8389_3502La instancia orgánica de la Asociación Trabajadores del Estado reunida antes de ayer y ayer en Buenos Aires aprobó por unanimidad un plan de lucha que incluye un paro nacional para el próximo 10 de noviembre por reapertura de paritarias, reincorporación de los miles de despedidos, el fin de la precariedad laboral que pone en riesgo a fin de año la estabilidad de 600 mil trabajadores, 82% móvil para jubilados y contra la reforma previsional regresiva.

* por Prensa ATE Nacional 

Asimismo, los más de cien acreditados ratificaron la participación de ATE en la Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo, impulsada en la Argentina por la CTA Autónoma. La actividad prevista para el 4 de noviembre será protagonizada por centrales sindicales, partidos políticos y movimientos sociales.

Ese mismo día, también, la Federación Nacional Campesina, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero, Barrios de Pie, CCC y CTEP impulsarán en Plaza de Mayo la defensa de las economías regionales, que será acompañada por ATE de acuerdo a la voluntad del Confederal. A su vez, el plenario votó la participación de ATE en el Encuentro Nacional en Defensa de los Derechos de la Niñez y Adolescencia en Rosario durante el 11 y 12 de noviembre.

El día 25 en tanto, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ATE confirmó la realización de manifestaciones bajo el lema Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos. El primero de diciembre, por último, el sindicato realizará un paro en los más de 800 municipios argentinos donde tiene representación.

La medida de fuerza fue resuelta por mandato de los plenarios regionales de delegados de ATE en municipalidades. Este plan de lucha surgió tras la aprobación por mayoría de la declaración política analizada en comisiones y que reproducimos a continuación.

Declaración del Confederal

«Hoy los trabajadores enfrentamos junto al conjunto de los sectores populares una ofensiva feroz del capital contra el trabajo; ofensiva que se despliega no solo en nuestro país sino en toda la región y el mundo. La globalización del capital financiero busca transformar los espacios geográficos que conocemos en mercados, donde se produzcan y comercien mercancías y servicios articulados a escala mundial, garantizando su tasa de ganancia sobre la base de una feroz explotación de la fuerza de trabajo y convirtiendo a los Estados en meros administradores de esos territorios.

La incorporación a ese proceso impone la desarticulación de las funciones que el Estado mantiene, no solo en la prestación de servicios esenciales sino también en sus capacidades de regulación, sobre los grupos más concentrados del poder económico.

Es así que de la mano de Tratados y Alianzas de Libre Comercio se busca avanzar en la mercantilización de los servicios y en la transformación del poder de intervención estatal en un mero garante de la inmunidad del capital en ese proceso globalizador.

La gestión gubernamental instalada en nuestro país a partir del 10 de Diciembre es una clara expresión de esta política. En tal sentido no solo repitió recetas que ya eran conocidas, despidos, ajustes, tarifazos etc., sino que claramente y a través de “la tercera reforma del Estado” se propone garantizar estructuralmente e institucionalmente la incorporación de este esquema. Gestión que por primera vez en nuestro país no instala representantes cooptados por los grupos de poder, sino que por el voto accede en primera persona a la presidencia.

Demostrando al mismo tiempo con la incorporación de los llamados CEOs, en su mayoría representantes de grupos financieros y transnacionales su alineamiento. Los gobiernos “progresistas” de los primeros 15 años de este siglo en América Latina fueron experiencias que, con distintas realidades y objetivos, poco avanzaron en la anulación de los cambios estructurales impuestos en las décadas anteriores en manos de los gobiernos neoliberales.

La derrota que los pueblos le impusieron al neoliberalismo con su lucha en las calles a finales del siglo pasado y a principio de éste, cuya más alta expresión fue la caída del ALCA (Tratado de Libre Comercio de las Américas) impulsado por Estados Unidos, no fue aprovechada en todo su potencial. Los gobiernos del nuevo siglo poco avanzaron en las transformaciones necesarias para garantizar un proceso de cambio estructural y duradero. Del mismo modo, fueron tímidas las acciones de integración, herramienta fundamental para pensar un proyecto emancipador de nuestra región.

Fue también el tiempo de un fuerte relato “nacional y popular” pero con escasas medidas de profundidad y de cambio. Creer que se puede construir, o que existe, un capitalismo “de rostro humano” fue el principal desacierto de los anteriores gobiernos, junto al hecho de no haber utilizado los resortes del Estado para empoderar a las organizaciones populares. Por el contrario, establecieron una nueva forma: clientelismo con discurso progresista.

La incapacidad de esos gobiernos de tocar los intereses de los poderosos frente a una crisis de precios internacionales y la vuelta a las viejas recetas del ajuste, abrieron la puerta a una nueva etapa de gobiernos, ya no intermediarios, sino directos representantes de los intereses antipopulares y transnacionales. La realización del Confederal de nuestra Organización nos pone frente a un doble desafío: Como trabajadores y trabajadoras del Estado debemos enfrentar todas y cada una de las agresiones que el gobierno como patronal lleva adelante.

Agresiones que no solo se transformaron en despidos y desmantelamientos de los lugares de trabajo sino que además, para justificar el ajuste, representaron una campaña de desvalorización de los trabajadores estatales al calificarlos de grasa militante y al caracterizar nuestro trabajo como innecesario.

