Luis Iguini y Carlos Custer, Presidente y Vicepresidente del Consejo Político Consultivo, dirigentes de COFE y ATE respectivamente y fundadores de la organización, hablaron del pasado, presente y perspectiva futura de la CLATE. Un repaso por aquellos principios que le dieron origen y que hoy muestran su plena vigencia.
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Un 25 de febrero de 1967, un grupo de representantes de sindicatos latinoamericanos del sector público se reunía en la ciudad atlántica de Chapadmalal, en Argentina, para dar nacimiento a la CLATE. Además de las largas distancias que separaban sus países de origen, los asistentes a la reunión habían recorrido 400 kilómetros por tierra, desde la Ciudad de Buenos Aires, en rústicos colectivos de línea.
En varios países de nuestra región gobernaban dictaduras y el país de acogida no era la excepción. Pero eso no evitó que luego de un intenso plenario, y de un arduo trabajo que duró toda la noche, surgiera la declaración de principios que le dio vida a la Confederación. Aquí las palabras de dos de sus protagonistas.
-¿Cuál fue el aspecto más destacable de aquella gesta fundacional de 1967?
Luis Iguini- La idea era un encuentro de los funcionarios públicos del continente, que surgía por los problemas que teníamos en ese momento. Fundamentalmente porque país tras país se desconocían derechos generales, que tenían otros trabajadores pero que se negaban en el sector público. Había un desconocimiento entre nosotros, no había contactos y no teníamos información. Por eso, cuando se convocó a la reunión de Chapadmalal se pensó en un encuentro para intercambiar experiencias, compartir información, conocer las distintas situaciones y las legislaciones de los diferentes países. Y lo más asombroso fue que en el encuentro surgió, espontáneamente y sin que estuviera previsto, el planteo de constituir una organización de carácter permanente. Así nació la CLATE.
Carlos Custer- Una cuestión muy importante fue haber consolidado en aquella época, hace casi 40 años, un espacio unitario de los trabajadores en América Latina. Por entonces, en plena Guerra Fría, poder reunir a trabajadores de distintas corrientes ideológicas y distintos pensamientos, con distintas historias, y converger no sólo en el lugar físicamente sino tener la capacidad de crear una estructura con una declaración de principios comunes, fue realmente un canto a la libertad y a la democracia. No nos olvidemos que estaba Onganía en la Argentina y también había dictaduras en otros países. Fue importante haber podido plasmar esta idea de la defensa de los trabajadores del Estado, de soñar con un Estado diferente y con un modelo de nueva sociedad pero, además, hacerlo con una visión latinoamericana. Creo que esto abrió caminos, fue un hecho muy importante. Hoy podemos ver los resultados de este trabajo cuando en una medida de fuerza en Argentina podemos reunir a dirigentes de Uruguay, de Chile y de Brasil.
-¿Cuál es el valor principal de una organización como CLATE?
C.C.- La CLATE nos ha permitido, a las organizaciones latinoamericanas y del Caribe, unificarnos en torno a dos ejes: la defensa de los trabajadores del Estado y la idea de un Estado diferente realmente al servicio de los pueblos, de los trabajadores y de la creación de una nueva sociedad. Esta idea de defender los intereses de los trabajadores como tales, pero también de un estado democrático, participativo y eficiente tiene que ver con que el Estado es, en definitiva, el único articulador del bien común, el resto es choque de intereses. Es el Estado el que tiene que asegurar el desarrollo, la libertad, la democracia, las nuevas formas participativas y económicas. Y el tercer elemento, que se vincula a lo fundacional, es la visión latinoamericana y caribeña. Esto implica desterrar la idea interamericana, porque podemos ser buenos vecinos con los Estados Unidos pero no tenemos intereses en común. Entonces, afirmar nuestra identidad latinoamericana frente al interamericanismo que siempre ha sido el instrumento de EE.UU. para dividir y someter a los intereses imperialistas el destino de la región, es otro rasgo distintivo de nuestra Confederación.
L. I. – El valor de la organización en esta etapa sigue siendo inmenso. Porque las diferencias que había entre nuestros países eran entonces muy grandes y se han agudizado de manera brutal. Pasamos el período de las dictaduras pero ahora estamos ante una ofensiva tremenda de la derecha en el continente, que se va a reflejar en represión, en despidos, en limitación de los derechos sindicales. Una organización con la CLATE nos permite mantener una posición común de cara a los organismos internacionales que existen. La CLATE es también un espacio de unidad que nos fortalece y nos pone en mejores condiciones para pelear por los derechos democráticos de los trabajadores, el derecho de huelga, el derecho de asociación, la pelea por el salario, es decir, derechos elementales. Hablamos de defender conquistas que en regiones como Europa se están perdiendo y que nuestro continente no habíamos avanzado mucho y también corremos riesgo de perderlas.
-¿Qué rol debería ocupar la CLATE en la coyuntura actual?
L. I. – Hoy está planteada una batalla ideológica muy fuerte en todas nuestras sociedades en torno al papel del Estado. La ley del mercado que está triunfando en este momento en países como Argentina busca desconocer derechos e incluso la legislación. Por lo tanto CLATE, que ya desde sus orígenes se proponía fortalecer el Estado, defender las riquezas nacionales y promover un rol del Estado en la sociedad en contra de las corrientes privatistas, están en condiciones de ocupar un lugar clave. Yo diría que aquellos postulados de tantos años atrás conservan su plena vigencia. La necesidad de que la CLATE actúe articulando y uniendo fuerzas entre las organizaciones de cada uno de nuestros países es muy importante.
C. C. – En la fuente misma de la CLATE tenemos los elementos centrales que nos ubican como oponente de este neoconservadurismo o neoliberalismo que se está tratando de imponer en los distintos países latinoamericanos. La CLATE en ese sentido es una reserva fundamental en términos políticos, ideológicos y de valores, pero también en términos de acción concreta. Porque el hecho de que nosotros podamos aunar esfuerzos con los cubanos, con los mexicanos, con los brasileños, con los colombianos, en fin, con todas la organizaciones de distintas naciones, es lo que nos da la potencialidad de ser protagonistas del contrapoder que debe oponerse a las fuerzas económicas liberales y de derecha que quieren determinar nuestro futuro. Nosotros somos la antítesis de eso, no sólo en términos teóricos si no también en términos prácticos. La manifestación que se realizó en Argentina este 24 de febrero mostró que la CLATE tiene un espacio singular, que somos realmente un contrapoder, que hay que consolidarlo, frente a las fuerzas conservadoras que tratan de llevar hacia atrás nuestra América Latina.
Fuente: Ignacio Rodríguez, www.clate.org