La CTA, como parte del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires, ha hecho un aporte sustancial que tiene que ver con tres estudios vinculados a la vivienda en la Ciudad. Los mismos se titulan: “Diagnóstico Socio-Habitacional de la CABA”, “Propuestas de políticas habitacionales para el desarrollo social y económico de la Ciudad” y “La Ciudad de Buenos Aires inquilinizada, un análisis acerca del mercado formal e informal del alquiler”. Para hablar sobre estos trabajos, desde Estación Central (Radio Sur, FM 88.3) se comunicaron con la Doctora María Cecilia Zapata, del Área de Estudios Urbanos del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del CONICET, quien formó parte del grupo de investigación coordinado por Carla Rodriguez, secretaria de Interior de la CTA Capital.
– ¿Por qué son importantes estos trabajos que se llevaron adelante?
– Estos tres informes lograron consolidar un montón de información, que estaba disgregada, sobre la crisis habitacional que hay en la Ciudad de Buenos Aires. Y en ese sentido, creo que es un aporte importante en términos de poner en la agenda pública este tema.
Lo que detectamos en los informes es que la situación de crisis habitacional en la Ciudad es muy grave. Somos 2 millones 800 mil personas, de las cuales casi 600 mil están en situación de crisis de vivienda. Prácticamente un cuarto de la población está en esta situación, en una Ciudad que desde el Censo de 1947 hasta la actualidad no creció, lo que habla de una precarización en la condición de vivienda de sus pobladores.
– ¿Qué significa que alguien está en una situación de crisis habitacional?
– Hay distintos perfiles de situaciones de crisis habitacional. Uno de ellos es el caso de las personas que viven en hoteles, inquilinatos, muchos irregulares, con condiciones de hábitat muy precarias.
Otras situaciones de precariedad pueden ser las villas, donde lo que detectamos es que el incremento de población en villa es el que en parte explica el aumento de la cantidad de población que existe en situación de crisis en los últimos años. Porque hubo un 52% de aumento de población en villa; en 10 años se pasó de 107 mil personas a 163 mil.
Y eso explica también el proceso de verticalización. Cuando recorremos la Ciudad y quizás atravesamos por autopista la Villa 31 o cuando vamos para Flores y pasamos la Villa 1-11-14, lo que vemos es que crecieron para arriba, y encontramos edificios de 4 o 5 pisos. Esto se debe a que hay una saturación poblacional en las villas que se intensificó en los últimos 10 años, y como ya no pueden crecer más en horizontal, empezaron a crecer para arriba.
Pero, de la mano de ese proceso también se desarrolló un proceso de inquilinización muy notorio en los últimos años y que de hecho marcó un cambio en el régimen de tenencia de la Ciudad. ¿Qué quiero decir con esto? Que históricamente la Ciudad tenía más propietarios que inquilinos. Y lo que detectamos con estos informes es que a partir de los últimos 13 años, hay más inquilinos que propietarios, y que las exigencias del mercado formal de alquiler lo que hicieron fue presionar para el surgimiento de un alquiler informal en las villas, que es en donde se dio el crecimiento poblacional más fuerte.
– Con respecto a los sectores que alquilan, también hay números que dan cuenta de una situación crítica, ¿No?
– Sí. En el último informe, el que se titula “La Ciudad de Buenos Aires inquilinizada”, profundizamos en la situación de alquiler en villas. Y ahí lo que pudimos ver bien claro fue cuál es el perfil de inquilino en la Villa: y es el de mujer, joven, jefa de hogar, con bajo nivel educativo y precarizado laboralmente.
O sea que el nivel de vulnerabilidad de las personas que tienen que recurrir al alquiler en la villa es muy alto. Básicamente eso tiene que ver con que al tener la característica de ser un alquiler informal, no existe un contrato ni está establecido por ninguna norma. Por lo cual el nivel de arbitrariedad de los propietarios de las villas, de los inquilinatos y de las habitaciones, puede llegar a ser muy alto.
Detectamos también que gran parte de la población entrevistada dice ser posible desalojado de las habitaciones que están alquilando. Además, del nivel de precarización de esas habitaciones: estamos hablando de piezas, con baño y cocina compartida con los que están viviendo en las otras piezas y con un nivel de precariedad muy alto en términos de materiales de construcción de estas viviendas. Sin servicios, y con costo de alquiler muy alto en relación a la calidad de vida que les ofrecen esas viviendas.
Lo que nosotros pudimos recavar de una encuesta que hicimos el año pasado a 304 personas que viven en situación de alquiler en las Villas 31; 21-24; en la 20; en la 3 y en el Asentamiento Rodrigo Bueno, es que los alquileres rondan entre $1000 y $2500, muy caro para tener el nivel de precariedad que tienen. Y esto también lo que nos visibilizó es que uno por simple sentido común podría pensar que vivir en la villa es más barato, pero no, todo lo contrario. Es caro, tenés que tener un cierto poder adquisitivo para poder hacer frente a los arbitrarios aumentos de alquiler que hay en las villas. Al no haber un contrato, esto no está mediado por ninguna norma, ni nada por el estilo.
