cd4e5a48-bolsonaroEl 28 de octubre pasado fue electo el nuevo Presidente de la República de Brasil: Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL). Militar de reserva y diputado por el estado de Rio de Janeiro desde 1991, el nuevo presidente fue electo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con 57.797.847 millones de votos, cerca de 55% de los “votos válidos”, mientras Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), fue votado por 47.040.906 millones de brasileros, aproximadamente el 44%. En el recuento de los “votos válidos” no son calculadas las abstenciones, los votos en blanco o anulados por el elector. En ese caso, cuando se dice que un candidato recibió el 55% de “votos válidos”, como ocurrió con Jair Bolsonaro, eso no significa que más de la mitad del electorado brasilero lo eligió, pero que ese fue el porcentaje obtenido en el conjunto de votos direccionados para algún candidato o sigla partidaria.

* Por ElaineAmorim1

1 Socióloga brasileña.

Dicho eso, no se debe pasar por alto la expresiva abstención electoral que marcó la elección: más de 31 millones de brasileiros (21,30%) no fueron a votar en la segunda vuelta, o sea, prácticamente un tercio del total de electores del país, lo que, en términos comparativos, es un poco menos que la cantidad de electores habilitados en Argentina. Esa ausencia en las urnas reprodujo lo que ya había pasado en la primera vuelta. ¿Cómo interpretar la abstención de esos electores? Ella sería: ¿fruto de una apatía o alejamiento a la política?; ¿un descrédito en relación al sistema político o mismo a las elecciones como una de las formas de participación democrática?; o ¿una forma individual y silenciosa de resistencia, pero, al final, muy impactante? Las respuestas para esas cuestiones son tan complejas cuanto la crisis política, económica y social por la cual pasa Brasil. Por eso, es imposible analizar esas elecciones sin considerar, mismo que breve y puntualmente, el proceso político que las antecede.

El primer punto a ser destacado es el fuerte conflicto de clases que se manifestó abiertamente en el país, desde el proceso que culminó en el impeachment de la ex presidente Dilma Rousseff. Un conflicto que permaneció latente durante los gobiernos petistas, pero que viene ganando fuerza sobre todo desde el golpe de 2016 por medio de la ofensiva de las clases dominantes. Los logros obtenidos por tal ofensiva incluyen desde la imposición a las clases trabajadoras del programa neoliberal en su versión más radical, el encarcelamiento del ex presidente Lula da Silva y su impedimento de concurrir a las elecciones presidenciales, como también la adhesión de una parcela de la populación al discurso de odio y/o “antipetista” en defesa de la “lucha contra la corrupción”.

lula-da-silva-730x524A pesar de todos los ataques direccionados durante los últimos años, incluso con la participación activa y continúa de los medios, contra el Partido de los Trabajadores y a la figura de Lula, es interesante observar dos aspectos transcurridos en ese contexto: 1º) Lula era el candidato preferido por el electorado, mismo después de preso, y que vencería probablemente las elecciones, como fue demostrado por las encuestas de intención de voto1; 2º) Los partidos de derecha que apoyaran al golpe, no consiguieron que sus candidatos tuvieran fuerza política suficiente para vencer el balotaje (como ocurrió con MDB [Movimiento Democrático Brasileño] del Presidente Michel Temer y PSDB [Partido de la Social Democracia Brasileña], tradicional rival de PT en las elecciones presidenciales de las dos últimas décadas).

En ese escenario, a partir de diciembre de 2016 Bolsonaro pasó gradualmente a destacarse en las intenciones de voto del electorado. Representante de la extrema-derecha y del campo conservador, él es conocido por sus declaraciones de tono racistas, machistas y homofóbicas, así como por su apología a la violencia y su abierta defesa a la última dictadura militar. Además, como diputado votó a favor de varias propuestas del gobierno Temer que impactan directamente a los trabajadores: la reforma laboral, la liberación de la tercerización sin restricciones, y el congelamiento por 20 años de los gastos públicos en las áreas de la salud y de la educación. Frente a todos eses aspectos, ¿cómo explicar la victoria de una candidatura que va en contra de amplios sectores de la sociedad?

Mucho se ha dicho al respecto del rol que jugó en esa victoria electoral el uso de las redes sociales y, sobretodo, el whatsapp, como medios de difusión de falsas noticias, las llamadas “fakenews”. Si consideramos el escaso acceso de la mayoría de la población a canales críticos y alternativos de información, no fue pequeño el impacto que tuvieron esos mensajes propagados por whatsapp. Para ejemplificar, se difundió la mentira de que Fernando Haddad, cuando Ministro de la Educación, habría creado un “kit gay” para ser distribuido a los niños en las escuelas y que estimulaba la erotización precoz y la homosexualidad. Cuando, en la realidad, nunca existió un “kit gay”. ¿Cómo deshacer falsas noticias como esta frente a la velocidad y intensidad de muchas otras difundidas y replicadas por medio de esa tecnología de información, que tiene la eficacia de llegar, o sí o sí, a su potencial destinatario? Además de las “fakenews” hubo una estrategia de desvirtuación2 de ideas y concepciones, como la designación de Brasil como un país comunista, fruto de los gobiernos petistas. A pesar de nunca haber existido en el país ni mismo un Estado de Bien Estar Social, mucho menos comunista, ese tipo de estrategia tuvo y tiene éxito porque se apoya, entre otros aspectos, en el desconocimiento histórico y en la desinformación de buena parte de los brasileños. Otro ejemplo ilustrativo del desconocimiento de algunos contextos históricos es la comprensión que se tiene del significado de la última dictadura militar en el país. Brasil – y acá se encuentra una importante diferencia en relación a Argentina –, no saldó sus cuentas con su pasado dictatorial, exponiendo a la luz todo su significado y consecuencias, lo que contribuye para que muchas personas asocien la dictadura a un buen período histórico y acepten discursos favorables a ella.

