estuvieron involucradas, lo que corresponde a un aumento de 35% en relación a 2017. En ese mismo periodo hubo un aumento de 40% de los conflictos por agua y de 108% de las familias afectadas e involucradas, que son en su mayoría las comunidades tradicionales. Otro dato importante fue el registro de 2.307 mil familias expulsas del territorio, o sea, retiradas sin orden judicial por el poder privado y, en general, de forma violenta; esa cantidad representa el 59% más que el registrado en 20177.
Es en resistencia a los retrocesos que esa nueva correlación de fuerzas tiene impuesto a las trabajadoras y trabajadores rurales y urbanos que las mujeres marcharan. El lema de la marcha de 2019 tiene como lema “Margaritas en la lucha por un Brasil con soberanía popular, democracia, justicia, igualdad y libre de violencia”, que se despliega en diez ejes políticos:
i) Por democracia con igualdad y fortalecimiento de la participación política de las mujeres;
ii) Por la autodeterminación de los pueblos, con soberanía alimentar y energética;
iii) Por la protección y conservación de la sociobiodiversidad y acceso a los bienes comunes;
iv) Por tierra, agua y agroecología;
v) Por autonomía económica, trabajo y renta;
vi) Por la autonomía y libertad de las mujeres sobre su cuerpo y su sexualidad;
vii) Por una vida libre de todas las formas de violencia, sin racismo y sexismo;
viii) Por un sistema previsional y asistencial público, universal y solidario;
ix) Por salud pública y en defensa del Sistema Único de Salud;
x) Por una educación no sexista y antirracista y por el derecho a la educación del campo.
A casi dos décadas de la primera “Marcha de las Margaritas”, realizada en un contexto en que la consolidación del neoliberalismo presentaba sus graves consecuencias para las condiciones de vida y trabajo de la población rural y urbana, la trayectoria de las trabajadoras rurales es marcada por el fortalecimiento de sus luchas y por la incorporación del feminismo como referencia política. La fuerza que esas mujeres demuestran en su cotidiano, ejerciendo jornadas de trabajos intensas, bajo sol o lluvia, será fundamental para el enfrentamiento no solo de esas condiciones de trabajo injustas, pero también para el acumulo de fuerzas contra esa nueva faz que el neoliberalismo asumió en el país, caracterizada por una radicalidad que se articula y se potencializa con proyectos conservadores y reaccionarios.
1 AGUIAR, Vilena. Mulheres Rurais, Movimentos, Participação: reflexões a partir da Marcha das Margaridas. Política & Sociedade, Florianópolis, v.15, Edição Especial, p. 261-295, 2016. Disponible en: <https://periodicos.ufsc.br/index.php/politica/article/view/2175-7984.2016v15nesp1p261>. Accedido en: 26 jul. 2019.
2 DEERE, Carmen Diana. Os direitos da mulher à terra e os movimentos sociais na reforma agrária. Estudos Feministas, Florianópolis, vol. 12, n. 1, p. 175-204, jan./abr. 2004. Disponible en: < http://www.scielo.br/pdf/ref/v12n1/21698.pdf>. Accedido en: 25 jul. 2019.
3 VALADARES, Alexandre et al. Marcha das Margaridas: perfil socioeconômico e condições de vida das mulheres trabalhadoras do campo e da floresta. Relatório de pesquisa. Rio de Janeiro: IPEA, 2013. 59p. Disponible en: <http://www.ipea.gov.br/portal/images/stories/PDFs/relatoriopesquisa/251013_relatorio_marchas_web.pdf>. Accedido en: 25 jul. 2019.
4 Encuesta Nacional por Amuestra de Domicilios, producida por el órgano publico IBGE (Instituto Brasilero de Geografía y Estadística).
5 Esos materiales sao utilizados para la formación y preparación previa de las participantes, siendo compuestos por 7 cuadernos (uno introductorio y los demás dedicados a cada uno de los ejes políticos de la marcha). Las reivindicaciones que mencionamos fueron retiradas de: CONTAG. Subsídio da Marcha das Margaridas 2019. Brasília, 2019, p. 10. Disponible en: <http://www.contag.org.br/imagens/ctg_file_350653567_24012019145732.pdf>. Accedido en: 26 jul. 2019. El material completo puede ser consultado en: <http://www.contag.org.br/index.php?modulo=portal&acao=interna&codpag=615&dc=1&nw=1>.
6 DIAP. Radiografia do Novo Congresso Nacional. Legislatura 2019-2023. DIAP: Brasília, 2018. p. 110.
7 Los datos fueron retirado de: CNBB. Comissão Pastoral da Terra lança relatório Conflitos no Campo Brasil 2018 na sede da CNBB. 2019. Disponible en: < http://www.cnbb.org.br/comissao-pastoral-da-terra-lanca-relatorio-conflitos-no-campo-brasil-2018-em-brasilia-na-sede-da-cnbb/> Accedido en: 03 ago. 2019.