En estos tiempos que estamos atravesando como pueblo, y en los barrios que transitamos cotidianamente, aparecen algunas preguntas que resurgen con mucha potencia y nos impulsan a encontrar respuestas o abrir nuevos interrogantes.
* Por Ezequiel Fulvi, Educador Popular e integrante del Frente Salvador Herrera
Nos preguntamos ¿Qué tienen en común Ezequiel Demonty, Luciano Arruga, Kevin Molina, Leonel Sotelo, KiKi Lezcano, Rafael Nahuel y Hugo Arce? A simple vista podríamos decir que nada porque no se conocían entre sí. Ahora bien, si nos ponemos a pensar en profundidad, encontramos que tienen más en común de lo que nos imaginamos. Podemos decir que todos eran pibes de barrios obreros y populares, en su mayoría, laburantes que se la rebuscaban o acompañaban a sus familias en la búsqueda del plato de comida, entre otras. Pero hay algo fundamental que los une y es que todos ellos han sido víctimas del accionar de las fuerzas represivas que los asesinaron sin piedad, ya sea en el contexto de una lucha social o por el solo hecho de ser pibes de los barrios obreros y populares (blanco predilecto del gatillo fácil).
La lista puede ampliarse porque son casi 6 mil casos, desde el ´83 hasta la actualidad, en los que las diferentes fuerzas (policía, prefectura, gendarmería, etc.) nos han arrebatado estas vidas tan valiosas y con un futuro por delante.
Esta y muchas realidades son llas que se viven en nuestros barrios obreros y populares cotidianamente. Barrios en donde el Estado está ausente para garantizar derechos básicos (salud, educación, trabajo, vivienda, cloacas, etc.) pero está muy presente para descargar sus políticas más regresivas, ajustadoras y represivas.
Son las barriadas en las que los pibes y las pibas no tienen muchas oportunidades porque el laburo falta (y más en estas épocas neoliberales), en las que el narco manda y te propone que vendas la porquería que nos revienta y si no lo hacés… sos boleta. Y a su vez, tenemos a las fuerzas policiales, custodias de los narcos y mercenarios del poder que, si no robás para ellos te hostigan, torturan y asesinan (como hizo la bonaerense con Luciano Arruga).
Un decreto infame
En estos días nos anoticiamos del decreto que firmó la impresentable ministra Patricia Bullrich en el cual habilitan a las fuerzas represivas a utilizar el arma de fuego violando los tratados internacionales, la constitución y hasta el propio código penal (al que este gobierno apela cuando le conviene).
En dicho decreto, se habilita el uso de las armas de fuego “cuando resulten ineficaces otros medios no violentos… en defensa propia o de otras personas, en caso de peligro inminente de muerte o de lesiones graves; para impedir la comisión de un delito particularmente grave, que presente peligro inminente para la vida o la integridad física de las personas… para proceder a la detención de quien represente ese peligro inminente y oponga resistencia a la autoridad y para impedir la fuga de quien represente ese peligro inminente, y hasta lograr su detención”.
Nos preguntamos, entre otras cosas, a qué llamará la ministra “otros medios no violentos” y “defensa propia”, si nos fijamos en los últimos casos como el de Rafael Nahuel o el premiado Chocobar, en ninguno de los casos se evidencia una amenaza o peligro inminente y en ninguno de los casos hubo medios no violentos. A Rafael lo mató la prefectura por la espalda y Chocobar mintió cuando dijo “defensa propia” y quedó delatado por las cámaras de seguridad que demuestran que asesinó a sangre fría. Tampoco hay métodos no violentos en los casi 6 mil casos de gatillo fácil y mucho menos defensa propia Las fuerzas represivas “asesinaron”, en algunos casos con previo hostigamiento y tortura, y en otros intentando simular enfrentamientos o delitos (jamás comprobados).
Otra cuestión infame es que podrán omitir dar la voz de alto o identificarse en situaciones de riesgo o lesiones graves, algo que hace rato vienen practicando sin ir más lejos, en las últimas movilizaciones la policía de civil sin identificación e infiltrada quedó en evidencia. Por ende, este decreto lo único que hace es legalizar una practica habitual de las fuerzas: el gatillo fácil y la represión.
Este decreto llega luego de una búsqueda incesante por parte de este gobierno de un enemigo interno al que deben combatir. Primero fueron los/as pibes/as de las murgas, los/as trabajadores/as, los/as jubilados/as, la docencia, Santiago Maldonado y la RAM (la que desapareció de golpe); y por último intentaron resurgir el temor al “anarquismo” de principios del siglo XX. En todos los casos “fracasaron” rotundamente y apelaron al discurso más reaccionario repetido una y otra vez por ese sector de la población con un profundo odio a todo lo popular y que se referencian con los Bolsonaros.