Sin embargo, no basta destacar el uso de las redes sociales y whatsapp en esas elecciones. Es importante considerar también el rol de los medios de comunicación hegemónicos en el proceso político de los últimos tres años, en los cuales no sólo difundieron un ataque selectivo contra la corrupción, teniendo como blanco el PT, como también contribuyeron para la construcción, en el imaginario social, de una asociación negativa del conjunto de la izquierda con la corrupción y, por consiguiente, de los ideales y símbolos representados por esa fuerza social. Es posible imaginar, de esa manera, el impacto de la repetición por años seguidos de esos ataques y discursos sobre la población, incluso sobre los sectores escolarizados de la sociedad, que también votaron a Bolsonaro.

Aquí cabe, entonces, preguntar: ¿cuál es el perfil del electorado que apoyó el candidato electo? Cuando analizamos las encuestas de intención de voto realizadas en las vísperas de la segunda vuelta llama la atención que cuánto mayor la escolaridad y la renta de los electores, mayor fue la intención de voto en Bolsonaro. Fernando Haddad tuvo la preferencia exclusiva de la población con pocos años de estudio (la Primaria) y con una renta mensual de hasta 2 salarios (cerca de US$ 450 dólares según la cotización de esa moneda en Argentina), ya que en todas las otras franjas Bolsonaro fue el elegido entre los votantes3. Esas diferencias en el perfil del electorado son muy importantes, considerando que en Brasil, cerca de 45 millones de personas, incluyendo jubilados y pensionados, cobran 1 salario mensual4 (aproximadamente US$ 225 dólares).

Además de esos datos que expresan una significativa diferenciación en términos de clase, el fuerte apoyo de los evangélicos es bastante expresivo de la representatividad que tiene el campo conservador en la plataforma política representada pelo futuro presidente; lo cual, curiosamente, ascendió aún más en las encuestas electorales, luego del acto “Ele Não” (Él No), convocado por “Mujeres unidas contra Bolsonaro” y que colmó las calles de las principales capitales del país de manifestantes de diferentes orientaciones política-ideológicas.

Esa impronta conservadora es uno de los aspectos fundamentales que no puede pasar desapercibido de esas elecciones. Al contrario de otros períodos en los cuales la agenda neoliberal fue adoptada en el país, en la coyuntura actual la profundización del neoliberalismo parece venir acompañada por un nuevo rasgo: el ataque no sólo a los derechos de las mujeres, la población LGBT y los negros5, pero al propio reconocimiento de la diversidad. Ese ataque, teniendo en cuenta el pasado esclavista de Brasil y la ausencia de una reparación histórica en relación a los negros, puede significar una radicalización de las desigualdades raciales existentes en el país, pero también de género, que no están disociadas de las relaciones de clase.

Por lo tanto, el resultado de las elecciones presidenciales marca el inicio de un nuevo escenario político en Brasil, con la llegada al Poder Ejecutivo, por medio del apoyo de la población, de una plataforma política representativa de la extrema-derecha y del conservadorismo. Una plataforma que intentará, en el plano económico, dar continuidad de forma radical al proceso de profundización del neoliberalismo, tal como iniciado por el gobierno de Michel Temer, impactando negativamente las condiciones de vida y trabajo de las clases trabajadoras; pero que también podrá asumir una hostilidad a las reivindicaciones de sectores de la sociedad, como los negros, los LGBTs y las mujeres, a fin de frenar el avance de las luchas y críticas hechas por esos grupos a las formas de opresión racial, sexual y de género.

1 Según la encuesta realizada por el instituto Ibope, el 20 de agosto de 2018, las intenciones de voto del electorado para la primera vuelta eran: Lula 37%; Bolsonaro 18% a 20% y Haddad 4%. Información disponible en: <https://www.poder360.com.br/pesquisas-de-opiniao/>. Accedido en: 9 dic. 2018.

2 Ver la interesante entrevista com Sergio Amadeu al respecto del rol del whatsapp en las elecciones: <http://www.ihu.unisinos.br/585382-educacao-para-redes-e-reconstrucao-de-parametros-de-realidade-desafios-da-era-whatsapp-entrevista-especial-com-sergio-amadeu>. Accedido en: 12 dic. 2018.

4 Datos disponibles en: <https://g1.globo.com/economia/noticia/salario-minimo-em-2018-veja-o-valor.ghtml>. Accedido en: 9 dic. 2018.

5 Armando Boito Jr., cientista político, argumenta que los prejuicios contra eses grupos están presente en la sociedad brasileña, pero no eran tan fuertes en las elecciones de 2006, 2010 y 2014, como en la más recién, en las cuales volvieron los “recursos políticos movidos por el campo liberal”. Ver: <https://www.brasildefato.com.br/2018/10/06/vitoria-de-haddad-abriria-novo-campo-para-esquerda-afirma-armando-boito/>. Accedido en: 9 dic. 2018.

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