– ¿Cómo fue llevar a cabo estos tres estudios editados por el Consejo Económico y Social?
Fue muy complejo. Primero tuvimos que conformar un equipo de trabajo coordinado por Carla Rodriguez, e integrado por Florencia Rodriguez, Julieta Basteiro, Celina Fischnaller y Karina Villafañe.
En un primer momento lo que hicimos fue un relevamiento de fuentes existentes sobre la crisis habitacional, todo material que diera cuenta de cuál era la situación de la Ciudad; procesamos toda esa información, tratamos de ordenarla, sistematizarla y luego completamos esos datos con entrevistas en profundidad que hicimos a distintos referentes de la temática, ya sea en villas, en hoteles, referentes en la Universidad, que nos pudieran aportar una lectura sobre esos datos y también hicimos esta encuesta específicamente en las villas, porque al saltar el alquiler en villas como una de las problemáticas más graves y más urgentes, nos encontramos con que no había información sobre esta temática.
Los censos, que se hicieron en villas, en general subestiman los datos de alquiler, porque al ser una situación de irregularidad, los dueños de estas viviendas para alquilar no permiten que sus inquilinos visibilicen esta situación.
También, lo que es importante remarcar, es que ahí hay como tres perfiles de propietarios que ponen en alquiler su vivienda. Existe gente que con la recuperación económica que se dio durante los años kichneristas lograron generar un ahorro y con eso pudieron construir una o dos viviendas para poder vivir en el día a día del alquiler que cobran. Este es un estilo de alquiler que se mueve más con una lógica de necesidad, de tratar de hacerse quizás un ahorro para cuando se jubilen, porque al ser trabajadores informales no van a tener una jubilación.
Están también aquellas familias que vivían antes en la villa y que con la recuperación económica se fueron a vivir a otro lado, entonces alquilan sus viviendas. Pero, también lo que encontramos es que hay otro perfil de propietario, que son los dueños de grandes inquilinatos de 20, 30, 50 habitaciones que directamente no viven en las villas y ahí sí se mueven con una lógica estrictamente de mercantilización.
– ¿Cuál es la solución para el problema habitacional en la Ciudad más rica de nuestro país?
– Hay muchas propuestas de políticas habitacionales que podrían resolver el déficit. Lo que te puede decir, a grandes rasgos, es que hace falta una política integral de resolución del déficit. Y una política integral que incorpore la voz de los afectados por el déficit habitacional.
Nosotros, en el segundo libro que sacamos, “Propuestas de políticas habitacionales”, hicimos una propuesta de que haya un Ministerio de Vivienda que vuelva a centralizar la política habitacional de la Ciudad de Buenos Aires. Ahora existe, pero hay que ver qué tipo de políticas se implementan; hay que ver cómo evoluciona, pero con el nivel de desagregación que existe todo daría cuenta que va a ser difícil hablar de una política integral.
Pero yo creo que el Estado tiene que asumir el financiamiento como un instrumento de política y no tercerizarlo en el Banco Ciudad, como se hace actualmente, que se mueve más con una lógica de obtener una ganancia a través de las tazas de interés de los créditos, que resolver el problema habitacional de la gente.
También, ustedes (en referencia al barrio Monteagudo, del MTL-CTA, desde donde transmite Radio Sur) son un ejemplo de experiencias que claramente dan una solución habitacional. La Ley 341 de cooperativas como la del MTL-CTA, que lograron construir complejos habitacionales con participación social de los destinatarios de la vivienda, son un claro ejemplo de que existen alternativas viables y eficientes para poder resolver el déficit habitacional.
Hoy hay más de 900 personas que son destinatarias de viviendas que se construyeron por autogestión, organizándose en cooperativas de vivienda y que recibieron créditos de la Ley 341, que muestran una alternativa a la tradicional vivienda social, que en la mayoría de los casos ha generado más segregación que una resolución del problema habitacional. Entonces, existen herramientas, pero no han sido priorizadas a la hora de la ejecución presupuestaria.
Otra política es hacer un uso social de todas estas viviendas vacías que existen en la Ciudad de Buenos Aires. Como te decía, hay 300 mil viviendas sin habitar y tenemos 600 mil personas en situación de déficit habitacional. Con lo cual, si hubiera una política integral de resolución, no sería difícil resolver el déficit en un mediano plazo, lo que pasa que tiene que haber una intención política, acompañada de una asignación presupuestaria que abone a eso.
Las publicaciones se encuentran disponibles en la CTA Capital (Avenida Independencia 766) o se pueden descargar en formato PDF:
Informe Vivienda_PUBLICACIÓN FINAL CES
Próximamente se publicarán los otros dos informes.