La inseguridad y el delito, sosteniendo el famoso “la policía está atada de manos”, son los dos puntos centrales desde donde intentan defender este decreto Patricia Bullrich y los mercenarios mediáticos como Feinmann. Ahora bien, la inseguridad y el robo se sienten y viven profundamente en los barrios obreros y populares, no es una realidad que solo atraviesa la clase media o los oligarcas outlet de Recoleta y Barrio Norte. Pero la única inseguridad que vivimos no es el robo, es el paco, el desempleo, la pobreza, la marginalidad, el abuso, etc. Inseguridades que este estado neoliberal no soluciona y al cual no le da respuestas, sino que, por el contrario, las aumenta y reproduce día a día.
Números que alarman: pibes/as en riesgo.
Este infame decreto recibió inmediatamente el repudio de todo el campo popular, de las organizaciones territoriales, políticas, sociales, de derechos humanos, etc. Aun así, la ministra Bullrich sigue negando que esto sea una legalización del gatillo fácil y parece que hoy borra con el codo lo que pensaba en otras épocas.
Quizás sea necesario recordarle algunos datos a este gobierno que le encanta hacer planillitas de estadísticas para todo.
De los casi 6 mil casos registrados de gatillo fácil desde 1983 hasta 2017, el 84% del total de asesinados por el aparato represivo estatal caminaban por un barrio o estaban detenidos/as. La casi totalidad de las muertes en comisaría corresponde a personas que no estaban detenidas por acusaciones penales, sino arbitrariamente arrestadas por averiguación de antecedentes o faltas y contravenciones. De este total de víctimas, el 50% no supera los 25 años y el 47% corresponde a la franja de 15 a 25 años, y llega al 50% con los menores de 15. Si se suman los de menos de 35, se llega al 76% del total, y desde que asumió Macri hasta ahora, el número total de víctimas de la violencia institucional es de casi 730, superando ampliamente a los gobiernos de Menem y De la Rúa, campeones en batir récords. (Fuente: CORREPI)
A este ritmo los números al finalizar el mandato serán cada vez más grandes y con la aplicación de este decreto nefasto aun peor. Queda en total evidencia que la juventud, sobre todo la de los barrios más marginales y populares, son las presas que más alimenta la voracidad de los lobos vestidos con uniforme.
Por mas que lo disfracen, por mas que lo quieran tapar con sus socios mediáticos, el aumento del gatillo fácil es una realidad que está presente y nos atraviesa cotidianamente en los barrios y seguirá aumentando porque con este decreto no hacen otra cosa más que “legalizarlo” y con las políticas económicas que lleva adelante el gobierno de Macri lo único que generan es que crezca con mas fuerza la crisis social, el delito y la inseguridad. Y tenemos claro que estas problemáticas no se resuelven de esta manera, no puede ser esta la solución a una realidad generada por los mismos de siempre.
Hay otra salida y es colectiva
En los barrios también ocurren otras cosas, muchas veces invisibilizadas por el propio Estado o los medios de desinformación, que merecen ser nombradas y reafirmadas.
En los barrios también nos juntamos para organizarnos y pensar colectivamente estrategias que nos sirvan para paliar la crisis y hacer frente a los atropellos que vivimos cotidianamente. Buscamos desde una pedagogía de la liberación generar cada vez más espacios de encuentro, en donde se construyan herramientas que nos permitan avanzar en los reclamos y en la búsqueda de soluciones a problemas tan crecientes como la marginalidad, la violencia, los femicidios y el hambre. Tenemos experiencias como los espacios comunitarios, comedores, bachilleratos populares, culturales, de niñez, etc., en los territorios que día a día demuestran que hay una clara voluntad popular de salir adelante y no caer en las falsas opciones que nos brinda este podrido sistema.
Es por ello que no aceptamos que muera un pibe y una piba mas por las balas de las fuerzas represivas, no toleramos que nos quieran vender y hacer creer que la inseguridad se resuelve con mano dura, no estamos dispuestos/as a aplaudir ni felicitar a los Chocobares ni quedarnos quietos/as cuando intenten arrebatarnos y pisotear nuestros derechos y nuestras vidas.
Tenemos que seguir reproduciendo estas experiencias colectivas, profundizarlas, recrearlas y buscar el encuentro con otros/as para poder gritar bien fuerte y que se escuche en todas partes: “Ni un pibe menos, ni una bala más, No a la doctrina Chocobar”