De la misma manera debemos enfrentar el reiterado intento del Gobierno por desarticular las capacidades de intervención estatal para ponerlas al servicio de los grupos de poder y sus intereses, y así convertirse solo en el garante del acceso a los servicios para aquellos que no puedan pagarlo. Para los demás, estará el mercado. Tal vez la mejor síntesis de estas políticas sea el presupuesto que hoy propone el gobierno para el año entrante.

Es un presupuesto que, en valores reales, disminuye el gasto social, propone un nuevo deterioro salarial, reafirma un perfil tributario regresivo, prioriza el pago de la deuda y profundiza el ciclo de endeudamiento destinado a favorecer a los sectores más concentrados.

Enfrentar esta nueva oleada de reformas nos pone frente a un nuevo y gran desafío: “Reinventarnos para crecer por un Estado Democrático y Popular”. Partimos de la base que reinventarnos no significa ni el olvido ni el abandono de nuestra historia ni nuestra construcción. Muy por el contrario, esa historia de lucha que caracteriza a nuestra ATE es la que nos permitió, desde aquel 24 de Febrero y junto a otros sectores del campo popular, estar a la cabeza del enfrentamiento al gobierno macrista y sin necesidad de reclamarles a otros que convoquen a aquello que nosotros tenemos la obligación de construir en la calle y en cada lugar de trabajo.

Reinventarnos significa también comprender y sentir que la ATE que hoy tenemos no nos alcanza para esta pelea. Es importante que preparemos la casa para contener y representar a los miles de nuevos compañeros y compañeras que se han incorporado en los últimos años a nuestras filas y también a los miles, en su mayoría jóvenes, que se sumarán de los estados municipales, provinciales y nacionales. Por eso desde este Confederal reafirmamos nuestra férrea voluntad de crecer para llegar a los 400.000 afiliados en el país, a los 60.000 afiliados en el Estado Nacional, a las 300 seccionales, al voto directo y secreto de delegados/as en cada lugar de trabajo y a elegir Juntas Internas en todos los sectores que superen los 100 afiliados/as.

Estos objetivos constituyen un crecimiento cuantitativo y nos obligan a dar un salto cualitativo en los niveles de formación política y protagonismo de nuestros afiliados/as, indispensable para la pelea por la transformación del Estado Democrático y Popular que queremos y necesitamos construir.

Estamos convencidos que ese crecimiento se da en el marco de la pelea que a lo largo y a lo ancho de nuestro país y en cada lugar de trabajo llevamos cotidianamente. Por eso es que convocamos a una nueva jornada de paro y movilización el próximo 10 de Noviembre, en unidad con otros sectores, en donde volveremos a reclamar:

- Reapertura de Paritarias para una real recuperación de nuestro salario.

- Reincorporación de los trabajadores y las trabajadoras despedidos y el cese de despidos.

- Terminar con la precariedad laboral en el Estado.

- El cese de los ajustes en las provincias.

- El derecho de los Trabajadores municipales al Convenio colectivo de Trabajo, el derecho al Salario Mínimo, Vital y Móvil y la igualación en las Asignaciones Familiares.

- Por el 82% para nuestros jubilados y jubiladas; para enfrentar el avance sobre las Cajas de Jubilación provinciales y por la democratización de las Obras Sociales de los Estados Provinciales y Nacional.

- Desprocesamiento de todos los luchadores populares y derogación de la ley antiterrorista.

Sabemos que la lucha contra estas políticas globales nos lleva a avanzar en mayores grados de unidad y articulación internacional, y en particular en nuestra Patria Grande Latinoamericana y Caribeña. Por esa razón participaremos activamente de la Jornada Continental del próximo 4 de Noviembre por la Democracia y contra las transnacionales.

La construcción de mayores grados de unidad nos coloca en el camino de construir intervenciones y articulaciones en común con todos aquellos que estén dispuestos a luchar en la calle y construir estrategias propias de los trabajadores y del campo popular.

Mayor unidad nos exige también reafirmar los postulados fundacionales de nuestra CTA en la perspectiva de generar un nuevo modelo sindical basado en la autonomía de los trabajadores para construir un Movimiento Político Social y Cultural de Liberación junto a otros sectores de trabajadores organizados dispuestos a construir en la misma dirección liberadora.

En este camino creemos mucho más en la unidad que se gesta al calor de la lucha codo a codo en la calle y en el debate franco de ideas, que en los agrupamientos de dirigentes, que en muchos casos sirven para garantizar la gobernabilidad dominante y los proyectos personales.

Reinventarnos, en definitiva, implica consolidar nuestro gremio y unirlo en torno a un proyecto nacional de liberación donde los trabajadores y el pueblo seamos artífices de nuestro destino. Implica también alcanzar un mayor nivel de descentralización del sindicato y democratizar al máximo el debate, las decisiones y la ejecución de las políticas nacionales.

Debemos asumir la decisión consciente de hacer realidad esta política en cada rincón de nuestro país donde laten cotidianamente la lucha, los sueños y la esperanza de los trabajadores y trabajadoras estatales. Por un Estado democrático y popular».

Fuente: www.eltrabajadordelestado.org

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