Trabajadores de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) afiliados en ATE denunciaron que con la apertura del mercado aerocomercial argentino se perjudica a la aerolínea de bandera, se ponen en riesgo los puestos de trabajo de la industria y no se garantiza la seguridad aeronáutica.
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Marcelo Belelli es estatal, afiliado de ATE, e integra la Coordinadora de Trabajadores de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), que es el organismo encargado de controlar el tránsito aéreo en Argentina. El pasado martes 27 de diciembre participó de la audiencia pública que convocó el gobierno para la asignación de rutas de cabotaje “low cost”. Allí sumó la voz de los trabajadores estatales, y de ATE, a la de los gremios aeronáuticos que vienen denunciando la liberalización del mercado aerocomercial en el país.
-¿La Argentina va camino a una política de “cielos abiertos”?
Si bien desde el discurso público, desde el relato que mantiene el Ministro de Transporte Guillermo Dietrich, se habla de la no apertura indiscriminada de los cielos en Argentina, lo que pasa en los hechos es otra cosa. Si se le dan rutas a compañías aéreas que no tienen demasiado sustento, sabemos que esto va a perjudicar directamente a Aerolíneas Argentinas. Aunque no se diga que se va a implementar una política de cielos abiertos, vaciando la compañía estatal y dando espacio para que compañías de afuera, con capital externo, con tripulaciones externas, vengan a volar dentro del país, se está dando un paso en ese sentido. Porque cielos abiertos, con una Aerolíneas Argentinas fuerte y con un Estado apoyándola, sería muy poco probable que pudiera trascender. Porque eso implicaría una política de protección sobre la aerolínea de bandera. Esto es una cuestión de mercado. O tenemos proteccionismo sobre el capital propio o dejamos librado el mercado a la libre demanda, y eso puede reflejarse en una política de cielos abiertos para el aerotransporte comercial.
-¿Se van a asignar rutas a compañías extranjeras?
Si, y esto va a tener un gran impacto en lo que es el cabotaje. Las rutas que se podrían abrir son las más rentables, como Buenos Aires – Calafate ó Buenos Aires – Iguazú. Es decir, rutas con un potencial turístico muy fuerte. La compañías extranjeras no van a volar a Viedma [capital de río Negro], van a volar solamente a lugares que tengan rentabilidad, desde la Ciudad de Buenos Aires en su gran mayoría, cosa que a sigue centralizando el tránsito aéreo. Todo queda centralizado en el aeroparque metropolitano. Por ende, no hay ninguna política que tienda a garantizar la conectividad de todo el país, aunque desde el gobierno sostienen que con el ingreso de estas compañías se va a fortalecer al conectividad interna.
-¿Qué efectos negativos tendrá esta política?
El capital humano que se va a utilizar es extranjero y, si se agrega la posibilidad de volar rutas rentables, se perjudica a Aerolíneas Argentinas en forma indirecta. Entonces se generan las condiciones para que Aerolíneas de más pérdida, y el hecho que de más pérdida en el marco de un gobierno liberal que cada vez le quita más apoyo es que van a usarlo como argumento para que haya más aerolíneas extranjeras en el país.
-¿Puede haber un impacto adverso en materia de seguridad?
Si crece el tránsito aéreo, para poder garantizar una seguridad operacional óptima necesitamos que la ANAC y todos los organismos de control del Estado crezcan a la par de ese crecimiento. Hoy por hoy no hay radares en muchas zonas del país. No hay aeropuertos que tengan la capacidad de estacionamiento de aeronaves como se pretende tener. Es ilógico plantear el crecimiento del mercado aerocomercial cuando la autoridad aeronáutica que controla el tránsito aéreo no tiene las herramientas para poder garantizar la seguridad.
-¿Cuál es la posición de los trabajadores del sector?
Lo que planteamos en la audiencia de la semana pasada fue mantener la conectividad del país, cuidar los puestos de trabajo de la industria y definir cómo los organismos de control aéreo van a darle sostenimiento a esta política de expansión del mercado. Si crecemos en cantidad de tránsito aéreo pero no hay un correlato de crecimiento de infraestructura, de personal, de herramientas de trabajo, ¿cómo podemos garantizar nosotros la seguridad si ya en las condiciones en que estamos trabajando no son las óptimas.
Fuente: www.clate.org