Todo aumentó menos el sueldo de los trabajadores. Por un lado aumente la luz, el gas, el agua y el colectivo un 100%. Por el otro hay cada vez más despedidos. Los elementos para conformar una bomba de tiempo. José “Pepe” Peralta, secretario General de CTA-A capital reflexiona sobre este contexto.
* Por Martín Brunas, Colectivo Porteño y CTA Capital Regional Centro
– ¿Cómo impacta el aumento de los medios de transportes en el bolsillo del trabajador ya que el monto del sueldo destinado a viajar se duplicó?
– Viene impactando muy fuerte, nosotros veníamos haciendo los informes del estado de situación de la inflación y cómo impacta en los bolsillos de los trabajadores. Sobre todo en los sectores más precarizados, donde no tienen manera de regular este tipo de tarifazo, porque no tienen ámbito de discusión y están ligados a veces a la suerte de una pauta en los planes sociales, o en la jubilación y, a veces, a nada. Esto, directamente, ayuda a las familias a llegar a la indigencia y no vemos en la Central que el gobierno esté teniendo en cuenta este factor para contemplar la caída del poder adquisitivo en las familias y planes sociales que, de alguna manera contengan esas cosas. Esto nos lleva, como dijo el informe de la UCA la otra vez, a unos niveles muy altos de pobreza e indigencia. Y, la verdad, es que después hay que contener a la masa de trabajadores que entran en esa situación, cosa que va a ser muy difícil en estos tiempos. Tampoco está previsto, o no lo vemos, que haya algún plan de solución de estos temas. Eso es preocupante.
Hay mucha gente que vivía al límite con su sueldo, llegando a fin de mes con mucho esfuerzo y ahora, con el aumento, tienen que decidir si comen o viajan al trabajo.
Para nosotros son políticas sostenidas de estos modelos de gobernantes, que no es la primera vez que pasa. Nos parece muy brutal como se está haciendo en este momento, pero no es más que el sostenimiento del plan de Martínez de Hoz y Cavallo, donde por medio de la pobreza y la indigencia condiciona a toda una clase para poder resolver el tema de sus negocios, sin ataduras, sin organización de trabajadores. Esto lleva a un estado de desesperación donde uno deja de ser un trabajador, inclusive desocupado, que está buscando trabajo para pasar a ser indigente. Y, cuando pasa eso se deja de buscar trabajo y ahí se produce una generación perdida. Ese marco, para nosotros es muy preocupante porque no hay método de contención que se puedan establecer. Nosotros tratamos de organizar a la clase, como hicimos siempre, pero dentro de un Estado con perspectiva de ubicación, empleo, y donde se puedan realizar políticas sociales, culturales. Pero en estos casos no hay ningún tipo de alternativa, eso muy preocupante porque no es algo que se pueda recuperar o sanar a corto plazo.
Esto viene de la mano, con el dato de que con lo que se sacó de retenciones y excenciones al sector minero, se puede pagar un sueldo promedio de $15.000 a 20.000 trabajadores.
Para nosotros está muy claro que esto no es un problema de caja o fondos, no es que al gobierno le falte recursos. Es un condicionamiento claro en lo político para que no haya una fuerza de discusión capaz de discutir el modelo. Hoy los despidos masivos son en el Estado, pero son un claro mensaje al sector privado que puede precarizar o despedir a los trabajadores porque lo hace el gobierno. De esa manera, el peligro no es solo para los estatales sino para todo el mundo laboral.
– Desde lo social, desocupación y aumentos es una bomba de tiempo. Vos que recorrés distintas organizaciones y estás en la calle, ¿Cómo notás el clima social y emocional de la gente?
– Nosotros veníamos teniendo un ritmo de protesta y movilización donde había, inclusive, alguna merma de compañeros que todavía tenían una expectativa de discutir con el Estado por desde los escritorios. Y hoy, cada movilización de un sector o general que se realiza está muy acompañada y se siente en la gente la necesidad de manifestarse. Eso es lo que está sucediendo desde abajo, nosotros el 19 de Abril vamos a un paro organizado por ATE, acompañado por CTA, en lo que llamamos una jornada general de lucha, y allí se va a demostrar la necesidad de la gente por manifestarse. El tema es hasta donde la necesidad se termina convirtiendo en una movilización continua y real y se toman las calles, como nosotros pensamos que puede llegar a pasar a corto plazo.
Y, en las marchas veo cada vez más gente, el 24 de febrero y 29 de abril sorprendieron a todos por el caudal de movilización.
A esas les sumo la del 24 de marzo, del Día de la Memoria, que, inclusive con dos marchas separadas fueron ambas multitudinarias y no solo por el tema de los derechos humanos, sino muchos reclamos a las políticas gubernamentales y a la visita de Obama. Eso para nosotros es el termómetro de cómo están los trabajadores para manifestar en la calle. Y se ve que va a ir creciendo. El tema es que si el gobierno en algún momento va a discutir con los trabajadores para intentar contener el efecto de la protesta social o entraremos a otro nivel, a hacer mucho más concurridas las calles en muchas más oportunidades y después se verá. Cuando la gente está en la calle no hay manera de saber hasta dónde puede llegar la protesta.