Es falso que el golpe de Estado fue dado para enfrentar a la guerrilla y menos cierto todavía, que ella haya sido la razón del mismo. Las organizaciones armadas, objetivamente, habían perdido una parte importante del apoyo popular con que contaban, más allá de la capacidad operativa que aún disponían.
* Por Julio Macera, secretario General Adjunto de CTA Capital
El verdadero objetivo del golpe fue, como bien lo marcó Walsh, la decisión de instalar un modelo económico que solo podía implantarse por medio de la represión a los trabajadores que, por otro lado, ya habían enfrentado los intentos del gobierno de María Estela Martínez de Perón de imponerlo.
No casualmente una gran parte de los desaparecidos fueron delegados y militantes de base del movimiento obrero y hasta algún dirigente nacional como Jorge Di Pascuale de Farmacia y Oscar Smith del Sindicato de Luz y Fuerza en el ’77 y también el dirigente Rene Salamanca que si bien era del SMATA Cordobés, tenía una indudable proyección nacional.
Otro tanto ocurrió con Atilio Santillán, un gran dirigente tucumano de la FOTIA, asesinado el 22 de marzo en Capital Federal. A las 2.30 horas, del 24 de marzo, en la sede del gremio docente tucumano ATEP, un grupo integrado por civiles y policías, acribillan a los hermanos Arancibia. El cuerpo de Isauro (Secretario General de los docentes tucumanos) recibió 120 balazos. En homenaje al compañero Isauro Arancibia una decena de escuelas argentinas llevan su nombre, al igual que el auditorio de la Central de los Trabajadores Argentinos y diversas agrupaciones sindicales docentes.
Tampoco es cierto que la represión comenzó con el golpe.
Miles de luchadores fueron perseguidos, encarcelados, desaparecidos y/o asesinados durante los gobiernos de Perón y María Estela de Perón, en especial durante este último gobierno. La triple A (que después del golpe, según Walsh, pasaron a ser Las Tres Armas y yo agregaría, antes del golpe también) salieron a la luz durante el período «democrático» y se identificaron e intensificaron su accionar después de la muerte de Perón.
El golpe de Estado, por otro lado, contó con el respaldo de sectores civiles, algunos partidos políticos y la cúpula de la iglesia. Balbín denunciando a una supuesta «guerrilla fabril» (en realidad delegados de base que no reconocían a la burocracia sindical) y su discurso en televisión, a mediados de marzo del 76, afirmando: «…Algunos suponen que yo he venido a dar soluciones y no las tengo…» aunque después hablara de la «unión de los argentinos» y terminara parafraseando a Almafuerte con «Todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de la muerte», dejaba en claro la posición del presidente del segundo partido de la Argentina.
Solo la solitaria voz de Oscar Alende denunciando el intento de golpe, dos días antes, se diferenció.
Tampoco es cierto que únicamente el radicalismo «prestó» sus hombres para cargos en la dictadura. El Socialismo Democrático, el Bloquismo de San Juan, un sin número de sellos partidarios de derecha y hasta el peronismo, completaron la lista de intendentes, embajadores y otros funcionarios menores de la dictadura que adquirió así la característica de cívico-militar.
Un capítulo aparte merece la actitud del Partido Comunista frente al auto titulado «Proceso de Reorganización Nacional» y sus apoyos a los «militares democráticos» como Videla, por ejemplo, mientras sus militantes eran perseguidos y aun desaparecidos.
Por supuesto que los grupos empresarios alentaron y formaron parte de la dictadura, en especial en el Ministerio de Economía. Martínez de Hoz y los hermanos Áleman fueron los más notorios, pero no los únicos.
A todo esto repudiamos, en primer lugar, cada 24 de marzo. Pero también a las consecuencias económicas y sociales que aun viven entre nosotros. Recordemos, por ejemplo, que la Ley de Entidades Financieras de Videla y Martínez de Hoz aún nos rige y ni Alfonsín, Menem, de la Rúa, Néstor Kirchner y Cristina Fernández la derogaron y nada indica, por supuesto, que Macri lo haga.
Tampoco olvidemos que la resignación y el posibilismo que «envenenó» y envenena a amplios sectores populares también son hijos de esa derrota colectiva y ni hablar de los asesinatos y desapariciones durante el período democrático, el gatillo fácil a lo largo y lo ancho del país y la ley anti-terrorista y el «protocolo» anti-piquetes.
A todo esto y a la marginación de amplios sectores populares, le vamos a decir NO este 24 de marzo.