Julio Macera nos honró con su presencia. Con su enloquecido amor por esta herramienta que él y lxs trabajadores supimos construir. Con su incansable lucha a favor de lxs oprimidxs de esta tierra. Él ardía con tantas ganas el sueño eterno de la revolución que era imposible acercarse sin encenderse unx en la esperanza de la utopía. No era apto para tibios.
* Por Ana Romero, Militante de CTAA Capital y del Frente Salvador Herrera. Integra la Comisión Ejecutiva Nacional de la CTA Autónoma.
Caminar las marchas y encontrar a Julio era el abrazo asegurado, la palabra justa, la palmeada en la espalda. Escuchar a Julio era saber que hay compañeros y compañeras que son síntesis de nuestras luchas.
Por eso también nosotrxs vamos a honrarlo como vivió, en las calles, en las luchas y con el puño en alto.
Vamos a estar a la altura de las circunstancias, mirando hacia abajo buscando y siguiendo las huellas de ese gigante y hacia el horizonte que nos trazó.